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"Ahora los jóvenes son el foco pero en el confinamiento han estado olvidados"

Varias expertas proponen mensajes claros a través de redes y mostrar empatía para involucrarles

Un grupo de jóvenes, algunos sin mascarilla, hablando en el centro de València. EDUARDO RIPOLL

Un poema de Rubén Darío acuñó el «juventud, divino tesoro» como un lamento al paso del tiempo. Hoy, la juventud, lejos de ser añorada como los años vivos, es señalada porque ese exceso de vitalidad puede ser perjudicial para el resto de la población. En un momento en que la expansión del virus no deja de crecer, los datos valencianos indican que la mitad de las personas contagiadas por brotes comunitarios son personas de entre los 15 y los 34 años.

La pregunta, por tanto, sobrevuela el ambiente: ¿qué se puede hacer para involucrar a la juventud, esa franja de edad entre los 15 y los 34 años que acumula casos por contacto social, en la lucha contra el virus? Más allá de las medidas anunciadas por parte de las autoridades que podrían reducir este contagio, la labor fundamental es la concienciación.

«Ahora se está focalizando la atención en los jóvenes, pero cuando hemos estado confinados han estado olvidados, parecía que el asunto no iba con ellos», explica la psicóloga Jéssica Cabeza especializada en tratar con adolescentes y veinteañeros. Es por ello que, en primer lugar, reclama «mensajes claros y concisos, sin versiones light sino explicando realmente la situación, dando testimonios e imágenes, referentes que sirvan para concienciar que todo esto va también con ellos, que se pueden ver afectados».

En una misma línea, la socióloga e investigadora de la Universitat Autònoma de Barcelona, Ana González Ramos, expresa que «hasta ahora se ha hecho un llamamiento a la población en general, sin saber llegar de manera diferenciada a los jóvenes, sin entender que cada grupo social es diferente y reacciona de manera distinta a los mensajes». Asegura que hay que involucrarles porque «esto es ser adulto, quieren ser tratados como adultos y saber que esto es la responsabilidad, pero hay que saber llegar a ellos». Ahí entran en juego las redes sociales: «Es necesario que en estas redes se popularice esta necesidad de una vida saludable, de cuidarse».

Por ejemplo, dentro de esta estrategia está el fomento de las mascarillas. «Las mascarillas pueden convertirse en un elemento de marca personal, en un momento en que perdemos una parte de nuestra identidad al taparnos la cara, hay que hacerles entender que las mascarillas son algo normal en nuestra vida y que pueden remarcar una forma de mostrarse al mundo, de mostrar gustos o pertenencia», propone la especialista en redes sociales de la UAB. González Ramos incide en la importancia de las redes sociales para «marcar influencia». «Cada vez hay más líderes de opinión jóvenes que se convierten en portavoces del futuro, no sólo de su generación, sino también para adultos», reflexiona.

La psicóloga Jéssica Cabeza remarca una nueva perspectiva para tratar a los jóvenes, especialmente a los adolescentes: «Validar su frustración», empatizar. «Hay que entenderles y hablar con ellos, comprender que han perdido una primavera, tres meses de experiencias, que algunos se han quedado sin su graduación, sin su viaje de final de curso», explica Cabeza, que añade que sentares con ellos a hablar «no significa no poner normas, se trata de entender la frustración, pero enfatizar en que tienen responsabilidad».

Para Cabeza, caer en un mensaje de culpabilizar a los jóvenes y estigmatizarlos es peligroso porque «si mandamos el mensaje de que no esperamos nada de ellos se produce lo que en psicología llamamos la profecía autocumplida, es decir, como no esperamos nada de los jóvenes, ellos mismos se preguntan para qué van a hacer nada diferente». También, indica, «no se trata de prohibirles todo, sino guiar y confiar en que pueden seguir haciendo algunas actividades siempre que se tomen las medidas de prevención».

Por último, la psicóloga resalta que si bien hay jóvenes que continúan sin cumplir las medidas de seguridad, «hay otros tantos jóvenes que tienen la perspectiva contraria, que todavía no han salido, que tienen miedo y hasta ansiedad porque sienten los reproches de los mayores como si fueran los culpables». «Hay una gran incertidumbre y por eso es importante comunicar y mandar información a los jóvenes», señala Cabeza quien destaca que la implicación de los jóvenes «es clave para poder frenar al virus».

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