El brote en el colegio mayor Galileo Galilei obliga a realizar casi 700 PCR

En concreto, la recogida masiva de muestras -organizada por Salud Pública-, se instaló en el pabellón de deportes de la UPV, muy cercano a la residencia de estudiantes+, donde desde las 10 hasta las 21 horas aproximadamente pasaron unas 700 personas (residentes, contactos estrechos y algunos docentes). El operativo más parecido por envergadura que se había realizado hasta ahora era el relacionado con las discotecas de València, Santa Pola y Peñíscola, en verano.

La necesidad de instalar el punto de testeo se decidió el jueves por Salud Pública tras realizar una visita al colegio mayor. Y es que, los hechos son los siguientes: un estudiante de 4º del grado de Biotecnología comunica el viernes de la semana pasada su positivo por coronavirus. Entonces, tras los rastreos de la UPV, se realizan 50 PCR y el lunes se confirman 23 contagiados por la covid-19; en algunos casos, se repiten las pruebas para descartar falsos negativos. Paralelamente, dos días después (el miércoles), cuatro residentes del Colegio Mayor Galileo Galilei dan positivo, tras haber presentado síntomas.

Ahora, Salud Pública estudia el origen de lo que se consideran dos brotes y si los casos del Galileo Galilei surgen tras una fiesta realizada por los estudiantes, el sábado pasado en la terraza del edificio. Si bien, como confirman varias fuentes a este periódico, días antes también se habían producido celebraciones o «conatos» tanto dentro como fuera del colegio mayor y, además, apuntan que algunas de las personas con coronavirus de ambos brotes tendrían relación entre ellas.

Desde la residencia (de gestión privada y ubicada en la avenida Tarongers), argumentan que la fiesta del sábado -realizada en una de las zonas comunes del centro- no contaba con permiso, pero que algunos estudiantes acudieron «porque se había anunciado». Asimismo, aseguran que en cuanto se tuvo constancia, se disolvió. Este año, a diferencia de los anteriores, la tradicional fiesta de inicio de curso estaba «expresamente desautorizada».

«Tenemos seguridad en el colegio, pero no somos la Policía, al final son mayores de edad y hemos tenido ciertos actos de desobediencia», reconocía ayer el director del Galileo Galilei, Vicente Picasarri, quien además aseguró que se sentarán con los responsables «cuando todo pase», en relación a posibles sanciones. Eso sí, considera que «es precipitado» decir que sea el origen del brote.

De los casi 700 residentes, son 16 los positivos (algunas fuentes señalan 13) y también hay confinados en sus habitaciones hasta un centenar de jóvenes, aunque las PCR se han hecho a todos y la recomendación es no salir del colegio mayor hasta tener los resultados de las pruebas, que en principio estarán el lunes, según confirmaron ayer desde la UPV y Salud Pública.

Estos casos del colegio mayor son los que más preocupan, pues el primer brote descubierto a través del estudiante de Biotecnología se considera «controlado». Entonces, la universidad decidió que los alumnos de 2º, 3º y 4º de ese grado deberían mantener cuarentena, por lo que han estado recibiendo clases online. De esta manera, también han podido llevarse a cabo tareas de desinfección en la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Agronómica y del Medio Natural, que no ha llegado a cerrar totalmente, según detalla la universidad.

En relación al brote del Galileo Galilei, dos clases de la Universidad CEU UCH, en Alfara del Patriarca, también se han confinado por «prudencia», ya que dos de sus estudiantes son residentes en el colegio mayor, según confirmó ayer la institución a Levante-EMV. En concreto son de los grados de Medicina y Veterinaria.

José Luis Cueto, vicerrector de la Universitat Politècnica de València, detalla que los dos brotes están «diferenciados en el tiempo» pero sí apunta que «parece que hay dos contactos estrechos», por lo que podría haber «cierta relación y se están haciendo rastreos en todas direcciones», siempre «en sintonía con Salud Pública».

A falta de saber los resultados de la PCR, Cueto mandaba ayer una «señal de tranquilidad y de no alarma porque los protocolos están funcionando». «Las aulas son espacios seguros, llevamos planificando las clases desde junio y estadísticamente esto podía pasar, pero las aulas tienen aforo y ventilación, la mascarilla y la higiene de manos son obligatorias y la actividad de campus se está llevando de manera ejemplar por los estudiantes».

«El protocolo de rastreo está funcionando y posiblemente el volumen de casos vaya en aumento, por lo que tomaremos las medidas necesarias». El objetivo ahora es, según detalla el vicerrector, «aislar la situación para que no crezca y mantener la presencialidad de las clases» en el campus. «Haremos una investigación para ver exactamente cuál es la causa», aunque apunta que el origen sea social probablemente. «La responsabilidad personal es capital», advierte.

Mensaje similar traslada el rector de la Universidad Miguel Hernández de Elx, Juan José Ruiz, que ostenta la portavocía de la Conferencia de Rectores Valencianos (Crupv). «En general los estudiantes están siendo responsables, pero seguimos insistiendo en que la universidad es un sitio seguro, hay casos en todas partes y por eso no hay que dejar de usar la mascarilla. Es muy fácil bajar la guardia y estamos continuamente recordándolo», añade el rector.

"Hay quién ha hecho fiestas y no ha parado desde que comenzó el curso"

Desde uno de los balcones del Colegio Mayor Galileo Galilei de València puede verse la última curva de la fila, la que metros después se pierde en el pabellón por el que ayer pasaron 700 personas, la mayoría jóvenes, para hacerse test PCR y saber si tienen, o no, coronavirus. La joven que se apoya en la barandilla sabe que en un rato le tocará estar allí, en una cola que llegaba hasta la entrada del campus.

Muchos no quieren hablar y si lo hacen prefieren no decir su nombre. Un joven en chándal gris sujeta el formulario, el mismo que todos los que esperan con más resignación que paciencia. «Sí, sé que hubo una fiesta, yo no estuve, pero me preocupa que se expanda», asegura.

Cuatro puestos más adelante, dos chicas se quejan de estar allí, igual que todos los residentes del Colegio Mayor Galileo Galilei. «Tenía el viernes libre y llevo aquí una hora y media esperando», señala tras una mascarilla FPP2 mientras que su amiga, mirando la cola que no avanza, añade: «Hay quien ha hecho fiestas y actividades desde que empezó el curso, que no han parado, y acaba pasando lo que pasa».

Sentada en unas escaleras, una joven con mechas asegura que tiene que estar confinada en su habitación excepto para salir a hacerse la PCR porque una compañera que dio positivo la nombró como contacto estrecho. «Me tienen que traer la comida a la habitación y todo», dice alzando los hombros.

Otro estudiante con sudadera verde explica que desde el Colegio Mayor les proporcionarán durante el fin de semana pensión completa —como confirman desde el centro—, eso sí, con turnos de comida más estrictos.

A pocos metros del pabellón de la UPV, en un lado de la fila, tres profesoras de Biotecnología esperan que les aceleren su paso: «Nos avisaron de los positivos y desde el jueves estamos en casa con clases online, a ver en qué queda...».