No habrá cierre general del ocio nocturno en la Comunitat Valenciana. Al menos, de momento. El president de la Generalitat ignora la posición de Compromís, cuyos líderes han pasado a abogar por medidas restrictivas severas en este ámbito después de algunos brotes en discotecas y pubs, y mantiene su criterio, contrario a una clausura por decreto.

«No hay ningún cambio de criterio. La posición no ha variado», aseguraron ayer a Levante-EMV fuentes del entorno de Ximo Puig, que sostienen que el president se mantiene firme, a pesar del criterio diferente de los socios.

La líder de Compromís, Mónica Oltra, afirmó el pasado miércoles en Alicante que hay un tipo de ocio que por su «naturaleza es «incompatible» con las medidas de seguridad contra la pandemia. Es «una quimera» intentar mantenerlo, dijo.

Las declaraciones de la vicepresidenta del Ejecutivo se alinean con las del alcalde de València, Joan Ribó, que la semana pasada pidió a la Generalitat el cierre de estos locales, y las del secretario autonómico de Empleo, Enric Nomdedéu, que dijo: «Para salvar el turismo, puede ser que sea necesario cerrar los pubs». Parece evidente que Compromís tiene un criterio claro en este punto y que no es el que viene repitiendo Puig desde la aparición de brotes: el president rechaza «estigmatizar» un sector concreto y apela a la responsabilidad ciudadana.

«Pasaría como con la ley seca en EE UU», comentaban ayer fuentes de Presidencia, en referencia a la idea de que los usuarios (jóvenes, mayoritariamente) buscarían otras vías de diversión colectiva por su cuenta, como botellones y fiestas en casas.

La tesis que manejan Puig y su equipo es que es preferible, que si han de producirse contagios, estos sean en un ámbito de ocio reglado, donde hay más control de las medidas sanitarias y se toman los datos de los clientes para poder seguir la trazabilidad de los brotes, si aparecen. La posición de Puig es de más vigilancia y no de un cierre general. Esto es, actuar sobre aquellos que incumplan las medidas sanitarias: aforo, distancia interpersonal y mascarillas. Y esa es una responsabilidad de los ayuntamientos, que, por su parte, como en los casos de Ribó y el socialista Fernández Bielsa (Mislata), preferirían una actuación colectiva de la Generalitat.

En esta línea, el president, anunció ayer, tras reunirse con cónsules de 26 países, que este fin de semana se va a poner en marcha un plan específico de movilización de las fuerzas de seguridad para conseguir un cumplimiento efectivo de las normas, tanto en el ocio nocturno como en otras, respecto al uso de la mascarilla o al establecimiento de límites en los aforos.

«No hay riesgo cero», dijo Puig a los representantes de 26 países. La medida tiene como objetivo «generar la máxima seguridad», agregó en una cita en la que intentó trasladar un mensaje de tranquilidad ante los problemas del turismo por los vetos de Reino Unido. El vicepresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau, evitó ayer situarse al lado de Compromís en este debate. Aseguró que la decisión de un cierre global «ha de ser de los expertos». No obstante, añadió que, «en el momento que lo aconsejen, al Consell no le ha de temblar el pulso».

El ocio nocturno fue también uno de los temas que salió también tras el encuentro de Puig con los síndics parlamentarios. Manolo Mata (PSPV) puso el dedo sobre las responsabilidades municipales. Así invitó a Ribó a cerrar la Marina de valència, «que es competencia suya».

Mientras, la derecha destacó la diferencia de criterios en el seno del Consell. «Da la sensación de que es el Gobierno de Pancho Villa», dijo Isabel Bonig (PP). «Están dando un espectáculo bochornoso de un Gobierno que cada día se rompe más», declaró Toni Cantó (Ciudadanos) a este diario.