A primera vista puede parecer un sinsentido que una autonomía que en lo que va de septiembre ha detectado un 36 % más de contagios de covid que otra registre, sin embargo, un 542 % más de hospitalizaciones, un 414 % más de ingresos en UCI y un 387 % más de fallecidos. Son los llamativos datos que surgen de cruzar las cifras oficiales facilitadas a diario por la Comunidad de Madrid y la Comunitat Valenciana durante este mes. Podría deducirse que el virus ha mutado en la capital, provocando una mortalidad más de tres veces superior, pero atendiendo a la letra pequeña se encuentran indicios que apuntan a un importante colapso en el sistema sanitario madrileño, tanto en la detección y diagnóstico de casos como en la notificación de los datos, que explicarían estas divergencias.

 Una de las principales consignas del Ministerio de Sanidad para encarar la desescalada ponía el foco en la necesidad de que las autonomías, que pasaban desde ese momento a gestionar por sí mismas la pandemia sin la tutela de Moncloa --de la que tanto renegaron algunos presidentes regionales--, mejoraran su capacidad de detección y diagnóstico precoz para estar mejor preparadas de cara a un otoño que se preveía epidemiológicamente complicado. Entre ellas, reforzar la Atención Primaria hasta asegurar la capacidad de realizar PCR a todo caso sospechoso, disponer del resultado de la prueba en un máximo de 48 horas e implementar un sistema de rastreo para identificar los contactos estrechos de un positivo.

El aumento de hospitalización en sala y en UCI pone en jaque el sistema hospitalario madrileño

Pese a estas exigencias del Gobierno, a Madrid se le permitió desescalar a la carrera y sin cumplir con esos parámetros. De hecho, se saltó la fase 3 al acceder directamente de la fase 2 a la nueva normalidad. Un mes después del estado de alarma, la comunidad presidida por Isabel Díaz Ayuso había contratado 185 rastreadores, uno por cada 36.000 habitantes (la peor ratio de España) mientras la OMS pedía no superar los 5.000 habitantes para cada profesional sanitario. La Comunitat Valenciana contaba entonces con 1.008, justo en la media recomendada.

Con todo, el periodo estival enmascaró la escasa preparación de Madrid para la segunda ola. En la primera notificación oficial de agosto, tenía una incidencia acumulada en 14 días de 40,88 mientras la valenciana era de 32,52. Pero 15 días más tarde la situación comenzaba a complicarse en la capital, que disparó su incidencia hasta los 233 casos por 100.000 habitantes (65,7 en la C. Valenciana). Septiembre llegó con el virus ya descontrolado en Madrid (rondando una incidencia a 14 días de 500) y la última actualización la sitúa por encima de 750. En lo que va de mes, por el contrario, la Comunitat Valenciana ha reducido su incidencia de 127 a 115.

La pregunta es clara: ¿cómo puede oscilar tanto esta tasa de propagación del virus si, según los datos diarios, Madrid ha registrado 15.700 casos y la Comunitat Valenciana 11.480? La clave es la ‘trampa’ que realiza la autonomía madrileña con sus reportes de cada jornada. Igual que hace el Ministerio, informa de sus casos diarios mientras asigna casos a días anteriores. Ese es el primer síntoma de colapso, el del sistema de notificación.

 En septiembre, la capital ha reportado solo 4.220 contagios diarios más que la C. Valenciana, pero sin embargo ha agregado otros 52.369 casos a jornadas pasadas. Un claro ejemplo lo vimos este mismo martes. La Conselleria de Sanitat informó de 892 contagios en las últimas 24 horas. Madrid registraba por su parte 757, mientras incorporaba otros 3.682 a días anteriores. Esos casos ocultos son los que faltan para comprender las diferencias en las cifras de personas ingresadas, enfermos en UCI y fallecimientos entre ambas regiones durante este mes.

En ese plazo, los hospitales madrileños han sumado 1.300 personas más en planta, mientras el incremento en los centros valencianos ha sido de 108 personas. Como consecuencia, Madrid tiene más de un 25 % de camas covid ocupadas frente al 6,6 % de la Comunitat Valenciana, según la última actualización del Ministerio de Sanidad.

 Lo mismo sucede atendiendo a los ingresos en unidades de cuidados intensivos. Madrid ha registrado 197 mientras en la Comunitat han sido 34 las personas necesitadas de UCI. Este diferencial resulta en una ocupación de estas camas de intensivos del 36,2 % en Madrid y de un 8,7 % en la Comunitat Valenciana. El total de fallecidos ahonda en esta tendencia. En lo que va de septiembre han perdido la vida por la covid 414 personas en Madrid frente a 85 en la Comunitat Valenciana.

Estas grandes diferencias en la capacidad de rastreo y notificación hacen que se distorsionen datos como la letalidad del virus. Tomando solo los casos diarios, la mortalidad en Madrid se situaría en un 2,64 % frente al 0,74 que presenta la C. Valenciana. Sin embargo, si la calculamos incorporando los contagios agregados con retraso por la comunidad de Díaz Ayuso, los datos empiezan a cuadrar: la tasa cae hasta un 0,79.

Igualmente, la tasa de positividad evidencia el colapso del rastreo. La de Madrid dobla la media nacional (23 %) y casi quintuplica el 5 % a partir del cual la OMS da por perdido el control de la pandemia. No hallar asintomáticos es sinónimo de que solo hay capacidad de confirmar los casos más obvios, los que presentan síntomas, y no se acota la transmisión al aislar a los contagios recientes.

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