El mes de septiembre suele ser trepidante en términos meteorológicos. También octubre en nuestra zona, pero en las otras que ahora comentaremos no tanto. En estas fechas las «calderas» del Atlántico tropical, Pacífico Nororiental y Pacífico Noroccidental alcanzan la mayor actividad ciclónica del año, dejando una miríada de sistemas tropicales que pueden llegar a ser realmente devastadores. En la cuenca atlántica hoy tenemos en marcha al ciclón Nana, camino de Belice a toda máquina. El nombre puede resultar simpático, casi embriagador, pero en este caso la armonía -por eso de la melodía- solo se ve desde el satélite, entre sus fauces hay rachas de viento próximas a los 150 kilómetros por hora, lluvias torrenciales y una marejada ciclónica peligrosa. En Dangriga, la capital del distrito beliceño de Stann Creek, cerca de 8000 vecinos se preparan para las acometidas de las precipitaciones y el mar, que previsiblemente provocarán inundaciones repentinas.

Algo más al noreste, también en el Atlántico, está Omar. Se trata de una tormenta tropical potente que ha tomado dirección este, hacia el interior del océano, sin suponer una amenaza para zonas pobladas. Menos suerte están teniendo en Corea del Sur. Allí está Maysak, un tifón con una categoría equivalente a 2 que expele rachas de viento superiores a los 150 km/h, además de fortísimas lluvias y la pertinente marejada. La ciudad de Busan, con algo más de tres millones de habitantes, está justo en su trayectoria. Si aquí el año 2020 está siendo aciago, imagínense ahí, tras un monzón crudo, ahora Maysak y con previsión de que en próximos días llegue otra tormenta de similares características, un tal Haishen.

Para los que nos dedicamos a esto de la meteorología, estas semanas suponen un particular Tourmalet. La información no tiene tanto impacto como los pronósticos para Semana Santa, porque las vacaciones son palabras mayores, pero hablamos de fenómenos con un riesgo muy elevado para la población. También en nuestro país. Ahora la superficie del mar Mediterráneo muestra las temperaturas más altas, que se entremezclan con la inestabilidad creciente del otoño climatológico. En cualquier momento el chorro polar puede ondularse y traer hasta la Península alguna vaguada o DANA con potencial para dejar un episodio de lluvias torrenciales, siempre que coincidan con la humedad necesaria. Nuestra olla es más pequeña, pero también salen unas coliflores -cumulonimbos- de escándalo.