Mucha gente todavía desconoce que en la Comunitat Valenciana hay una sola especie de rana común (Pelophylax perezi) cuyo nombre científico significa guardián del barro, y perezi, del entomólogo Laureano (Pérez) investigador ligado a si ciclo biológico. La palabra anfibio se refiere a animales que cumplen una parte de su ciclo vital en el agua y otro en la tierra, o bien que pueden vivir en ambos medios, acuático y terrestre. Los anfibios son vertebrados tetrápodos : tetra (cuatro) y podos (pie).

Pues en la Comunitat Valenciana habitan 8 especies de anfibios: 6 sapos, 1 rana común (los siete, anfibios anuros desprovistos de cola) y el gallipato, el único representante de los anfibios urodelos provistos de cola. Los sapos que habitan en la Comunidat Valenciana son: sapo común (Bufo spinus), sapo corredor (Epidalea calamita), sapo partero (Alytes obstetricans), sapo de espuelas (Pelobates cultripes), sapillo moteado (Pelodytes punctatus) y sapillo pintojo (Discoglossus galganoi). Pero este artículo quiero dedicárselo al sapo común, cuyo nombre científico es Bufo spinus. Éste sapo común es el de mayor tamaño que habita en nuestra península, alcanzando una longitud de 25 centímetros cabeza-cuerpo. En ambos lados del cuello posee unas glándulas parótidas y otras verrugosas diseminadas por toda su anatomía. Se caracteriza por tener la pupila de un color dorado-rojizo de forma horizontal. La coloración de este sapo es del color bronce, amarillento, blanco y marrón. Cuando se siente amenazado, realiza movimientos hacia adelante mostrando las glándulas parótidas para disuadir el adversario. Éstas segregan una sustancia tóxica muy urticante que contiene alcaloides (grupo de compuestos químicos de naturaleza tóxica que, habitualmente, forman parte de los venenos de numerosas especies animales y tienen una acción directa sobre el sistema nervioso de las víctimas) que aunque no resulta tan tóxica como el veneno de la víbora, el escorpión o la escolopendra, puede provocar irritaciones en la piel y afectar a los órganos internos de quien pretenda comérselo. Recuerdo una ocasión en la que observé a un zorro común (Vulpes vulpes), morder a un sapo y cómo tras zarandearlo y darle la vuelta varias veces acabó vomitándolo, no volviendo a repetir semejante experiencia.

Enseñemos a los niños que no deben alterar el hábitat ni causar daño a los sapos, y acabemos con la costumbre de capturar larvas de rana o sapos (renacuajos) y meterlos en un bote para ver cómo se desarrollan: no sobrevivirá ninguno. Antes de concluir este artículo, permítanme que haga un alegato en defensa de los sapos: son animales tan importantes como inofensivos. Todos deberíamos hacer un esfuerzo para superar esa primera reacción instintiva de repulsa, el sentimiento atávico de rechazo hacia estas especies. Sobre todo, en el medio rural donde es protagonista de falsas leyendas poco favorecedoras, de soportar todo tipo de ofensas y abrasiones. Se alimentan de dípteros, término que significa "dos alas" (mosquitos), babosas, caracoles, etc. Es un gran aliado del agricultor. Tanto a niños como a adultos hay que enseñarles que las larvas (renacuajos) de sapos y ranas que mueven la colita para desplazarse por el medio acuático entre la vegetación acuática pues son eso, ranas y sapos que están en proyecto y que sufren metamorfosis, y que les irán apareciendo las patitas y perderán la cola y se transformarán en ranas y sapos. Hay quien incluso me ha preguntado si los renacuajos eran crías de peces que descendían del fartet (Aphanius iberus) y del samaruc (Valencia hispanica). Y que él les llamaba "cucharillas".

Si alguna vez se manipula a alguna especie de sapo, posteriormente, es recomendable lavarse bien las manos. Me gusta formar a los alumnos para que comprendan muy bien la biología de los animales. Últimamente, he impartido clases extraescolares en el Colegio Imperial de Niños Huérfanos de San Vicente Ferrer.

Todos los anfibios de la Comunitat Valenciana están protegidos por la legislación vigente.