"Queremos que se le aplique la máxima pena posible, jamás va a compensar todo el daño que ha causado, nadie nos va a devolver a Vanessa", es el grito de Justicia que ha realizado esta mañana la hermana de la menor de quince años presuntamente violada y asesinada en Chella por Rubén M. S. momentos antes de comenzar la primera sesión del juicio. Un jurado popular será el encargado de dirimir la responsabilidad del presunto asesino, para el que tanto la Fiscalía como la acusación particular piden la prisión permanente revisable.

"Desgraciadamente el asesinato de mi hermana cumple todos los requisitos para que se le aplique la prisión permanente", aclara Alba. La menor, víctima especialmente vulnerable, fue asesinada sin posibilidad alguna de defensa tras ser violada presuntamente por un amigo en Chella en octubre de 2016.

Familiares y amigos de la fallecida se han concentrado esta mañana frente a la Ciudad de la Justicia de València con pancartas contra la violencia machista para condenar el asesinato y violación de la adolescente, cuyo crimen conmocionó a todos los valencianos. "No queremos influir en la decisión del jurado pero vamos a recurrir hasta que consigamos la pena máxima, la prisión permanente", remarcó la hermana de Vanessa Ferrer.

El asesinato de Vanessa en Chella

El crimen se produjo el 26 de octubre de 2016 cuando el acusado, Rubén M. S., que entonces tenía 21 años, engañó a Vanessa, de quince años, para que acudiera a su casa de Chella, con la excusa de que allí se encontraba un primo de ésta y un amigo común. Era una encerrona con fines sexuales. Según el Ministerio Fiscal, tras la negativa de la víctima a mantener cualquier tipo de relación con el procesado, éste le propinó un fuerte golpe en la cabeza que la dejó seminconsciente.

Asimismo, aprovechando ese estado de seminconsciencia, el acusado la subió a su habitación y la violó hasta en dos ocasiones. Para posteriormente, sin posibilidad alguna de defensa, acabar estrangulándola mientras aún estaba tumbada en la cama.

Tras el crimen el acusado llamó a un amigo para que le dejara su vehículo. En el maletero del mismo introdujo el cuerpo de Vanessa envuelto en una alfombra . Y se deshizo del cadáver arrojándolo a una sima de entre 30 y 40 metros de profundidad, que era utilizada antiguamente para tirar el ganado muerto.

La acusación particular, ejercida por el letrado Juan Molpeceres, aprecia un delito de asesinato sobre persona especialmente vulnerable, dos delitos de agresión sexual sobre menor de edad y un delito de profanación de cadáver. Así como la circunstancia agravante de discriminación basada en razones de género.

Se trata de un crimen con motivaciones machistas ya que el acusado "actuó movido por el hecho de dejar patente su superioridad sobre el cuerpo de Vanessa por el hecho de ser mujer y su deseo que albergaba desde hacía mucho tiempo de tenerla". De hecho, en un mensaje de Snapchat, con fecha del 13 de julio de 2016, el acusado ya evidenciaba este deseo hacia la menor: "Se está haciendo muy guapa y mucha mujer".

La noche del crimen

La acusación destaca que el acusado actuó "de forma perfectamente ordenada y planificada". Entre las 21.00 y las 22.00 horas del 26 de octubre de 2016 Rubén M. mandó un mensaje a Vanessa vía WhatsApp para que acudiera a su domicilio en Chella con la excusa de que se encontraba con un primo y un amigo para fumar marihuana. El procesado tenía pleno conocimiento de que su víctima tenía 15 años dado que la conocía desde pequeña del pueblo.

Una vez en el interior de la casa, el acusado que realmente se encontraba solo y "con el fin de satisfacer su lascivia e impulsos sexuales" y tras la negativa de Vanessa de mantener relaciones con él, comenzó a golpear de forma sorpresiva e inesperada a Vanessa en la cara, propinándole un fuerte golpe en la cabeza que la dejó seminconsciente. "Dicho golpe se realizó con tal brutalidad que provocó que Vanessa cayera sobre sus rodillas", aclara la acusación en su escrito de conclusiones provisionales.

Aprovechando ese estado de seminconsciencia, el acusado cargó con el cuerpo de Vanessa hasta la parte superior de la vivienda, hasta el cuarto más alejado de la salida, lugar más vulnerable y de más difícil escapatoria para la víctima, suprimiendo así la posible defensa y escapatoria de Vanessa.

Estando la adolescente en estado de seminconsciencia, lo que imposibilitaba cualquier posibilidad defensa, las acusaciones sostienen que la agredió sexualmente en dos ocasiones, una por vía vaginal y la otra analmente, lo que le provocó un desgarro. La defensa del acusado tratara de demostrar que no hubo agresión sexual para evitar que se le aplique la prisión permanente revisable.

Tras la violación, y aprovechando que Vanessa aún se encontraba en estado seminconsciente por los golpes recibidos, la estranguló por detrás, con la clara intención de acabar con su vida.

Se aprecia delito de profanación de cadáver

Además de la agresión sexual y el delito de asesinato, la acusación también contempla el delito de profanación de cadáver, ya que el acusado arrastró el cuerpo de Vanessa por la tierra, lanzándolo al fondo de una sima para dificultar su localización, "siendo consciente de la falta de respeto debida a la memoria de los muertos".

No obstante, el cuerpo quedó enganchado en una rama. Dos días después un agente del Seprona de la Guardia Civil halló el cadáver de la joven semidesnuda dentro de la sima, colgado de dicha rama a unos ocho metros del suelo. El procesado tuvo tiempo de sobra para deshacerse del móvil y las zapatillas de su víctima.

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