El título es desalentador, pero es lo que dicta nuestro clima. En España se conoce la canícula como el tramo estadísticamente más cálido del año, que se encuadra entre los días quince de julio y de agosto, el conocido periodo 'entre vírgenes'. Esto tampoco puede ser dogma de fe, porque unas veces el calor más acentuado llega algo antes o después, y además atiende a matices geográficos que condicionan su validez. En las zonas bañadas por el Mediterráneo esas fechas de inicio y fin se ponen en entredicho. Normalmente, en Cataluña, Baleares o en la Comunidad Valenciana los días más calurosos y las noches más insoportables se registran a lo largo del mes de agosto. También en la segunda quincena. Ahí entran en juego la temperatura de la superficie marítima que baña sus costas y los primeros espasmos de la circulación zonal, esa que trae los temidos vientos de componente oeste.

Siempre existe la incertidumbre, o la esperanza quizás, no sé, de que salga un agosto llevadero. Podría pasar. En esta ocasión, los pronósticos a largo plazo que barajamos en Meteored derivados del Centro Europeo de Predicción se han empeñado en quitarnos la idea. Las próximas cuatro semanas previsiblemente serán más cálidas de lo habitual en la mayor parte de la Península Ibérica. El modelo anticipa temperaturas entre 0,5 y 1 ºC por encima del promedio en la vertiente mediterránea. Esta anomalía, que a priori puede parecer insignificante, supone que podrían prevalecer las entradas de aire tropical sobre las de otro origen, atlánticas por ejemplo, con ese remanente polar tan refrescante. También se puede dar el caso sin que haya irrupciones de aire procedente de África o del Atlántico subtropical, basta con que un escenario persistente de altas presiones impida la ventilación. Así el poso que queda en los valles interiores es de aúpa.

Tras muchos días de temperaturas altas, en próximas fechas el mar Mediterráneo alcanzará los registros más altos, del orden de 26 a 29 ºC, si no más, y esto dejará brisas cada vez más cálidas y colmadas de humedad. En el litoral y el prelitoral las mínimas tropicales más elevadas se suelen prodigar justo en estas fechas. Además, de cara a la segunda quincena es habitual que el chorro polar empiece a ganar protagonismo y que traiga algún día de poniente. Aunque bueno, esos mismos vaivenes son los encargados de dejar algunas tardes de tormenta. Que a mí me encantan, dicho sea de paso.