Los casos de covid-19 aumentan desde hace semanas en España. Los hospitales reciben un goteo constante de pacientes que, echando la vista atrás, hace temer que la situación se descontrole de un momento a otro. Los centros de atención primaria viven un verano al límite, en el que unas plantillas agotadas deben atender a sus pacientes habituales además de a los afectados por coronavirus. Los contados rastreadores no dan abasto. Y los sanitarios se sienten al límite. Este es el contexto en el que ahora caen las nuevas restricciones diseñadas para intentar atajar la expansión del virus, acordadas por el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas el viernes pasado. «El virus va muy rápido y las medidas para frenarlo van muy lentas», denuncian varias sociedades médicas a este diario.

Los expertos, que la semana pasada emitieron un comunicado alertando de la «alta probabilidad» de un nuevo colapso sanitario y reclamando medidas más contundentes, perciben el acuerdo entre autonomías como un paso adelante. Pero no como una solución convincente. Preocupa sobre todo que la falta de recursos, que entorpece las labores de atención primaria y de los hospitales. Y la ausencia de la «legión de rastreadores» que se prometió.

Así, las sociedades médicas denuncian que las restricciones diseñadas para atajar los contagios llegan con el incendio de casos ya empezado. Y no como medidas preventivas, tal y como se pidió hace meses. «Hace semanas que atendemos a un goteo creciente de pacientes con covid-19 y no ha sido hasta ahora que se han tomado medidas para contener los contagios. Es un paso que se debería haber dado hace tiempo», explica Germán Peces Barba, vicepresidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR). Y así lo corroboran todos los demás portavoces de las sociedades médicas contactadas. «Mientras no tengamos un tratamiento eficaz o una vacuna, estas medidas son lo único que nos va a salvar de otro colapso sanitario», esgrime Peces-Barba.

Sin rastreo

El aumento de casos ya deja huella en diferentes estratos. Empezando por los laboratorios encargados de analizar las pruebas diagnósticas. Julio García, portavoz de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (SEIMC) explica que en los centros se enfrentan a «una demanda de PCRs infinita con unos recursos limitados». «Si en marzo hacíamos unos 300 tests al día, ahora estamos en más de 1.500», ilustra.

La capacidad de dar con casos positivos ha aumentado. Así como la detección de perfiles leves o asintomáticos, que hoy por hoy suponen hasta un 60% de los diagnósticos. Falla la planificación de una respuesta frente a estos casos. «¿De qué sirve sacar adelante tantas pruebas PCR si después no hay un seguimiento y un rastreo detrás? A estas alturas no podemos hablar de contratar rastreadores. Ya deberían estar actuando», comenta García.

Las carencias del sistema, que vienen de atrás, preocupan sobre todo ahora, a las puertas de una época de gripes y otros virus respiratorios que podrían colapsar estos centros. «Los sanitarios estamos al límite de nuestra resistencia física y mental», destaca García.

Mientras, en los centros de atención primaria el aumento de diagnósticos de covid-19 se percibe con preocupación -están creciendo los positivos con hasta el 40 % de las plantillas de vacaciones- y en los hospitales, «tememos que la situación se acabe torciendo», argumenta Peces-Barba, neumólogo y vicepresidente de la SEPAR.