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Mercado de trabajo

Camareros: un oficio de riesgo en los tiempos de la pandemia

Acaparan más del 10 % de los empleos en València pero su futuro es cada vez más incierto

Un camarero atiende a los clientes en la playa de València. eduardo ripoll

Por los horarios que se estiran como un chicle, los contratos temporales y los salarios exiguos, la profesión de camarero siempre ha sido un oficio poco agradecido, una impresión que se acrecienta en estos tiempos de pandemia. Primero por el cierre de negocios a que obligó el estado de alarma para evitar la propagación de la covid-19; luego, por una desescalada que no recuperó todo el empleo paralizado y, ahora, por los efectos de los rebrotes que crecen al parecer de forma imparable.

Es como si las siete plagas se hubieran concentrado sobre este colectivo laboral, sorprendentemente (o no) el más abundante en la Comunitat Valenciana, tierra de turismo y de bares.

Bares, restaurantes, discotecas, pubs, salones de eventos, lugares todos ellos abocados al contacto social, están siendo, junto al comercio, las actividades más golpeadas por la crisis del coronavirus. Cuando creían que empezaban a levantar cabeza, tras meses de absoluta postración, con la vuelta a la así denominada nueva normalidad, la covid-19 ha vuelto a desbocarse y las primeras medidas que están tomando las autoridades han ido en la línea de poner trabas al funcionamiento de estos negocios, considerados como uno de los puntos críticos en la transmisión del virus. El ocio nocturno está clausurado durante 21 días y los bares y restaurantes deben cerrar a la una de la madrugada, sin aceptar a nuevos clientes más allá de las doce. Si algunos pequeños empresarios veían agosto con esperanza para recuperar la caja, la segunda ola de contagios ha animado a cerrar por vacaciones.

La prórroga de los ERTE acordada en junio contemplaba los llamados expedientes de rebrote, destinados prioritariamente a las actividades mencionadas, ante la eventualidad de que fueran víctimas de nuevas medidas para contener la pandemia, como así ha sucedido. Y los efectos se han notado con rapidez.

En la semana transcurrida desde que la Generalitat publicó en el Diari Oficial sus nuevas decisiones, 15 empresas de la Comunitat Valenciana se han acogido a este tipo de ERTE, según datos de la Dirección General de Trabajo. Se trata de firmas del ocio nocturno. Seis son de Valencia, siete de Alicante y dos de Castelló. En cuatro días, la cifra se ha duplicado.

Vendedores y limpieza

No es un panorama nada halagüeño para el mercado de trabajo valenciano. La crisis de consumo, las medidas restrictivas y los rebrotes castigan directamente a los oficios que ocupan las posiciones más elevadas del ránking. Aunque es una foto que disgusta a los responsables públicos, lo bien cierto es que la caricatura del 'país de camareros' tiene una base sólida.

En concreto, durante el año 2019 el oficio de camarero fue el que más contrataciones iniciales motivó en la C. Valenciana. Con mucha diferencia. Buena muestra también del elevado índice de temporalidad y rotación que se vive tras muchas barras. Así, a nivel autonómico la hostelería sumó 404.456 contrataciones, el 20,2% de las 1.995.854 que se iniciaron durante todo el año, en línea con el año anterior (-0,49%).

En València y su provincia, el oficio de camarero asalariado fue el más demandado, el 10,6% del total con 125.567 contratos. En Castelló, el peso de este trabajo sobre el conjunto se dispara al 18%; y en Alicante, provincia turística de referencia, alcanza los 105.000 contratos, más del 15%, según la información hecha pública en la memoria anual del Comité Económico y Social 2019.

La mala noticia es que los otros oficios que copan el ránking por contrataciones también están ligados a la actividad turística y a las dinámicas de consumo que, precisamente, están en riesgo en la era postcovid. Si bien el peón de industria manufacturera es la segunda ocupación por número de contratos, los siguientes puestos del ránking están copados por los vendedores en tiendas y almacenes y el personal de limpieza de oficinas, hoteles y otros establecimientos similares. El ayudante de cocina ocupa la sexta posición, y el cocinero asalariado, el noveno.

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