El campo valenciano se prepara para afrontar grandes desafíos en esta era poscovid: su proceso de adaptación a las estrategias que dictamine la nueva la Política Agraria Común (PAC) de la Unión Europea y transformación al hilo de la Ley autonómica de estructuras agrarias, así como a los necesarios planes de innovación ante un campo envejecido, con problemas de mercado para canalizar sus exportaciones y de competencia desleal de terceros países que merman una actividad dominada por pequeñas explotaciones familiares. En la Comunitat Valenciana el ámbito agroalimentario aporta el 4,5% del Producto Interior Bruto (61.000 millones de euros) y el 4,6% del empleo (92.000 trabajadores equivalentes a tiempo completo, 54.000 en el sector primario y 38.000 en la industria de la transformación). Dado que es «estratégico y esencial», durante la pandemia los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE) resueltos en la autonomía desde el 14 de marzo han sido marginales. Inexistentes en el caso de las cooperativas.

La crisis sanitaria y el confinamiento han hecho que la sociedad entera incremente su aprecio por la actividad agroalimentaria de la Comunitat Valenciana, líder en exportaciones y capaz de mantener la producción y la cadena de suministros hacia los puntos de venta en unas condiciones muy difíciles. Así lo han puesto de manifiesto expertos de este ámbito en un encuentro telemático organizado ayer por Levante-EMV, patrocinado por Banco de Sabadell, en el que participaron el presidente de AVA-Asaja, Cristóbal Aguado; el máximo responsable de Cooperatives Agro-alimentàries de la Comunitat Valenciana, Cirilo Arnandis; la decana del Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas de Valencia y Castelló, Regina Monsalve, así como el director del Sector Agrario de Banco Sabadell, Domingo Álvarez.

Ante el reto de atenuar el minifundismo y la falta de rentabilidad -el tamaño medio de las explotaciones es de 0,5 hectáreas, inferior incluso si se tiene en cuenta solo las de regadío- «el campo afronta los mismos problemas de precios, de falta de relevo generacional, de competencia de productos extranjeros y muchos otros que ya arrastraba de antes de la pandemia», comentó Cristobal Aguado. «Excepto en los cítricos hemos tenido muchos precios bajos en origen en los cultivos en una temporada donde el cierre del canal 'Horeca' (hoteles, restaurante y bares) ha sido terrible para nuestros intereses», lamentó el presidente de AVA-Asaja.

Más allá de esta cuestión coyuntural, Aguado apuntó que la política europea es «incapaz de dar respuesta a los problemas de la agricultura de futuro, a un sector agroalimentario que era líder y ahora requiere una política más ambiciosa de la Generalitat, del Gobierno central y de Bruselas. «Al Govern del Botànic le falta agilidad: La ley de la Huerta no sirve para nada y la de Estructuras sigue siendo un proyecto sin presupuesto. La Unión Europea -lamentó- no exige reciprocidad en sus acuerdos comerciales con terceros países en el uso de productos fitosanitarios».

Respecto al diagnóstico del campo valenciano el presidente de Cooperatives Agro-alimentàries apuntó un dato que avala su papel «esencial y estratégico» durante la crisis sanitaria: de los algo más de 66.000 ERTE tramitados por la Conselleria de Economía (afectan a 423.000 trabajadores) ninguno ha sido en cooperativas. «Europa debe reconocer nuestro papel . El futuro, según la UE, pasa por una Política Agraria Común que incluye un pacto verde que rebaja hasta un 50 % el uso de los fitosanitarios. Pero hay acuerdos internacionales de la UE que frenan las exportaciones a terceros países y aumentan los costes arancelarios para el exportador. En esa reforma de la PAC -advirtió- deben revisarse los acuerdos internacionales para que no perjudiquen a nuestros sectores exportadores».

En busca de competitividad

Arnandis también reconoció, al igual que Aguado, que las estructuras agrarias de menor tamaño de la Comunitat Valenciana, en comparación con otras regiones de España y del mundo, permiten menos mecanización y aumentan los costes de explotación. «Hemos sido competitivos sin ser rentables, aunque a costa de los agricultores. Para eso hay que mejorar estructuras», agregó el dirigente de Cooperatives Agro-alimentàries.

Según la presidenta del Colegio de Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Agrícolas de València y Castelló, «el campo valenciano estaba acomodado y algunas regiones de Andalucía como Almería así como Murcia avanzan rápidamente en sistemas de producción más tecnificados y profesionalizados en comparación con los de la Comunitat Valenciana». Por otro lado, lamentó el retraso importante en legislación por un «exceso de análisis» que debería dejarse en manos de técnicos, organizaciones agrarias, cooperativas y entidades asociativas que puedan aportar valores al sector».

