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Coronavirus en Valencia

José María Martín Moreno: "Se debería haber pedido a la población que llevara mascarilla desde el inicio"

El también consejero de la OMS pide una «evaluación rigurosa» sobre cómo actuó la organización al inicio de la crisis

José María Martín Moreno: "Se debería haber pedido a la población que llevara mascarilla desde el inicio"

P Hay casi total consenso sobre la llegada de una segunda ola del SARS-CoV-2 pero, ¿cómo será? y, sobre todo, ¿cuándo?

R No existen certezas, sino posibles alternativas. Los investigadores que han estudiado el tema en más profundidad dicen que son posibles tres escenarios. El primero consistiría en contagios y brotes como los que ahora hemos vivido y vivimos continuando con otras olas de menor magnitud, durante un periodo de 1 a 2 años, hasta su desaparición gradual. El efecto sería variado por región, dependiendo de las medidas de mitigación tomadas. El segundo escenario sería similar a la mal llamada Gripe Española de 1918-19. Esto sería más preocupante, ya que la primera ola de contagios sería seguida por una todavía mayor en el otoño e invierno de 2020, seguido de olas más pequeñas. Este modelo indica que las medidas de mitigación sería necesarias en el otoño e invierno.

Pero yo espero que estemos en el denominado tercer escenario. Esto sería lo mejor, ya que gradualmente se irían disminuyendo los casos sin volver a tener picos de contagios. Este modelo implicaría que no sería necesario incrementar las medidas de mitigación, aunque sí las medidas de higiene, distancia física, mascarillas y prevención en las que tanto insistimos.

P ¿Nos pillará mejor preparados para entonces?

R Si bien es cierto que esta pandemia ha puesto de manifiesto que nuestro sistema no era tan sólido como se presumía, la verdad es que también se ha visto que tiene grandes profesionales. Poniendo todo esto en la balanza, a mi juicio se ha aprendido lo suficiente como para estar mucho mejor preparados para enfrentarnos a una segunda oleada de coronavirus, para lo cual yo he de insistir en la necesidad de reforzar nuestro sistema de salud pública y atención sanitaria.

P En otoño puede haber coinfección con gripe y los gobiernos están recomendando vacunar más. ¿Es una estrategia a seguir?

R Ciertamente. Para esta temporada, y en el contexto de la pandemia es muy aconsejable que la vacuna frente a la gripe llegue a todos los sectores de población de riesgo y a los colectivos esenciales como profesionales sanitarios o pacientes crónicos, siendo además importante conseguir en ellos coberturas elevadas.

P ¿Cree que se debería de haber recomendado desde el primer momento el uso de mascarillas?

R Yo pienso que desde el inicio de la pandemia la población, además de mantener la distancia de seguridad, debería haberse requerido llevar mascarilla en los lugares públicos. El caso es que al principio de la crisis, el Ministerio de Sanidad siguió las indicaciones de la Organización Mundial de la Salud y recomendó el uso de mascarillas solo para sanitarios, enfermos y personas en contacto con grupos de riesgo. Además, los propios responsables del Ministerio han llegado a reconocer que tampoco dieron ese paso antes porque pensaban que no había mascarillas suficientes y preferían priorizarlas para el personal sanitario y enfermos. Pero poco a poco se vio que la recomendación inicial era claramente insuficiente, y en este caso la rectificación fue en la dirección correcta.

P Se están desarrollando al mismo tiempo más de un centenar de vacunas, algo que, asegura, le tiene preocupado. ¿Qué podemos esperar? ¿Deberían de asumir los gobiernos las riendas para asegurar la producción y la distribución equitativa?

R Efectivamente, me tiene preocupado, porque no se ha presentado con claridad el plan general de salud pública para asegurar este bien universal. Yo creo que la OMS o una comisión internacional debería supervisar e informar sobre los avances reales en las diferentes vacunas que se están desarrollando en lugar de guiarnos por información de las propias empresas, que no están exentas de los intereses comerciales.

Además€ si va a haber diversos tipos de vacunas, ¿cómo debemos elegir entre las vacunas; con qué criterios y cuándo? Por otra parte, teniendo en cuenta la amenaza de los países que compiten por la vacuna ¿cómo podemos garantizar que la distribución sea equitativa y se considere un derecho y un bien universal? Y por último, dado que vendrá tal como viene, no será de una sola vez y la vacuna tendrá que ser administrada progresivamente, se deberá definir y comunicar cómo priorizará o, en otras palabras, quién recibirá primero las vacunas. Y sí, creo que esta planificación y gestión debería ser asumida no solo por los gobiernos, sino por entidades supranacionales como la Unión Europea o el G-20. Solo así se podrá garantizar el acceso universal a este bien tan preciado.

P Ya han empezado a llegar turistas a España. ¿Tomar la temperatura es útil?

R Inicialmente se ha establecido por parte de las autoridades que el control de temperaturas y localización son las medidas de seguridad que han de pasar los viajeros en los aeropuertos. Hay tres controles definidos: el primero es el control documental€; el segundo de temperaturas con cámaras termográficas (medida que puede ayudar algo, pero que es insuficiente). Y el tercer control es una inspección visual. Sin especificar qué criterios se tendrán en cuenta. Esto es algo confuso, pero la propia Comisión Europea también ha fomentado esa vaguedad.

