La valenciana Trinidad Simó murió el sábado en su casa de València. Simó, que nació en la capital del Turia en 1935, se doctoró en Historia de la Arquitectura después de estudiar Filosofía y Letras, y fue profesora titular de la Universitat Politécnica de València hasta su jubilación. Fue, además, un referente de las luchas ciudadanas en la Transición para salvar El Saler, el antiguo cauce del Turia, El Botànic, La Punta, El Cabanyal o Ciutat Vella. Simó era una firme defensora de la ciudad sostenible, concepto que desarrolló en las páginas de Levante-EMV con el colectivo Terra Crítica.

En compañía de un puñado de mujeres más encabezó el incipiente movimiento feminista que cuajó en València durante la década de los años setenta. Simó fue una niña que quedó huérfana de padre a los siete años, pero también fue una joven que vio cómo su madre sacaba adelante a cinco hijos. Después, con veinte años, se marchó a París a cuidar niños. Allí conoció la libertad y el aire fresco que nunca había sentido en la España franquista. Y aunque se equivocó con un matrimonio temprano, una década después se divorció para ser más genuinamente libre, una mujer que dio un paso al frente y se enroló en el feminismo «avant la lettre».

Primero en el Ateneo, en la Subcomisión de la Mujer, y desde 1975 como presidenta y fundadora de la Asociación de Mujeres Universitarias, Simó nunca dejó de defender el movimiento feminista. «Hicimos la primera manifestación feminista. Recuerdo que la gente se burlaba de nosotras porque defendíamos a las mujeres en la calle. Aquello era inaudito en València. ¡Nos veían como seres extraterrestres!», rememoraba entre risas en 2015 en una entrevista con Paco Cerdá que publicó este periódico.