En el día de la solemnidad litúrgica de santa Teresa, 15 de octubre de 2020, santa a la que tenía especial devoción, al cardenal arzobispo de Valencia, Antonio Cañizares, le ha llegado ese momento crucial en su vida de gobierno episcopal, y debe tener firmada ya su carta de renuncia que ha de enviar al Vaticano, donde se dispondrá si se le prorroga unos meses más el mandato o se le acepta la renuncia inmediatamente. 

Establece el Código de Derecho Canónico, en el Capítulo II, arts.1 y 2, canon 401 § 1, sobre los derechos y obligaciones de los Obispos que "Al Obispo diocesano que haya cumplido setenta y cinco años de edad se le ruega que presente la renuncia de su oficio al Sumo Pontífice, el cual proveerá teniendo en cuenta todas las circunstancias.” La traducción de este texto es que todos los Obispos de la Iglesia Católica han de presentar su renuncia al cargo, su dimisión, automáticamente al cumplir dicha edad.

El prelado habría pedido a Roma estar un tiempo más, dos años, en el cargo, pues se siente con ganas y fuerzas. La fontanería del palacio arzobispal asegura que le han sido concedidos esos dos años, cosa que hay que tomar con pinzas, pues a Roma no le ha llegado la carta de renuncia.

 El Vaticano es muy especial para estas cuestiones, al arzobispo Marcelino Olaechea, que fue un gran prelado en todos los órdenes, presentó la renuncia por edad y se la aceptaron enseguida, no le dieron margen de respiro. El Papa Francisco es partidario de ir renovando y rejuveneciendo los Obispados. Entre otras razones, por la lógica del deterioro de las fuerzas humanas y de la salud.

Todos los Obispos de la Iglesia Católica han de presentar su renuncia al cargo, su dimisión, automáticamente al cumplir dicha edad

En el caso de Cañizares, puede que se llegue a un término medio de plazo para su salida de la sede episcopal valentina. Ni los dos años que ha pedido o desea, ni los tres meses que podría tardar Roma en responder. Tal vez el tiempo justo para que el cardenal cierre su gobierno con la celebración de la asamblea general del Sínodo que convocó y que estaba programada para este mes de octubre. El prelado decidió posponer la clausura del Sínodo con la excusa perfecta de la pandemia del Covid, lo que algunos piensan ha sido una manera de ampliar su período de gobierno más allá del establecido en el Código de Derecho Canónico.

Los seis años de gobierno episcopal de Cañizares, a pesar de su edad y salud, han sido intensos, ha estado muy activo, ha sabido tirar con fuerza del caro y sostener de manera valiente y decidida el timón. No le hacían el trabajo, sabía hacérselo él. Ha estado muy pendiente de los sacerdotes. Un antecesor suyo, García Gasco, nunca fue a ver a un sacerdote enfermo o a oficiar su funeral. Cañizares iba a todos. Le dio mucha importancia a lo social, a la gente en riesgo de exclusión, fomentó obras en su favor. También le ha preocupado mucho España, concepto que siempre tenía presente en sus escritos intervenciones, incluso en homilías. Ha sido siempre valiente, no callando nada que le preocupara. Ha sido el suyo un gobierno breve, pero intenso.

La Nunciatura de la Santa Sede en España tiene en cartera varios nombres para ocupar distintas sedes episcopales vacantes, o que vacarán pronto, para proveerlas, entre las que se encuentra Valencia, una de las históricamente de mayor peso e importancia de España, ciudad que conoció el Papa personalmente siendo cardenal Bergoglio con motivo del polémico y enjuiciado V Encuentro Mundial de las Familias, cuya primera sentencia está a punto de salir, y el nuevo arzobispo se pretende va a estar claramente en la línea de Francisco, que sería en España la línea de los cardenales Omella y Osoro. Osoro, por haberla gobernado, será el principal garante informante de quien vaya a ocupar esta responsabilidad.

 No parece probable que el nuevo arzobispo pudiera el valenciano Vicente Juan, obispo auxiliar de Valencia y ex obispo de Ibiza, a quien alguien lo habría visto llegar con ínfulas de arzobispo coadjutor. Está ya mayor y su paso por Ibiza no ha hecho mucho curriculum. Es de suponer, que el grupo de clérigos más progresistas pronto pedirán un pastor para la Diócesis que no sea conservador, sino que abra puertas y ventanas en la Iglesia de Valencia, sobre todo en el palacio arzobispal.

Antonio Cañizares

Antonio Cañizares Llovera nació en Utiel, Valencia, el 15 de octubre de 1945, pueblo que le tiene concedida su Medalla de Oro y dedicada una calle. En Sinarcas, pueblo cercano, en la raya con Castilla, pasa sus momentos de descanso.

Fue ordenado sacerdote en 1970 en Sinarcas, Valencia, por el arzobispo José María García Lahiguera. Cursó estudios eclesiásticos en el Seminario Metropolitano de Valencia y en la Universidad Pontificia de Salamanca, donde obtuvo el doctorado en Teología. Es también perito en Pastoral Catequética por el Instituto Superior de Pastoral de Madrid. Ha dedicado la mayor parte de su vida a la docencia, habiendo sido profesor de la Facultad de Teología de Salamanca, del Seminario Conciliar de Madrid y del Instituto Superior de Ciencias Religiosas.

Es fundador y expresidente de la Asociación Española de Catequistas, miembro del Equipo Europeo de Catequesis, coadjutor de la parroquia de San Gerardo de Madrid y director de la revista Teología y Catequesis.

Fue posteriormente nombrado obispo de Ávila el 6 de marzo de 1992; arzobispo de Granada el 10 de diciembre de 1996, donde tomó posesión el 1 de febrero de 1997; y arzobispo de Toledo y primado de España, el 24 de octubre de 2002 por el papa San Juan Pablo II, tomando posesión de la sede toledana el 15 de diciembre de 2002. Durante su episcopado en Toledo, en donde permanececió hasta 2008, fue creado cardenal por el papa Benedicto XVI el 24 de marzo de 2006.

El 9 de diciembre de 2008, el papa Benedicto XVI lo nombra nuevo prefecto de la Sagrada Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos.

El 28 de agosto de 2014, el papa Francisco lo nombró arzobispo de Valencia, como sucesor de Carlos Osoro. Tomó posesión de la archidiócesis de Valencia el 4 de octubre de 2014.

En es elegido numerario de la Real Academia de la Historia en sustitución de Antonio Rumeu de Armas. En 2007, fue nombrado doctor honoris causa por la Universidad CEU Cardenal Herrera en Valencia. También lo es por la Universidad Católica de Ávila en 2010, universidad fundada por él en 1994, y es doctor honoris causa por la Universidad Católica San Antonio de Murcia y por la Universidad Católica de Valencia "San Vicente Mártir".