Un plus económico en la nómina, más libranzas o puntos en la baremación para obtener una plaza son algunas de las medidas que se plantean desde la Fundación Valenciana de Pediatría para fomentar que los especialistas se desplacen a zonas rurales donde, a priori, nadie quiere ir.

Esa sería una de las formas de motivar que los médicos recién licenciados quisieran abandonar la ciudad y enfrentarse a zonas no tan cómodas. Eso y, por supuesto, aumentar la convocatoria de plazas de Médicos Internos Residentes (MIR) en pediatría. Así se expresó ayer Carlos de Paredes, expresidente de la Fundación Valenciana de Pediatría.

La escasez de pediatras en la Comunitat Valenciana, con especial incidencia en zonas rurales, no parece que vaya a tener solución a corto plazo. Además de la falta de especialistas infantiles, las urgencias pediátricas más cercanas para las comarcas de Los Serranos y Rincón de Ademuz son derivadas a La Fe, para lo que se debe conducir entre 50 y 100 kilómetros para ser atendidos de urgencia. Sí que funcionan las urgencias en Llíria pero con el mismo horario que los ambulatorios: de 8 de la mañana a 3 de la tarde.

Esa es la distancia que implica trasladarse a un pueblo de interior. Como señaló ayer De Paredes, «los que han terminado su residencia prefieren vivir a base de guardias que desplazarse a un centenar de kilómetros de la ciudad», lamenta. El ideal, asegura, sería imitar el modelo cubano de formación: «se les destina a lugares donde desempeñar la medicina rural. Solo así, sin estar amparado por un hospital, se resuelven los casos. Si estás cerca, se deriva al paciente para que lo haga otra departamento», señala De Paredes. El expresidente recuerda el caso concreto de Morella, donde no se consiguió que ningún pediatra quisiera la plaza por la lejanía y la carretera tortuosa que lleva hasta allí. Pero no solo cuesta encontrar profesionales que quieran salir del área metropolitana: «En Xàbia, que es un paraíso, no hubo manera de ocupar la plaza, y tampoco en Favara, Cullera o Sueca», lamenta el expresidente.

«En el caso concreto de Xàbia, traté que el ayuntamiento costeara la vivienda del pediatra, porque los alquileres eran caros, mucho más en verano. También propuse que este tipo de destinos, donde cuesta que la gente quiera ir, fueran solo para un año, por ejemplo», explica.

Se dieron muchas soluciones a la Conselleria de Sanidad pero el problema se ha perpetuado. «Como sobran médicos de familia, es más fácil para la Administración cubrir las plazas de pediatría con estos profesionales que no están especializados en menores. Cuando hay alguna complicación o emergencia, es cuando sale a la luz las carencias», lamenta Paredes. Mientras, los pocos pediatras que hay y con especial incidencia en los jóvenes, desde la Fundación de Pediatría creen que necesitan estímulos porque, de lo contrario, «quieren prosperar, seguir estudiando, hacer cursos y formarse y eso solo puede hacerse en la ciudad», señala el presidente.

Más docencia

De Paredes recuerda que el origen del problema es responsabilidad de la Administración al no convocar las suficientes plazas MIR en pediatría. Las hospitales las solicitan, pero luego se recortan según explica el expresidente. «Además, son estos centros hospitalarios los que tienen que tener la capacidad de docencia para los residentes, y no todos la tienen», señala De Paredes.