Ya lo advirtieron los expertos: el nuevo coronavirus con el que teníamos que aprender a convivir no era más letal que otros ya conocidos de su misma familia ni generaba más casos graves. En la «primera ola» los porcentajes de casos graves y de muertes estaban disparados pero, solo, porque no se sabía qué profundidad tenía el iceberg de la transmisión del virus. Simplemente no se tenía la medida «real» de hasta dónde estaban llegando los contagios. Ahora que las pruebas PCR están generalizadas incluso a casos leves y asintomáticos, hemos empezado a ver el iceberg en su conjunto y a poner las cosas en orden para valorar el nivel de gravedad y la letalidad del SARS-CoV-2. De hecho, desde que empezó la desescalada y esta «segunda ola», del total de personas que se han infectado en la Comunitat Valenciana solo el 7,1 % han necesitado ser hospitalizados, el 0,6% han entrado en la UCI y el 0,5 % han fallecido.

Es el nivel de gravedad que está teniendo la segunda ola de la pandemia en la Comunitat Valenciana, según los datos que recoge el Ministerio de Sanidad a través del Instituto de Salud Carlos III. Según este cuenteo, desde el 10 de mayo en la C. Valenciana se han detectado 21.979 casos, y 1.552 han necesitado hospitalización, 131 han entrado en la UCI y 105 han fallecido aunque aquí las cifras no siempre coinciden con los registros autonómicos. Siendo bajo, lo cierto es que ese «nivel de gravedad» que adjudica el Carlos III a la Comunitat Valenciana está por encima de la media española que se sitúa en el 4,8 %, según el último informe covid actualizado el pasado viernes. Los expertos aseguran que es muy difícil dar una sola respuesta a este fenómeno que, a todas luces, es multifactorial. Podría ser que aquí la enfermedad fuera más grave pero teniendo en cuenta el rastreo de cepas que se hace y la baja mutabilidad del virus es más probable que tenga que ver con el porcentaje de población mayor que hay y que se ha contagiado o las políticas de protección que se han tomado como aislar en hospitales a casos leves o incluso asintomáticos de residencias de mayores, simplemente por prudencia. Durante este verano y ante el aumento de casos, en varios hospitales también se tuvo en cuenta la cuestión social: se ingresó a personas que sin haber desarrollado una enfermedad grave no podían hacer un aislamiento correcto en sus casas.

Todos estos casos estarían empujando hacia arriba la gráfica. La tasa de hospitalizados en esta segunda ola es baja pero a nadie se le escapa que a más casos, más llegarán al hospital. Por ahora, el repunte de nuevos positivos que está registrando la Comunitat Valenciana desde mediados de agosto ha hecho aumentar el volumen de pacientes ingresados hasta niveles de mediados, e incluso, de principios de mayo. Hasta el pasado viernes eran 484, casi los mismos que había en los hospitales el pasado 4 de mayo y 68 en la UCI, a niveles de mediados de ese mes. Aunque preocupante, sobre todo por el aumento paulatino en estas semanas y por lo que pueda suponer en más casos graves o en más fallecidos en los próximos días, lo cierto es que el volumen de pacientes covid-19 que necesitan hospitalización no está suponiendo, hoy por hoy, un excesivo estrés para el sistema hospitalario valenciano.

Y es que, según las estimaciones del Ministerio de Sanidad (hay que tener en cuenta que las cifras de ingresados del ministerio no suelen coincidir con las notificadas por el Consell por un decalaje de notificaciones), los enfermos covid-19 en hospitales solo estarían ocupando el 5 % del «parque de camas» con el que cuentan los centros valencianos, más de tres puntos por debajo de la media nacional y, muy alejado del 22 % de Madrid, que está en situación de precolapso hospitalario. A día de hoy, y según estas cifras, Sanidad considera que la Comunitat Valenciana tiene una capacidad de 10.560 camas hospitalarias entres las tres provincias. Según datos de la conselleria, en hospitales de agudos hay 9.411 camas disponibles por lo que es probable que el ministerio esté teniendo en cuenta la capacidad extra de hospitalización que sumó el Consell con la apertura de los tres hospitales de campaña, ya que en los centros de larga estancia solo hay cerca de 600 camas extra. Si ahora la presión hospitalaria está al 5 %, en el peor momento de la crisis sanitaria, y con 2.189 personas ingresadas, la presión era del 20 %, del 23 % si tenemos en cuenta que, por aquel entonces, los hospitales de campaña todavía no estaban en pie. Para que la covid-19 sature los hospitales el porcentaje no tiene que ser mucho más alto ni llegar al 100 %. Con uno de cada cuatro pacientes ingresados con covid y sin planes de actuación, los centros valencianos ya vivieron su propio colapso, sobre todo por la falta de preparación y planificación ante una enfermedad desconocida. La necesidad de camas desplazó a pacientes de otras patologías pero lo peor estuvo en las unidades de cuidados intensivos UCI. La falta de respiradores hizo que se ocuparan literalmente los quirófanos, paralizando todavía más una atención sanitaria que ya estaba volcada solo en una enfermedad. La dimensión de lo que sucedió en aquellos días se está empezando a ver ahora: la Conselleria de Sanidad derivó más de 900 urgencias a las clínicas privadas al no poder atenderlas con una factura por pagar de 6 millones de euros. El objetivo para esta segunda oleada y la tercera que pudiera venir este otoño sería mantener o incluso reducir esa presión hospitalaria aunque, para conseguirlo no hay que mirar, precisamente, a los hospitales, sino a la Atención Primaria.

