Una ocurrencia de hace un año está salvando, hoy en día y en la situación de pandemia actual, numerosas fiestas de cumpleaños. En concreto, se trata de la idea de Vicente Blanch, que pensó que las tartas de cumpleaños debían ser protegidas en el momento de soplar las velas, para evitar que en el pastel pudieran quedar restos de saliva, virus o incluso cera, que luego fueran ingeridos por todos los invitados a la celebración.

Con este objetivo, creó lo que ha bautizado como «cubretartas», un utensilio similar a una quesera pero diseñado expresamente para estas celebraciones, ya que se pone sobre el pastel y en la parte superior cuenta con ranuras donde poder colocar las velas, tanto las clásicas como las que tienen la forma de número.

«Somos una familia muy grande, con 12 niños, varios hermanos, primos... y los pequeños siempre quieren soplar e incluso llegan a pelearse...», cuenta Vicente Blanch, abogado laboralista de profesión. Así, después de haberse quedado alguna vez con ganas de comer tarta al verla llena de saliva de los más pequeños, patentó el utensilio en 2019 y dejó la idea en standby. Viendo la situación sanitaria de estos últimos meses decidió que era el momento de lanzarse.

«Soplar las velas es una costumbre cultural muy arraigada, pero la posibilidad de que se propague cualquier virus se multiplica por seis», explica. «Con humildad, creo que esto puede ayudar a la sociedad y a mantener las medidas de higiene necesarias en la pandemia», añade.

Primero, probó con un film transparente, pero se dio cuenta de que era mejor un plástico rígido, que se pudiera limpiar y no dañara el pastel ni la decoración. Por esto, se fabrican en PVC alimentario que, además, no se quema.

Blanch, que cuenta con dos patentes diferentes de «cubretartas», -pues hay varios modelos, formas y tamaños-, ahora trabaja porque algún supermercado apueste por vender directamente los pasteles de cumpleaños con este recipiente, a modo de envoltorio.

De momento, el objeto se puede adquirir a través de su cuenta de Instagram, la web, un supermercado (pero sin tarta) y varias pastelerías de València.

Como destaca su diseñador, natural de la capital del Túria, todas las piezas se fabrican en cuatro empresas de la provincia de València «y así seguirá siendo», asegura. En menos de 48 horas han llegado a vender 2.000 unidades y ahora superan las 300 a la semana. «Tengo amigos o compañeros de trabajo que recelaban o se reían y ahora ya no quieren tarta si no se sopla con la protección», dice el inventor.

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