Las carreteras a corto y medio plazo serán inteligentes, más seguras, y con «premios» para el conductor. Podrán reducir los tiempos de respuesta en caso de accidente o emergencia, disminuir los riesgos en maniobras peligrosas como los adelantamientos y las incorporaciones, pero también serán más ecológicas. Así lo asegura Juan Carlos Cano, catedrático de Informática e investigador del Grupo de Redes de Computadores de la Universitat Politècnica de València. «El objetivo es ir a cero muertes y cero emisiones», enfatiza.

Juan Carlos Cano recuerda que la tecnología está disponible y solo falta la inversión. Una posibilidad nada descabellada que se abre ahora con los planes de reconstrucción y digitalización de la Unión Europea. «La movilidad y las carreteras son un servicio, al ciudadano hay que proporcionarle el más adecuado y eficiente», señala Cano, uno de los autores del estudio junto a un equipo de la Universidad de Zaragoza, el Centro Universitario de la Defensa, la Universidad Nacional Tsing Hua de Taiwan y la propia UPV.

Ahora, que la mayoría de vehículos aún no son autónomos, ni eléctricos, el internet de las cosas y el Big Data permite la sensorización de las zonas más contaminadas y recomendar vías alternativas. A medio y largo plazo, los controladores de tráfico podrán redirigir a los turismos sin conductor. Habrá también señales que cambiarán en función de las necesidades del momento, farolas que solo se encenderán cuando detecten movimiento o que incluso puedan cargarse gracias a los coches y camiones en marcha.

En países como Estados Unidos o China ya se prueban las llamadas carreteras musicales, donde el «premio» es que suene una melodía significativa para aquellos usuarios con comportamientos correctos. Japón tiene ya treinta autopistas donde se ha puesto en marcha este experimento. Solo ofrecen un ruido armonioso si se circula a la velocidad adecuada. En la histórica Ruta 66 a su paso por Nuevo México suena «América the Beautiful» cuando no se sobrepasan la media de 72 km/h.

Las carreteras del futuro podrán crear música para alertar al conductor de un peligro o si circulan con exceso de velocidad, advirtiéndole, de forma automática, de sus infracciones al volante.

También habrá cruces inteligentes e incorporarán avanzados sensores y diferentes dispositivos de comunicación que permitirán reducir al máximo los tiempos de rescate en caso de accidente. «Parece ciencia ficción, pero todo es viable tecnológicamente», comenta Juan Carlos Cano.

Las carreteras son superficies kilométricas en las que se puede aprovechar la energía solar de diversas formas, señalan los autores del trabajo. Se plantea, además, que sirvan como método de recarga mediante inducción magnética. Un sistema que ya se ha puesto en marcha en Reino Unido e Israel, tal como recuerdan los distintos investigadores.

«Nada tienen que ver las vías actuales con las infraestructuras de hace treinta años y van a cambiar aún más en las próximas décadas. Serán mucho más seguras gracias a los grandes avances de las telecomunicaciones, del 5G y de la computación en la nube, entre otras muchos avances tecnológicos, serán superautopistas de la información», concluye Cano.