«Lo siento, os tenéis que ir... Y ya sabéis... A portarse bien». Así sonó el pasado viernes el principio del fin de la noche valenciana. Entre disculpas y «porfavores», los trabajadores del ocio nocturno pidieron a sus clientes que se fueran a casa a la 01.20 horas de la madrugada. Una hora temprana para los que transitan por zonas como la Marina o barrios como Russafa o el Carme, donde abundan esos bares de copas y discotecas que ya no podrán abrir sus puertas a causa del crecimiento de los contagios por Covid-19. «Es una pena. Creo que no hacemos daño a nadie viniendo aquí. No nos juntamos con extraños. No es como antes, que solías conocer gente y pasarlo bien en la pista. Eso se ha perdido», confesó a Levante-EMV una asistente de un local de la Marina. La reacción de los clientes fue variopinta. Algunos se movían entre la incomprensión y la rabia. «Al final no nos van a dejar hacer nada», comentó un joven a la orilla del puerto. Otros, simplemente, optaban por la resignación. «Creo quE era cuestión de tiempo que volviésemos a estar así. Yo leo las noticias estos días y me asusto», confesó otra joven en el paseo. «Lo que tendremos que hacer ahora será cenar fuera e ir a casa a tomarnos las copas. Y si no se puede, pues tendremos que cenar antes e irnos a dormir temprano». Aunque no todos confían en que el estilo de vida nocturno vaya a cambiar. «Esto va a suponer la explosión del botellón». Es lo que augura uno de los empresarios de la Marina. «Si aquí estuviésemos hasta las 5 de la mañana todo estará más controlado. Pero con nosotros cerrados, los jóvenes se van a ir a los parques a beber, sin mascarillas y todos juntos. Así no arreglamos nada. Esto va a ayudar muy poco a frenar los contagios», critica un empresario de la Marina, muy «decepcionado» con las nuevas medidas del Gobierno. Respecto a las pérdidas que va a suponer el cierre: «No lo quiero ni pensar». «Lo vamos a vivir muy mal. Tener un negocio en la Marina ya es una ruina. Esta zona es la más sana de la ciudad, porque la gente puede estar al aire libre y hay espacio para respetar la distancia de seguridad. Nos hemos adaptado a todo lo que nos han dicho, hay menos aforo, nadie baila.... Y ahora nos encontramos con que nos cierran», lamenta. Este empresario calcula que ha invertido en torno a 50.000 euros en medidas contra el coronavirus. Por ejemplo, en la compra de una maquina para desinfectar el local, un dispositivo para medir la temperatura, dispensadores de gel hidroalcohólico y personal de seguridad para controlar el aforo. «Sin contar los litros de gel y kilómetros de papel higiénico. Aquí no nos hemos contagiado nadie», defiende el empresario.

A pesar de las polémicas imágenes que protagonizó la Marina al inicio de la desescalada, lo cierto es que los trabajadores de los locales aseguran que está siendo uno de los veranos «con menos afluencia de la historia». «El miedo al virus se nota», comenta una camarera. La mayoría de los clientes a los que atiende estos días son extranjeros. Turistas que vienen a quedarse una semana. La mayoría franceses. «Parece que hayan pasado de largo Cataluña para venir a València, es la vez que más clientes franceses hemos tenido. Pero parece que eso ya da igual», lamenta. Su encargado no se atreve a especificar las medidas que tomará la empresa la próxima semana. Ellos, por lo menos, no se ven abocados al cierre, ya que también cuentan con servicio de hostelería, por lo que la hora de cierre será a la 1 de la madrugada. «Me sabe muy mal por ellos. Al final, viene a pagarlo la gente joven, que es la que consume y trabaja aquí». Según este encargado de un local de Marina, la afluencia de gente ha bajado de un 70% de un año a otro. «Aunque eso también da igual ahora».

El desánimo también se notó en otras zonas de la ciudad de València, como en Russafa, donde abundan bares de copas y discotecas que ahora no tendrán otra opción que bajar la persiana. «No todos lo han hecho bien. Muchos de los pubs aquí son de interior. Pusieron zonas delimitadas para grupos, pero dentro de esa zona se podía ir sin mascarilla, con lo cual no hacemos nada», critica un cliente de un local del barrio.

Pese a que la aplicación de las nuevas medidas se ejecutará el martes en la C. Valenciana, algunos locales ya no abrirán hoy sus puertas. «Nos vemos pronto, cuídate mucho». Con este mensaje se despidieron ayer las discotecas Mya, Umbracle y Akuarela en sus redes sociales. El local nocturno La 3, por su parte, hizo un comunicado: «Hemos trabajado de la mejor manera posible para ofreceros un lugar seguro donde bailar y disfrutar en la medida de lo posible y aplicando cada directriz que tocaba. Ganas de volver con más fuerza si cabe», publicó en sus redes sociales.

«La gente lo tiene que entender»

El concejal de Protección ciudadana del Ayuntamiento de València, Aarón Cano, supervisó el pasado viernes el cierre del ocio nocturno a la 1 de la madrugada acompañado de un amplio dispositivo policial. «La gente lo tiene que entender. No tenemos normalidad, y no la habrá hasta que no haya una vacuna», señaló el regidor, que ante la perplejidad de algunos clientes aseguró: «Su perplejidad es la razón por la que se toman las medidas. El perplejo sería yo si no se tomaran cartas en el asunto ante los contagios», aseveró Cano. «No es que se estén sumando los casos, sino que se están multiplicando. Esto lo tenemos que parar. ¿Cómo vamos a comenzar el curso escolar en esta situación? ¿Cómo vamos a volver a nuestros centros de trabajo? ¿Cómo vamos a garantizar la vida de los mayores que están en las residencias?», se preguntó Cano. La diversión tendrá que esperar hasta responder a estas preguntas.

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