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Análisis

El 12J deja el mensaje de la moderación y el riesgo para el Botànic si Podemos se hunde

La España plurinacional, con pujantes partidos de única obediencia territorial, sale reforzada de las elecciones en Galicia y Euskadi - Los resultados espolean la estrategia de Puig orientada a políticas de amplio espectro y consenso social

Urkullu saluda a Puig en la visita de este a la «lehendakaritza» en 2017. efe/ruiz de hierro

La moderación triunfa. Es el mensaje más claro que llega a la Comunitat Valenciana desde Galicia y Euskadi. En especial, por la victoria de dos presidentes alejados ideológicamente, pero con un perfil similar: centrados y distantes de la tentación de la polarización política. Pero incluso se puede ahondar un poco mas.

A simple vista, la izquierda que sale reforzada de los comicios del pasado domingo es de corte nacionalista y crítica con la socialdemocracia. BNG y EH Bildu alcanzan registros históricos, pero ello coincide con una estrategia de incorporación de contenidos sociales y modulación del discurso soberanista. En ello hay mucho de táctica por fagocitar el mercado electoral de Podemos en Galicia y Euskadi, pero los resultados invitan también a ambas formaciones a introducirse en senderos políticos más generalistas y suaves.

No son posibles extrapolaciones directas, pero ambas ideas tienen destinatarios en la Comunitat Valenciana: Ximo Puig y Compromís. El jefe del Consell ha actuado desde 2015 para sentarse en ese banco de barones autonómicos de perfil centrado y moderado donde estarían Alberto Núñez Feijóo e Íñigo Urkullu. La búsqueda de un tono institucional sin estridencias y favorecedor del diálogo y el entendimiento social han sido marcas de su gestión. En el PSPV entienden que el principal mensaje de este 12J es el refuerzo de esta posición.

Compromís (y el Bloc en especial), que se mira en los espejos de BNG y Bildu, ve en los resultados, por su parte, un soplo de esperanza después de una etapa de decaimiento tras no alcanzar las metas anheladas en las autonómicas valencianas de abril de 2019.

El 12J regala a la coalición un subidón por ósmosis, ya que una de las conclusiones del domingo es que la España plurinacional está más fuerte que nunca. Un total de 72 de los 150 escaños en juego en las dos cámaras han ido a parar a partidos de obediencia territorial única y alma nacionalista. No es solo eso. Los diputados antifederalistas serían solo 48 entre los dos territorios. Debería dar pie a una reflexión de cara al futuro.

Una de las lecturas que hace un año dejó el resultado valenciano fue que el adelanto electoral había permitido la supervivencia en las Corts de Podemos y, con ello, del Gobierno del Botànic. Lo dicho. Las extrapolaciones no pueden ser directas. Pero el 12J deja el mensaje contrario. Una alerta de las consecuencias que puede tener un hundimiento morado en los futuros (y aún lejanos, 2023) comicios autonómicos. Puede ser el espaldarazo final para arremangarse en la reforma legal para rebajar el listón electoral, ahora en el 5 % de los votos. Otro debate es quién sería el principal beneficiario de esa fuga: ¿Compromís, como han sido BNG y Bildu ahora, o las condiciones son otras y el PSPV podría rascar?

El toque de atención, y muy importante, es para la nueva dirección autonómica de Podemos. El partido de Pablo Iglesias tiene un problema territorial severo. Puede ser capaz de aglutinar el voto de izquierda radical en las generales, pero está desapareciendo en autonómicas mientras el proyecto parece cada vez más centralizado y controlado por el líder.

El domingo deja también una llamada de atención para los socialistas. No retroceden, pero no rentabilizan la gestión de la pandemia, al contrario que los mandatarios locales. El efecto Moncloa pasa desapercibido. El sonsonete de un hipotético sorpasso de Compromís, que se había evaporado, puede rebrotar con la experiencia del BNG.

Queda claro hoy también que el PP del aznarismo no es la mejor herramienta antiVox. Mensaje para Isabel Bonig. El PP centrista y con perfil galleguista como el de Feijóo es el que mantiene a la ultraderecha a raya. Lo que puede suceder en el edificio de la calle Génova a partir de ahora también abre futuros nuevos en el PPCV.

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