Miles de valencianos llenaron ayer las principales calles del centro de València y la plaza del Ayuntamiento para disfrutar de un 9 d'Octubre atípico-porque no hubo bajada de la Senyera, ni procesión cívica ni moros y cristianos - pero en un ambiente festivo donde primó el civismo por encima de ideologías políticas. Por la tarde, a primera hora, se formaron colas notables para entrar a ver a la Senyera, ante la cual pasaron un total de 1.545 personas. Por la mañana, muchas personas se acercaron a la Casa de la Vila con la ilusión de ver bajar la enseña, pero los propios policías les indicaban que no iba a ver ningún acto público. También se vieron durante todo el día a bastantes turistas, como los vitorianos Mario Espinosa y Rosi Carpintero, que acababan de llegar a la ciudad y buscaban la catedral.

La plaza del Ayuntamiento, que culminó su proceso de peatonalización rápido en verano, mostró una imagen histórica y totalmente inédita para ser un 9 d’Octubre. Una multitud llenó el espacio público para pasear y compartirlo en familia o con amigos. Los ciudadanos accedieron a esta gigantesca ágora a pie, en bicicleta, en patinete, en carritos - los padres llevaban a sus pequeños - o en sillas de ruedas - personas discapacitadas- y ofrecieron una imagen única después de décadas de coches y humos. Abundaban los valencianos que portaban «senyeres», camisetas del Valencia CF con la tricolor, pañuelos y gorras con la bandera autonómica, mascarillas con motivos valencianistas y también numerosos ciudadanos que lucieron la enseña de España en sus mascarillas. Fue una festa de Sant Donís, un tanto rara y muy calurosa, puesto que el termómetro marcaba 32 grados a las 13 horas.

Una pareja que acudió a ver la «mascletà», Yolanda Berenguer y Juan José Peñarrubia, contaba que se habían desplazado al centro desde la zona de la Malva-rosa con su bicicleta, «paseando por nuestro carril-bici y viendo el ambiente». Este 9 d’Octubre ha sido «un poco triste y raro porque no hay ninguna celebración ni tampoco la procesión cívica» explicaba Juan José pero bueno «el año que viene lo celebraremos con más ganas». «Es una sensación triste - coincidía Yolanda Berenguer - pero entiendo que por la pandemia prime la salud». Solo una minoría de exaltados, que insultaron al alcalde Joan Ribó, no entendieron que se suspendiera la Bajada de la Senyera y la procesión cívica exterior para evitar aglomeraciones y prevenir el riesgo de contagio por el coronavirus. Uno de estos descontrolados fue identificado por la policía.

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Nou d'Octubre: día festivo de sol, playa y mascarilla

Otro grupo de adolescentes del Instituto Jesús María Fuensanta celebraron el 9 d’Octubre llevando sus señeras prendidas del cuello y paseando por la plaza. «Hemos venido a celebrar el día de nuestra tierra», comentaba Sheila Alejandro. Su amiga Mar Perelló decía: «El año pasado vine con la familia pero este año hemos quedado los amigos».

Una pareja de Quart de Poblet, Salvador Griñó y Mase Alcañiz, comprendía que se haya tenido que reducir el programa de actos. «Todo lo que sea evitar aglomeraciones es una vía correcta», apuntaba él. «Pero también hay que dar pasos y hacer cosas diferentes» pese a la covid, abundaba ella. Javier Bofarrull, ayudaba en la carpa que colocó Compromís para repartir mascarillas y mazapanes. «Pese a no poder celebrar el 9 d’Octubre sí podemos celebrar nuestra valencianidad y ponerle una sonrisa a la gente en la cara», apuntaba. Otros cinco jóvenes -Javier Ruiz, de Almussafes; Raúl Fernández, València; Salva García, la Pobla de Vallbona; Lucía Solera y Laura Velasco, de Paiporta- se hacían selfies con el edificio consistorial orlado de señeras como fondo. «Nos hemos juntado para dar una vuelta, tomar una cerveza y disfrutar de la mascletà y el sol», comentaban. 

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Adelantan la mascletà del 9 d'Octubre ante la aglomeración de gente en la plaza del Ayuntamiento

Adelantan la «mascletà» aérea por sorpresa para evitar aglomeraciones

Mucho antes de la hora de la «mascletà» aérea, prevista para ser disparada a las 13 horas desde la terraza del ayunta miento, cientos de personas se concentraron en la plaza para asistir al espectáculo pirotécnico. Si bien los asistentes llevaban la mascarilla, en ciertos momentos hubo quien no mantuvo la distancia de seguridad. Ante la progresiva aglomeración de asistentes frente a la puerta del edificio consistorial, se optó por disparar la «mascletà» hacia las 12.30 horas, por sorpresa y para evitar la concentración. Con esta medida, se quiso neutralizar el riesgo de contagios por coronavirus. Eso sí, los valencianos que llegaron después del mediodía para ver la disparada, se llevaron un buen chasco. Los propios agentes de policía les informaban de que allí ya no había nada y que podían marcharse tranquilamente. En cuanto al acto pirotécnico, por esperado resultó un tanto corto, y pilló por sorpresa a mucha gente que le vino justo para grabarlo y hacerle fotos. Todo sucedió tan deprisa que no se pudo saborear.

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Eso sí, en la periferia de la capital, a las 14 horas, en una decena de pueblos de València, se dispararon las «mascletades» previstas en estas pedanías. Estos actos fueron muy concurridos pero se mantuvieron las distancias interpersonales.