Alrededor del 25 por ciento de los niños con desarrollo neurotípico presenta algún problema de sueño. Esta cifra, sin embargo, se dispara hasta el 63 por ciento en el caso de los menores diagnosticados con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) y un punto más, hasta el 64 por ciento, en el caso de los niños y niñas que presentan un trastorno del espectro autista (TEA), según han resaltado desde la Sociedad Española del Sueño (SES).

Esta diferencia se mantiene incluso en el caso de gemelos: si uno de los gemelos es diagnosticado de autismo tiene hasta un 47 por ciento de probabilidades de tener trastornos del sueño, frente al 16 por ciento de posibilidades de su gemelo con desarrollo neurotípico.

"Hoy sabemos que hay tres bases fisiopatológicas que justifican las alternaciones del sueño en los niños con trastornos del neurodesarrollo. Por un lado, un aumento de la actividad del sistema orexígeno; por otro, una disminución de la actividad del sistema serotoninérgico, que indica una caída en la actividad del sistema melatoninégico; y, por último una disminución de la proporción del sueño REM", ha explicado el doctor Gonzalo Pin Arboledas, jefe del Servicio de Pediatría y la Unidad del Sueño del Hospital Quirón de Valencia.

Durante su ponencia "Sueño en el neurodesarrollo", incluida dentro del programa de la XXVIII Reunión Anual de la SES, que se celebra estos días en formato virtual, Pin Arboledas ha destacado también que, aunque más de seis de cada diez niños con trastorno del espectro autista presenta estos trastornos del sueño, solo un 30 por ciento de los casos está diagnosticado y tratado.

Un dato relevante, ya que solo un 8,3 por ciento de los niños con trastorno del espectro autista que tienen problemas de sueño en las primeras etapas de la vida mejoran espontáneamente, mientras que la cifra alcanza el 52 por ciento en el caso de los niños con desarrollo neurotípico.

"Ni los padres, ni incluso en ocasiones los profesionales de la salud, le dan a estos trastornos la importancia que tienen porque están desbordados por síntomas y situaciones durante la vigilia que son más aparentes y 'urgentes'.

Sin embargo, el diagnóstico precoz de los trastornos del sueño es muy importante porque sus consecuencias en cuanto a conducta, cognición y salud son dosis-tiempo dependientes. Es decir, dependen de la cantidad de trastorno del sueño, del tiempo que duren esos trastornos y del momento del desarrollo en que se producen", ha argumentado.

La neurociencia ha diagnosticado en los últimos años diferentes periodos sensibles durante la infancia, también conocidos como "ventanas de oportunidad", en el desarrollo del cerebro infantil y en la adquisición y aprendizaje de habilidades y conocimientos.

"Hay etapas que son muy importantes en el desarrollo del niño y que en función de lo que hagamos pueden tener consecuencias para su neurodesarrollo", ha asegurado el doctor Gonzalo Pin, que ha destacado en ese sentido, por ejemplo, la importancia de los 1.000 primeros días de vida del bebé y, más en concreto, de su primer año tras el nacimiento, cuando tiene lugar un desarrollo del 14 por ciento de la amígdala cerebral (cerebro afectivo).

"Justo durante esta etapa de su vida el niño debería dedicar al sueño el 50 por ciento de su tiempo. Cuando eso no sucede así, ya sea porque el menor duerme menos de lo que corresponda o porque lo hace con horarios irregulares, eso se traduce en unas conductas que llamamos 'TDAH Light', por su parecido a las que presentan los menores diagnosticados de Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad", ha afirmado el experto.