También reconoció que la Comunitat Valenciana tiene leyes que no arrancan. «Surgen leyes como las ya mencionadas o la del Cambio Climático aunque también es tan importante agilizar licencias que se eternizan. Aquí duran cuatro o seis años. En ese tiempo -añadió- la tecnología y la demanda ha cambiado. El territorio valenciano debe impulsar las inversiones».

Respecto a la era poscovid, Regina Monsalve valoró que «se ha demostrado durante esta pandemia que el campo proporciona alimentos de forma sostenible y con suficientes garantías sanitarias. Mantiene las cadenas de seguridad y no hay ningún problema sanitario, ninguna alerta. La oportunidad de aprovechar las nuevas herramientas de producir debe aprovecharse para mantener la calidad y la marca en toda Europa».

Desde el punto de vista financiero, Domingo Álvarez aseguró que entidades financieras como Sabadell al frente han desarrollado y mantienen productos específicos «que se amoldan perfectamente a las necesidades de los agricultores, que suelen tener ritmos irregulares de ingresos y gastos y necesitan escenarios estables que generen confianza y permitan el desarrollo de sus actividades en unos tiempos que dependen de las condiciones de la naturaleza». También apuntó que esta entidad entra de lleno el ámbito de la innovación al lanzar nuevas aplicaciones (app) para dar servicios a los profesionales del campo. En su opinión, hace falta «profesionalizar la agricultura y que se apueste por la innovación con provectos bien estructurados y de valor añadido. Con investigación y jóvenes agricultores el campo funciona», apuntó.

Entre otras novedades el presidente de Cooperatives Agro-alimentàries anunció que esta entidad -que aglutina a casi 400 firmas y miles de socios- impulsa a través de una nueva figura jurídica planes de concentración de la propiedad, mecanización y digitalización de los procesos para mejorarla competitividad del sector.

Globalización y proximidad

A vueltas con la I+D+i, Monsalve comentó el auge de la demanda de estudios de ingeniería agronómica en los diferentes centros docentes universitarios de la Comunitat Valenciana. «Hemos pasado de un exceso de globalización a un mercado local. Por eso la 'Estrategia de la granja a la mesa' que propone la UE requiere que el producto español esté muy bien valorado y mantenga la capacidad de consumo en los mercados locales, de proximidad, indicó la presidenta del colegio de ingenieros técnicos de agronomía de València y Castelló. También reconoció que los agricultores valencianos «son buenos produciendo pero deben ser rentables. Los jóvenes deben incorporar nuevos variedades y cultivos hidropónicos, abogar por cultivos ecológicos, entre otras apuestas. Y ser capaces de realizar grandes cambios», agregó.

También hubo tiempo para analizar el peso de la agricultura valenciana en las decisiones de las administraciones públicas. «Un lobby valenciano es importante en Europa aunque también en España porque la Comunitat Valenciana debe pesar en el ministerio, que es quien propone asuntos en la reuniones de los ministros del ramo de la Unión Europea», comentó Arnandis.

Otras cuestiones que preocupan de lleno al sector son los cambios que la covid-19 obliga a introducir en las explotaciones y el mercado agropecuario y las expectativas de un cambio en los consumidores hacia el consumo de productos de proximidad, así como el reglamento de productos importados en régimen de competencia desleal . «Los retos de viabilidad en un escenario de sequía y cambio climático así como posibilidades de incorporación de la innovación a las técnicas de cultivo, recolección y comercialización son de plena actualidad», reconoció Regina Monsalve. Y destacó que también la pandemia hace que muchas personas se cuestionen su permanencia en las ciudades y herramientas como el teletrabajo pueden hacer que muchos se planteen una nueva vida.

Por otro lado, Domingo Álvarez abogó por impulsar las interprofesionales en el sector, como la del aceite, para ganar poder de interlocución ante las administraciones públicas y el propio mercado. «La gestión empresarial es clave para ser competitivos, para generar valor añadido y marca», añadió el directivo del Sabadell.

Aguado describió finalmente su visión del sector: «La agricultura del futuro es con agua y verde. El medio ambiente lo sostienen, sobre todo, los agricultores. De lo contrario no hay futuro. Hay que implicar a políticos y profesionales en ese proceso de cambio. Si mucha gente ha venido al campo en tiempos de crisis, al igual que llegaron, se marchan. Por tanto, la cadena alimentaria ha de funcionar pero con una planificación y una defensa del mercado que haga atractiva la actividad a las nuevas generaciones».