El consejo rector de À Punt se basó en los informes jurídicos emitidos por su secretario para acallar a las voces internas que advirtieron de la posible incompatibilidad en la que incurrían dos de los consejeros que participaron en el proceso de selección de Empar Marco como directora de la radiotelevisión valenciana en 2017.

Tres años y medio más tarde, el Tribunal Superior de Justicia ha anulado la designación de Marco por considerar que tanto Vicente Vergara como Mª Dolores Navarro no podían desempeñar su puesto de consejeros en el ente público, el primero por su estrecha relación con la empresa editora de la Cartelera Turia y la segunda por su condición de dirigente de una federación sindical.

Cuando el representante propuesto por el PP en el consejo rector, Vicente Cutanda, puso encima de la mesa que ambos podían incurrir en incompatibilidades con la ley de creación de À Punt en la mano, la respuesta del órgano de dirección fue tumbar sus argumentos con sendos informes emitidos por el secretario, Ferran Bargues, primo hermano de Empar Marco y abogado de la Generalitat.

Por su grado de parentesco, Bargues se abstuvo de estar presente en cualquier deliberación que pudiera afectar a Marco, aunque siguió el proceso de elección de primera mano y firmó la respuesta denegatoria al recurso de reposición presentado por Pere Valenciano, el candidato alternativo cuyas demandas han sido estimadas ahora por la justicia.

La relación entre el secretario y la directora llevó a un miembro del consejo rector a pedir que fuera un organismo externo quien abordara la incompatibilidad de los consejeros.

El exconsejero del PSPV Vicente Vergara, encargado del estudio, defensa y presentación del proyecto de Marco, dejó la administración de la empresa de la Cartelera Turia en manos de su mujer un día antes de iniciarse el proceso para elegir la dirección de À Punt, pero se mantuvo como apoderado, infringiendo así la ley a juicio del TSJ.

Invocando el informe del secretario, el presidente del consejo rector, Enrique Soriano, defendió entonces que dicho apoderamiento «carecía de virtualidad» y que «era razonable estimar que el afectado no era consciente de esa situación». Vergara terminó dimitiendo tras contratar À Punt una serie en la que había trabajado su hijo.