Los centros de salud son los que, a día de hoy, se están llevando la peor parte del peso de la segunda ola ya que la falta de personal de refuerzo y de rastreadores (ya hay 150 más de la UME incorporados) ha hecho que el trabajo se desborde. Y ellos son la clave. Los expertos advierten de que, si se sigue deteriorando el trabajo en la Primaria con respecto al rastreo del coronavirus, será más difícil controlar la transmisión, los contagios aumentarán y llegarán más casos graves a los hospitales. Como ejemplo, ponen las cifras de Asturias donde solo tienen una ocupación de camas por covid del 2 %. Allí, por ejemplo, se hacen muchas más pruebas PCR por habitantes que las que se hacen en la C. Valenciana: del 8 al 14 de septiembre fueron 1.603 por 100.000 habitantes mientras que aquí la tasa se queda en 1.135 pruebas PCR por habitante en las mismas fechas. Lo peor es que ese trabajo de rastreo ya se está resintiendo por unos insuficientes refuerzos ante un aumento de contagios por encima de lo previsto. Los equipos ya tardan de media cuatro días en dar un resultado de PCR (hasta siete) y cada día se está llegando a descubrir menos pacientes asintomáticos (los que pueden complicar la transmisión sin saberlo), ya que el estudio de contactos que se hace podría mejorarse.

Uno de cada tres municipios ha registrado algún brote

Un total de 168 municipios de los 542 que conforman la Comunitat Valenciana han registrado al menos un brote de coronavirus desde la finalización del estado de alarma decretado por la pandemia, lo que supone que el 31 % de las localidades de la Comunitat han tenido rebrotes. Un brote se produce cuando surgen tres o más personas confirmadas de covid-19 que están relacionadas, en el mismo momento o lugar. Desde que el pasado 24 de junio se confirmara el primer rebrote en la Comunitat, en una empresa cárnica de Rafelbunyol, y hasta la última actualización ofrecida por la Conselleria de Sanidad, se han notificado 96 rebrotes en la provincia de Valencia, 44 en la de Alicante y 28 en la de Castelló.

Las localidades de cada provincia con mayor número de brotes son la ciudad de València, que ha superado ya los 300; Elx, que ha superado la treintena; y Castelló, que está cerca de los treinta brotes. La provincia que más brotes de covid-19 ha sufrido en los últimos 87 días es la de Valencia, con 96 de sus 266 municipios afectados, lo que supone que el 36,1 % de localidades de esta provincia han tenido rebrotes de coronavirus. Los municipios que han tenido brotes son Aielo de Malferit, Albaida, Albal, Albalat dels Sorells, Alberic, Alboraia, Alcàntera, Alcúdia de Crespins, Aldaia, Alfafar, Alfara del Patriarca, Alfarp, Algemesí, Alginet, Almussafes, Alzira, Ayora, Benaguasil, Benetússer, Beniarjó, Benifaió, Benigànim, Beniparrell, Bétera, Bolbaite, Buñol, Burjassot y Canals. También ha habido brotes en Canet de Berenguer, Carcaixent, Càrcer, Carlet, Catarroja, Chera, Cheste, Chiva, Cullera, Daimuz, Faura, Foios, Fortaleny, Fuenterrobles, Gandia, Godella, Guadassuar, l´Alcúdia, l´Eliana, Llíria, Manises, Manuel, Massamagrell, Massanassa, Meliana, Miramar, Mislata, Moixent, Moncada, Montroi y Museros. Navarrés, Oliva, Olocau, Ontinyent, Paiporta, Paterna, Picassent, Pobla del Duc, Pobla de Farnals, Pobla de Vallbona, Potries, el Puig, Quart de Poblet, Rafelbunyol, Requena, Riba-roja, Rótova, San Antonio de Benagéber, Sagunto y Sedaví también han tenido brotes. Completan el listado Senyera, Sollana, Sueca, Sumacàrcer, Tavernes Blanques, Tavernes de Valldigna, Torrebaja, Torrent, Utiel, València, Vallada, Venta del Moro, Vilamarxant, Villar del Arzobispo, Vinalesa, Xàtiva y Xirivella. En la provincia de Alicante, se han contabilizado hasta el momento brotes de coronavirus en 44 de sus 141 municipios, lo que supone que el 31,2 por ciento de las localidades alicantinas han tenido algún rebrote. Por su parte, la provincia de Castelló es la que tiene el menor porcentaje de municipios afectados por brotes de coronavirus desde finales de junio, ya que ha habido brotes en 28 de sus 135 municipios, lo que representa el 20,7 por ciento del total provincial.

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