Si alguno de estos tres controles no se supera, el pasajero será examinado por un médico. Todo ello con la Coordinación de Sanidad Exterior. Desgraciadamente muy debilitado en cuanto a recursos. Creo que es uno de los cuerpos sanitarios que merece la pena reforzar. Cuando ellos lo estimen necesario se realizará una prueba PCR, pero no se realizará este test a todos los visitantes. Solo en caso que el personal médico del aeropuerto lo considere oportuno. Hasta aquí lo que se hace por ahora. Si la situación se complica, pueden instaurarse controles más estrictos en el caso de vuelos procedentes de zonas de riesgo, con la posibilidad incluso de que se anulen si la situación epidemiológica se agrava.

P ¿Tendremos rebrotes serios por abrirnos al turismo?

R Es una posibilidad, aunque confío en que con higiene y medidas de salud pública como las antes descritas, más las de vigilancia, test, trazabilidad de contactos, aislamiento de enfermos y cuarentena de las personas que haya podido estar en proximidad estrecha con los enfermos..., seamos capaces de reducir todo a microbrotes.

P ¿Cree que el haber pasado por esta pandemia servirá de algo a nivel de Salud Pública entre la población? Quiero decir... ¿quedará el lavado de manos?

R Yo así lo deseo. Verdaderamente confío en que la higiene de manos se tome en serio, que mejore la seguridad e higiene en los lugares de trabajo, en los restaurantes, cines, aeropuertos o estaciones de tren (anteriormente se observaban situaciones bastante deplorables). También espero que el teletrabajo razonable se abra como posibilidad consolidada en aquellas ocupaciones en las que sea posible. Y también tengo esperanza que contaminemos menos, que viajemos menos de forma innecesaria y disfrutemos más de las cosas sencillas que hemos vuelto a apreciar con el confinamiento y la crisis que hemos vivido. Y ojalá que sea posible que poco a poco lo demás se normalice e incluso que volvamos a expresiones afectivas de amistad sin gran temor.

P ¿Hubiéramos podido hacerlo mejor si China no hubiera «dosificado la verdad» como considera que hizo?

R Creo que ha habido más ignorancia que falta de voluntad de decir la verdad. Aún así, lo cierto es que la existencia del nuevo coronavirus fue comunicada por China a la OMS solo el 31 de diciembre, cuando ahora hay bastantes evidencias que muestran que el virus ya estaba circulando en ese país en torno a septiembre u octubre de 2019.

Como digo, quizá China desconocía aspectos básicos de la génesis del problema, pero también parece que pensó que el asunto era menor y se resolvería por sí mismo y esperó demasiado a comunicar con transparencia el problema.

P Ha sido crítico con la OMS ya que cree que se quedó «corta» en el manejo inicial de la pandemia y que debería ser más independiente...

R La OMS ha sido acusada de desdeñar inicialmente la amenaza que suponía el coronavirus en las primeras semanas de su expansión. Después, de no transmitir todos los datos de los que teóricamente disponía. Y finalmente de comunicar el riesgo tarde. Necesitamos una evaluación rigurosa para ver qué hay de cierto en todo eso. Es cierto que la organización alertó ya el 14 de enero a las redes hospitalarias del mundo para que prepararan medidas de contingencia, pero su Director General esperó hasta el 11 de marzo para declarar el brote como una pandemia, cuando era ya más que evidente la expansión por diferentes continentes y la transmisión comunitaria.

Se ha criticado también su posición sobre el uso de mascarillas por la población general (en este caso en abierta diferencia con la posición de los países asiáticos), la poca claridad en la definición de la forma de transmisión, la falta de definición sobre el uso de diferentes tests, su retraso en aconsejar de manera rotunda el confinamiento, y la falta de agilidad para facilitar criterios para los planes de desescalada del confinamiento. Y€ la tibieza o falta de valentía al no posicionarse con más claridad frente estrategias que, como las de líderes de ciertos países, estaban inicialmente mal planteadas y resultaban peligrosas para su población.

P Pese a saberse que, cíclicamente, hay saltos de virus entre especies que nos pueden comprometer, la pandemia nos pilló sin estar preparados. ¿Debía haber sido así? ¿Qué se ha hecho bien y qué mal?

R Primero, debemos comprender que estamos ante un problema global, que es de toda la humanidad. Y hemos de empezar a ser conscientes que como sociedad global hemos cometido múltiples errores, y nos hemos comportado como depredadores. Y esto no deja de tener consecuencias, porque resulta que existe una relación de causalidad entre la destrucción de los espacios naturales, sobre todo de los bosques, el colapso de la biodiversidad y el aumento del número de epidemias. El tráfico de animales en condiciones de hacinamiento, los viajes rápidos de larga distancia, la masificación de las ciudades, el cambio climático o la invasión de ambientes antes despoblados (donde existen patógenos desconocidos) sabemos que facilitan la expansión de agentes infecciosos.

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