La crisis del COVID-19 paralizó por unos meses prácticamente la vida cotidiana tal y como era. En estas circunstancias de crisis, los satélites que día a día nos ayudan a observar la Tierra cambiaron su cometido para superar los nuevos desafíos tras la pandemia. Desde hace unos meses la ESA (European Space Agency) puso en marcha una convocatoria de propuestas. El objetivo es ver cómo se pueden usar los datos aportados, por ejemplo, para 'mapear' los cambios debido al coronavirus en las redes de transporte, puertos comerciales e industria pesada, en esos momentos en los que la civilización dejó en 'stand by' sus obligaciones.

Desde luego, nos hacen la vida más fácil y permiten vivir en un mundo globalizado donde las comunicaciones entre un continente y otro son posibles. En la meteorología, los satélites facilitan el pronóstico de tormentas, huracanes y de cualquier cambio en el tiempo; además avisan del progreso evolutivo del famoso agujero de la capa de ozono. Esto podría parecerte novedoso, pero la verdad es que todo lo derivado de la astronomía ha tenido un impacto descomunal en nuestra civilización.

Si nos quedamos en las últimas décadas, las cámaras digitales, los teléfonos inteligentes e incluso el WIFI deben su existencia a las contribuciones de estudiosos en esta disciplina. En el norte de Arizona, desde hace años, hay un enorme observatorio astronómico con forma de 'Y' que utiliza una gran variedad de telescopios para catalogar las ubicaciones exactas de las estrellas. Los satélites GPS dependen de estos mapas estelares para decirnos dónde estamos y hacia dónde vamos.

La astronomía también ha permitido que millones de personas mantengan la luz encendida en sus casas. En la década de 1930, el astrónomo Hans Bethe demostró que las reacciones nucleares alimentan a nuestro Sol. Sus estudios ayudaron a desarrollar los procesos que hoy tienen lugar en cientos de centrales nucleares alrededor del mundo. Actualmente, el trabajo de los satélites también nos permite luchar contra el COVID-19 que, no es más que una de las muchas posibilidades que hoy nos brida el trabajo de los astrónomos de la NASA o la ESA.