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"La presencialidad es vital para el aprendizaje"

Cuatro expertos debaten sobre la importancia de acudir al colegio: el desarrollo de habilidades sociales y el fomento de la igualdad son clave

Un instituto prepara el gimnasio para acoger alumnos a partir de la próxima semana. efe / manue bruque

Los rebrotes y la petición de algunas familias de poder elegir si sus hijos van a clase o no ha abierto el debate. También las posibilidades de impartir docencia de manera telemática. «Estamos haciendo todo lo posible para garantizar la asistencia presencial», insiste en cada declaración el president de la Generalitat, Ximo Puig, cuando se le pregunta por la vuelta al colegio. Llegados a este punto habría que preguntarse, ¿tan importante es ir a clase pudiendo dar la lección a través de internet?

«Es vital», señala Inma Coscollà, maestra de Primaria y jefa de estudios de un centro educativo de València, quien indica que las peticiones de educar de manera online en el próximo curso «se dan por el miedo de las familias, no porque no sepan que no es importante ir a clase». «Las preguntas que surgen del miedo se han de contestar con calma y explicar que ahora mismo las escuelas sí que están en condiciones en la Comunitat para acoger a los alumnos con una serie de medidas, igual que ahora podemos salir a la calle con ciertas condiciones y en marzo no», expresa Coscollà.

Partiendo de esa base, se muestra contundente. «La presencialidad es esencial a la escuela y al aprendizaje»; «ir a clase permite al alumno ir más allá del contenido, permite crecer en el pensar y la expresión» o «la enseñanza online no es más que poner tiritas a una herida demasiado grande» son algunas de sus conclusiones. Para la maestra, «la relación en la escuela es la que da sentido a los diferentes aprendizajes que sino sólo tendrían un sentido de aplicación y evaluación».

La psicóloga especializada en asuntos de infancia y adolescencia Jessica Cabeza señala que no acudir a clase «provoca un retraso en la adquisición de habilidades sociales y emocionales». «En el colegio o el instituto se relacionan no sólo con sus amigos, que son sus iguales y tienen experiencias y problemas similares entre ellos, sino que también sirve para relacionarse con los adultos desde un plano diferente al de la familia», agrega.

Generar desigualdades

Ante un posible confinamiento que vuelva a frenar las clases presenciales, Cabeza alerta de que esto podría provocar, por una parte, «un aumento de las desigualdades» ya que «no todos cuentan con las mismas herramientas en casa», desde una buena conexión a internet hasta un espacio adecuado para estudiar; y, por otra, podría provocar un aumento del abandono escolar. «Una de las mayores motivaciones de los adolescentes para ir a clase es encontrarse con sus amigos, no ir supone además perder rutinas diarias que no se puede esperar que mantengan en casa».

En esa misma línea, el sociólogo Francesc Hernàndez indica que la no presencialidad podría agravar los problemas de España en educación. Estos no son sobre rendimiento (es decir, resultados), sino sobre abandono, «especialmente abandono educativo», personas que no se siguen formando una vez acabada la educación obligatoria. «Hay una posibilidad muy grande de que más jóvenes se desenganche de la dinámica formativa», expresa el también profesor de Magisterio en la Universitat de València.

Además, remarca que la presencialidad obligatoria a las clases hace que la educación «sea un derecho que conlleva un deber que es el de estar escolarizado y el de tener que ir a clase». «La socialización en la escuela no sólo es necesaria para el desarrollo de los niños, sino que también es jurídicamente necesaria. El derecho del menor pasa por encima de la voluntad del padre si no le quiere llevar al colegio», reflexiona.

Francesc Hernàndez escribió durante la cuarentena un artículo junto al educador Carles Hernàndez llamado La escuela o el vacío completo. Preguntado por la importancia de la presencialidad, para Carles Hernández, el sistema educativo «está hecho para corregir desigualdades, pero, sin embargo, no lo consigue, ir a clase no hace que se acaben las desigualdades». No obstante, sí que destaca la importancia en el aprendizaje del alumnado y termina señalando que el problema «está en que hay una concepción social que pone en el centro de la escuela el contenido de lo que se estudia cuando lo importante es la relación y el crecimiento conjunto del alumno con sus iguales, por eso hay quien ve el aula como algo superficial».

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