El carcinoma de colon es el tercer tipo de tumor más frecuente, con el 10,2% del total de casos anuales (tras carcinoma de pulmón y de mama), y la segunda causa mundial de muertes por cáncer, con el 9,2 % del total, tras el de pulmón. Sin embargo, en los países occidentales, esta enfermedad tumoral es la más frecuente en ambos sexos (13,7 % del total de casos de cáncer en España, con 37.172 casos nuevos al año), por delante del carcinoma de mama (12,1 %), del de próstata (11,7 %) y del de pulmón (10,1 %).

Existen muchos factores para evitar la aparición de este tumor, pero destacan la limitación del consumo de alcohol y el de carnes rojas como principales actuaciones de prevención.

Cada año mueren en nuestro país 12.423 enfermos de carcinoma de colon, el 10,9 % del total de decesos por cánceres, solo superado por las muertes por carcinoma de pulmón (20,2% del total de muertes por tumores).

Los casos de carcinoma de colon en los países occidentales crecen cada año, debido a diversos hábitos de vida comunes en estos países, que inducen, con el transcurso de los años, daños genéticos en las células del colon, que se traducen, finalmente, en mutaciones en genes concretos de estas células, que hacen que el crecimiento de las mismas se altere totalmente.

El efecto final de estos cambios genéticos es el desarrollo lento de pólipos de pocos milímetros de tamaño, que seguirán creciendo a lo largo de la vida del paciente hasta generar tumores de mayor tamaño (adenomas) y finalmente grandes adenocarcinomas con capacidad invasiva en los estados finales de la enfermedad. Estos adenocarcinomas de gran tamaño serán los responsables de metástasis en otros tejidos como el pulmón o el hígado. Todo este proceso de lento desarrollo desde pólipos minúsculos a grandes tumores invasivos se produce a lo largo de décadas, razón por la cual los pacientes diagnosticados con este tipo de cáncer suelen tener más de 50-60 años de edad.

El lento desarrollo de este cáncer permite que la realización periódica de colonoscopias en los programas de cribado de carcinoma de colon en la población general sea extremadamente útil a la hora de detectar (y extirpar) los pólipos de las fases iniciales de esta enfermedad, eliminando los riesgos futuros para la vida del paciente.

Entre los hábitos de vida occidentales que más influyen en la generación de daños genéticos implicados en el desarrollo de carcinoma de colon están el consumo de alcohol, que eleva el riesgo de padecer este cáncer en un 41 % (con una ingesta diaria de 45 g de alcohol), o el de tabaco, que eleva el riesgo un 38%.

La Organización Mundial de la Salud, en 2015, incluyó además el consumo de carnes rojas procesadas (salchichas, hamburguesas, embutidos, etcétera) como un factor de riesgo para el desarrollo de carcinoma de colon, ya que estos productos suelen contener un elevado porcentaje de hemoglobina, hidrocarburos aromáticos policíclicos y conservantes basados en nitratos y nitritos. Existen multitud de otros factores que pueden ayudar a prevenir este tipo de cáncer de una forma sencilla, si se incorporan en los hábitos de vida de las personas. Entre ellos, la realización de ejercicio físico de forma regular muestra un 40 % de reducción del riesgo de carcinoma colorrectal, y también se observan menores tasas de este cáncer en personas sin obesidad.

Otro factor preventivo es un adecuado nivel de vitamina D en el organismo, razón por la cual los países con más horas de sol al año muestran menores tasas de carcinoma de colon. El efecto protector de la vitamina D frente a esta enfermedad se ve reforzado cuando hay una buena ingesta diaria de calcio en la dieta (procedente de productos lácteos como leche, yogures o quesos, por ejemplo). Esta vitamina D favorece que las células del colon no sufran cambios en sus procesos de multiplicación celular, y por tanto que no generen pólipos con crecimiento descontrolado.

El consumo diario de verduras y frutas es otro importantísimo factor protector de la dieta frente al carcinoma de colon. Estos alimentos vegetales contienen importantes cantidades de sustancias beneficiosas con efectos antiinflamatorios y antitumorales, incluyendo varias frente a carcinoma de colon.

Diferentes estrategias pueden ayudar a reducir la probabilidad de padecer carcinoma colorrectal, como la eliminación en los hábitos de vida de agentes inductores de esta enfermedad, como el alcohol o el tabaco; la reducción del consumo de carnes rojas procesadas y de grasas saturadas; la práctica regular de ejercicio físico al aire libre, y la inclusión en nuestra dieta de alimentos ricos en vitamina D, en calcio, en pigmentos vegetales protectores frente a carcinoma de colon; o las fibras prebióticas presentes en prácticamente todas las verduras y a algunas frutas (como plátanos).