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Día de la Comunitat Valenciana

Conversaciones en el Palau

Levante-EMV reúne en el Palau de la Generalitat a dos antiguos huéspedes. Joan Lerma y Alberto Fabra reflexionan sobre el autogobierno, ahora que algunas voces lo cuestionan

Lerma y Fabra, durante su conversación en el Palau. Fernando Bustamante

Alberto Fabra espera como un ciudadano cualquiera a la puerta del Palau. Joan Lerma ya ha entrado, porque le espera el actual president, Ximo Puig, para un café rápido y tiene un acto público en media hora. No es la primera vez que se sientan alrededor de una mesa. La experiencia acumulada es una herramienta para el presente. Lerma fue huésped principal de este edificio trece años; el primer ocupante tras la aprobación del Estatut d’Autonomia. Alberto Fabra estuvo entre 2011 y 2015, en un periodo complejo, con recortes para cumplir los objetivos de estabilidad fruto de la crisis económica de 2008 y con una lluvia de casos de corrupción en su partido, el PP. Pese a las dificultades, parecen añorar el tiempo que se fue, aunque no responden muy claro a la pregunta de si se vive mejor fuera del Palau.

«Al menos no vas todos los días a la prensa a ver las críticas. Eso es bueno. Lo negativo es que, pese a saber cómo van las cosas, no puedes hacer nada por cambiarlas, salvo emitir tu opinión», afirma el socialista con una sonrisa oculta por la mascarilla.

El trozo de tela quirúrgica sobre la boca, que no se quitan en ningún momento, es la muestra más evidente de que todo es distinto este Nou d’Octubre, ese día en el que tienen una cita en el Saló de Corts. También este año, a pesar de todo. «Pero estamos ahí. La fortaleza de la sociedad valenciana está ahí. La respuesta que ha dado es ejemplar. La capacidad de remontar es un pilar de esta sociedad», afirma Fabra. El exdirigente popular muestra aún en su voz el rastro de la covid-19. Un mes en el hospital. Y parte de ese tiempo en la UCI. No es una experiencia cualquiera.

Alberto Fabra, durante la charla. Fernando Bustamante

Pero como son políticos, aunque alejados de la primera línea, se ponen a hablar con pasión de la necesidad de acuerdos y de la situación sanitaria de Madrid sentados en la repisa de un balcón del Saló de Corts, el más noble de este viejo edificio, el que simboliza el autogobierno valenciano.

Sobre esto último gira el encuentro. Cuando Lerma llegó al Palau, casi todo estaba por hacer. Empezaron entonces las transferencias de competencias. Cuando salió, en 1995, tras la derrota electoral frente a Eduardo Zaplana, dejaba una institución con 12.000 millones de euros de presupuesto. «Una comunidad plena», reflexiona el ahora senador socialista. «Fuimos desarrollando el Estado de las autonomías sobre una Constitución que no era autonómica, sino autonomizable. No era obligatorio, pero el Estado se ha ido configurando como autonómico». Y este, sostiene, «ha demostrado ser más sensible a la realidad social que uno centralizado».

Lerma, con mascarilla, durante el encuentro. Fernando Bustamante

Fabra llegó en un momento de crisis económica, cuando cobró fuerza incluso una corriente de opinión que defendía la devolución de competencias y la reducción de parlamentos autonómicos. Para ahorrar. Él, hoy, desde la distancia del tiempo transcurrido, no discrepa del expresident socialista: «Tenemos un Estado autonómico consolidado y las comunidades tienen conocimiento y experiencia para afrontar cualquier situación, incluso tan compleja como esta. Lo que hace falta es coordinación, entre todas y con el Gobierno».

La pandemia del coronavirus llevó el pasado mes de marzo a la declaración del estado de alarma. De alguna manera, el poder de las comunidades se reducía. En las cuestiones esenciales, el mando único estaba en el Ejecutivo central. Sin embargo, se daba la paradoja de que en este periodo de tiempo se convocaba más que nunca a los presidentes autonómicos, aunque en muchas ocasiones solo a modo informativo. Otra paradoja es que el modelo descentralizado ha sido especialmente cuestionado al finalizar la alarma, cuando todo el poder regresó a los ejecutivos autonómicos. Para Lerma, «no es un problema del modelo, sino de las decisiones de cada autonomía». Ahora «se ve la diferencia en cómo gestiona uno y otro, si acierta más o menos, y queda en manos de los ciudadanos cambiarlos». El exministro quita trascendencia a las propuestas recentralizadoras: «Vuelven a salir los fantasmas de hace 40 años. Había gente que se oponía entonces y se sigue oponiendo. Gente que quería romper el estado de las autonomías y sigue en sus mismas posiciones».

Pero Lerma y Fabra, desde orientaciones políticas bien distintas (PSOE y PP) coinciden en que el camino para el progreso es distinto: «Hay que hacer una política de mucha mayor descentralización», asevera el socialista. «Con las autonomías se ha roto parte de la centralización, pero queda mucho por hacer», afirma el ahora senador por el PP. Las decisiones estratégicas «no pueden estar a expensas de acuerdos políticos puntuales», agrega Fabra en referencia al retraso en su momento con el AVE a València y al corredor mediterráneo ahora.

Lerma pone la guinda: «Se ha notado muchos años la ausencia de inversión pública estatal en la Comunitat Valenciana. Somos casi el 11 % [en población] y hemos estado en torno al 5 y 6 % de inversión territorializada». El expresident, cómodo en el discurso de la economía, explica que estábamos como la media en cuanto a índices de riqueza y eso «ha ido bajando y hemos caído espectacularmente en el ranking de renta en España, fundamentalmente por falta de inversión. Eso se ha de acabar. Hemos perdido mucho tiempo». Y abunda en los pasos atrás en ciencia e investigación desde los años de su mandato, cuando se pusieron en marcha los institutos tecnológicos. Lo que pide para el futuro es invertir en capital humano y tecnología, «y no estar quejándonos permanentemente».

Los expresidents, Lerma y Fabra, durante su conversación con Alfons García, subdirector de Levante-EMV. Fernando Bustamante

Para Alberto Fabra, la Comunitat Valenciana necesita solo igualdad de trato. Y de recursos. «Las mismas condiciones que los demás», dice. Con eso, su capacidad de crecimiento es superior a la media, sostiene. Solo con eso, «tendríamos asegurado un papel más relevante en España».

Los dos expresidents (los otros tres, Zaplana, Francisco Camps y José Luis Olivas, están inmersos en procedimientos judiciales por corrupción) defienden la descentralización, pero su discurso está lejos del nacionalismo secesionista. «No creo que haya que estar continuamente reivindicando contra el Estado. Ese no es el modelo autonomista, es el modelo del nacionalismo catalán y vasco», asevera Lerma. «Muchas veces la reivindicación permanente contra Madrid oculta la falta de ideas para actuar». El calificativo de autonomistas lo utilizan ambos en más de una ocasión durante el encuentro.

El principal punto de desencuentro durante la charla se da sobre la competencia fiscal desleal de Madrid que Puig ha denunciado. «Tachar de dumping al cumplimiento de lo que un estatuto permite no me parece adecuado. Las comunidades han de tener cubiertas sus necesidades. Luego que cada una obre como considere. Y que los ciudadanos evalúen y voten», asegura Fabra. Para el socialista, sin embargo, «es evidente que se ha fortalecido mucho Madrid».

La discrepancia es cordial. Incluso hay espacio para alguna broma antes de acabar. Lerma se disculpa por el «síndrome del rollo reprimido». Y Fabra expone su deseo para 2030: que al menos la financiación autonómica esté resuelta. Habrá que ver.

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