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Bajada

Las vacaciones en casa acaban con el turismo extranjero

Los hoteleros valencianos lamentan la falta de liderazgo de la UE que causa el proteccionismo y condena un sector que vive del turista internacional

Las vacaciones en casa acaban con el turismo extranjero

Los destinos turísticos valencianos, orillados en este rincón peninsular de Europa, tan alejados de los grandes emisores que solo el avión es una alternativa para que lleguen a estos lares, han visto este verano con impotencia cómo la crisis sanitaria, tamizada por una buena dosis de geopolítica y algo de cambio climático, les ha dejado secos de visitantes. Es una disfunción, una broma de mal gusto para una industria que ha conseguido tras décadas de esfuerzo diversificar sus mercados turísticos, y que hoy depende básicamente del visitante de más allá de los Pirineos.

La palabra de moda este verano, y al mismo tiempo la gran condena de Benidorm, el resto de la Costa Blanca y València, es staycation, esto es, quedarse en casa por vacaciones. No solo en el sentido de aprovechar para reformar el hogar o acudir a una cercana segunda residencia. También redescubrir los olvidados paraísos cercanos, a poca distancia en coche, en lugar de saltar a los grandes destinos europeos.

Este fenómeno es la explicación, por ejemplo, de que la popular ciudad de Brighton, a una hora al sur de Londres, haya dejado esas imágenes con su playa abarrotada. Los staycationers han permitido salvarse a Airbnb, titulaba hace unos días The Economist. En Reino Unido, según un informe del operador turístico Parkdean Resorts, estas vacaciones internas han elevado el gasto en 8.246 millones de libras, en detrimento de los viajes internacionales, para disgusto de resorts, turoperadores y aerolíneas, amenazados todos por la quiebra.

En Alemania ha ocurrido algo similar. Este mes de agosto, según otro informe de la consultora TrevoTrend citado por Hosteltur, los destinos domésticos crecían un 6% mientras que se hundían los desplazamientos a todos los reclamos del Mediterráneo (español u oriental), con especial impacto en la península, que cae un 33%.

El fenómeno, en menor medida, se ha reproducido en España en esta especie de verano a dos velocidades, con la costa bajo mínimos mientras los alojamientos rurales de Cantabria, País Vasco o Cantabria han elevado su ocupación exclusivamente por el tirón del turismo nacional.

El comportamiento tiene algo de lógica dentro de la psicología del consumidor pero la política también ha jugado su parte. Entre los actores valencianos más relevantes del sector existe la convicción de que han pagado pecados ajenos, que la C. Valenciana no estaba en la misma situación de alarma sanitaria que Madrid o regiones del norte de España, por poner un caso. «En realidad, no hemos hecho méritos para sacar pecho (el conjunto de España) pero ha faltado liderazgo de Europa», lamenta Toni Mayor, presidente de la patronal hotelera Hosbec y empresario con intereses en la Costa Blanca.

Para Mayor, lo ideal hubiera sido una gestión centralizada desde Bruselas, una especie de «semáforo» que actualizara en tiempo real las recomendaciones o no de viajar a una ciudad en concreto conforme evolucionara la situación sanitaria. Ante la falta de iniciativa de la UE, volvió a imponerse la política de reino de taifas en el continente, y ha campado el «proteccionismo». Y los vetos mutuos. Si el 14 de agosto el Gobierno de Boris Johnson anunciaba una cuarentena para todos los ciudadanos que entraran en las islas desde Francia (y otros destinos), al día siguiente respondía Macron desde el sur del canal de la Mancha con las mismas medidas. España, ya sea en todo el país o alguna región, se ha visto también afectada por estas cuarentenas o recomendaciones negativas.

Cada país ha tratado de salvar a su sector, lamenta Mayor, citando incentivos como los del Gobierno italiano para viajar dentro de sus fronteras, algo que tampoco se ha producido en España. Y en esta batalla, la C. Valenciana y sus dos terceras partes de turismo extranjero tenían mucho que perder (3.700 millones hasta julio, según la última actualización de gasto del INE, con un 62% en caída de pernoctaciones).

Cambio climático

Si esto no fuera suficiente, las playas valencianas se enfrentan a un nuevo actor inesperado en el norte de Europa que ya el año pasado desincentivó viajar al Mediterráneo: el sol. «Inglaterra ha tenido un verano de 34 grados, les faltan aparatos de aire acondicionado», comenta Mayor, que señala que ya el año pasado las olas de calor pudieron explicar una merma de visitantes británicos y europeos, tanto o más que el brexit.

Un reciente informe del servicio meteorológico británico, la Met Office, certificaba que la década 2010-2019 ha sido la segunda más calurosa del último siglo, coronada por un 2019 que batió varios registros, una tendencia que achacan al cambio climático, y que prevén que continúe. Este mes de julio, Reino Unido registró en Londres el tercer día más caluroso de su historia, 37,8 grados.

«Volverán», vaticina el empresario. «Si tienen buen tiempo se quedan en su país; el que puede, porque es más caro. Pero volverán: Benidorm forma parte del Reino Unido», concluye.

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