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La pandemia evidencia la falta de recursos de salud mental en atención primaria

Psicólogos y asociaciones de familiares reclaman el refuerzo de las plantillas - Piden un apoyo especial para sanitarios y fuerzas de seguridad

Centro de Salud de Torrent, en una imagen de archivo. fernando bustamante

La pandemia de la covid-19, que ha hecho tambalearse el sistema, no solo ha provocado una doble crisis sanitaria y económica, sino que también ha puesto en riesgo la salud mental de la población. Si hace unos meses los expertos ya preveían un aumento de las patologías en este ámbito, ahora ven cómo sus previsiones empiezan a confirmarse al detectar un incremento de la demanda de atención psicológica en la población en general. Este hecho ha evidenciado la falta de recursos humanos en atención primaria destinados a salud mental de la ciudadanía. Así lo advierten Rosa Bayarri, presidenta de la Federación de Salud Mental de la Comunitat Valenciana, y Francisco Santolaya, decano del Colegio Oficial de Psicólogos de la Comunitat Valenciana.

Aunque todavía no se dispone de cifras concretas para la Comunitat, la presidenta de la federación, que agrupa a 27 asociaciones de familiares y personas con enfermedades mentales, señala que, según los datos recabados por la entidad, «si antes del confinamiento, aproximadamente, 1 de cada 4 personas llegaba a padecer un problema de salud mental, aunque fuera de tipo leve, ahora ese porcentaje puede estar acercándose a 1 de cada 3 personas».

La angustia, el miedo, la ansiedad o la depresión son algunas de las consultas que más se están incrementando entre los valencianos. «Yo distinguiría dos cuestiones: una, relacionada con el miedo al virus y el confinamiento, y otra, con la crisis económica que ha desatado la covid», explica Bayarri. «Las personas más desfavorecidas tienen menos recursos para afrontar la pandemia y presentan más factores causantes», señala la presidenta de la federación.

Otro de los sectores más sensibles, alerta Bayarri, es el de las personas mayores. «Han sufrido muchísimo más psicológicamente», subraya. Tanto Bayarri como Santolaya destacan el fenómeno de los «duelos no resueltos», el peaje psicológico de las miles de familias que no han podido dar el último adiós a sus seres queridos.

El decano del Colegio de Psicólogos detalla que, entre las nuevas consultas, también se ha percibido un aumento de los cuadros adaptativos. «Cuando pasamos un hecho traumático ponemos en marcha mecanismos de adaptación. Este proceso suele causar con frecuencia sintomatología de tipo negativo», explica el psicólogo. Además, la «desconexión social» que trajo el confinamiento tiene ahora secuelas. «La vuelta, con todas las normas que tenemos que cumplir, no es fácil», afirma Santolaya.

En este contexto, la atención primaria en salud mental, «que ya estaba desbordada antes del confinamiento», advierte Rosa Bayarri, «con la pandemia se ha visto desterrada, paralizada incluso». «Ha llegado un momento en el que ha sido imposible la atención a la población en general», lamenta Bayarri. «Estamos en una ratio muy baja de profesionales que atienden la salud mental respecto a otros países. Hay pocos psiquiatras y una ratio de psicólogos aún más inferior», recalca la presidenta.

Esta presión asistencial también está haciendo mella en los sanitarios. El decano del Colegio de Psicólogos cita un estudio de la Universidad Complutense de Madrid sobre 1.243 profesionales de la sanidad que ha revelado que «prácticamente el 79% presenta síntomas de ansiedad, el 21% de nivel severo». Francisco Santolaya señala: «El colectivo de los primeros intervinientes, tanto personal sanitario como fuerzas de seguridad, acaba teniendo un incremente importante de depresiones, ansiedades o estrés postraumático».

Sin herramientas psicológicas

La situación podría agravarse en caso de un aislamiento como el de la primera oleada. «Si se repitiera el mismo confinamiento, se vería un incremento de las consecuencias del primero porque no se ha puesto a disposición de la población prácticamente ninguna herramienta para afrontar la situación psicológica», advierte Bayarri.

Santolaya destaca que, si se produce una segunda avalancha de coronavirus, se deberían afrontar también las cuestiones económicas. «Se necesitan planes a largo plazo para reactivar la economía, porque si no lo vamos a sufrir en nuestras carnes», afirma.

Respecto a las personas con trastornos de salud mental graves, Pablo Cabeza, psicólogo social de la Asociación por la Salud Integral del Enfermo Mental (Asiem), alerta de que un segundo confinamiento «podría tener las mismas consecuencias que para cualquier patología, pero además estos pacientes necesitan una atención psicosocial intensa que en algún momento podría interrumpirse». Cabeza también ha señalado una situación que se están encontrando con personas diagnosticadas con una enfermedad mental grave tuteladas por la Administración y que viven en pisos tutelados o en residencias. «Por seguridad por la covid, no se les está dejando salir y eso repercute negativamente en su salud mental y su recuperación», explica.

En medio de un panorama bastante complejo, Bayarri destaca que la pandemia «ha democratizado los problemas de salud mental. La población ha empezado a hablar de ellos. Antes se veían como un problema ajeno; ahora la salud mental es cosa de todos».

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