El cáncer cerebral infantil es uno de los que tiene peor pronóstico: es un tipo de tumor difícil de curar y, por su localización, aún más complicado de estudiar, pero ¿y si se pudiera prevenir?. ¿Y si estuviera relacionado con el sistema inmune?

Convencida de ello, la doctora en Biología Molecular del Instituto de Neurociencias de Alicante, Isabel Adrados, pone en marcha el proyecto #CancerFree, una iniciativa con la que pretende avanzar en el conocimiento de un tipo de cáncer tan agresivo que incluso cuando se supera puede dejar secuelas para toda la vida.

«Casi nadie trabaja en prevención del cáncer, pero para mí es un aspecto clave. Nuestra hipótesis de trabajo es que algo debe pasar en el sistema inmune de las personas que no desarrollan tumores a pesar de tener factores de riesgo», dice esta experta en genética y farmacogenómica.

Para poner a prueba su hipótesis, Adrados está trabajando con las diminutas y familiares moscas de la fruta, cuyo nombre científico es Drosophila melanogaster. Este insecto es un modelo habitual en los laboratorios por su reducido número de cromosomas (cuatro pares), por su breve ciclo de vida (entre 15 y 21 días), que permite estudiar muchas generaciones en un corto espacio de tiempo, y, lo más importante, porque cerca del 75 % de los genes humanos vinculados con enfermedades tienen su homólogo en el genoma de la mosca de la fruta, que ya se conoce al completo.

Con su proyecto, Adrados va a generar moscas que llevan oncogenes del cáncer cerebral infantil y que van a desarrollar tumores en los ojos, fáciles de ver al microscopio. El objetivo de Cancer Free es generar una población de moscas superresistentes al cáncer que ayuden «a identificar genes de resiliencia, que hacen a las moscas más resistentes, y con lo aprendido, poder ayudar a los individuos más vulnerables», comenta la investigadora.