«La caza furtiva sigue siendo un problema de conservación para algunas especies amenazadas en la región mediterránea». A esta conclusión ha llegado un equipo de investigadores del Instituto Cavanilles de Biodiversidad y Biología Evolutiva, de la Universitat de Valencia, y del Centro de Recuperación de Fauna Salvaje ‘La Granja’, de la Generalitat, tras analizar los ingresos por disparo de aves no cinegéticas en los centros de recuperación de fauna salvaje de la Comunitat Valenciana entre los años 1991 y 2015.

Este trabajo, publicado en Ardeola, la revista científica de SEO/BirdLife, revela que, en este periodo de cinco lustros, un total de 2.076 aves no cinegéticas, de 101 especies diferentes, ingresaron por esta causa en los centros de recuperación valencianos, siendo las aves rapaces el grupo más afectado, sumando un 74% del total de registros.

Concretamente, de esas 2.076 aves, 112 ejemplares pertenecían a 17 especies amenazadas, y de ellos, 44 correspondieron a especies catalogadas ‘En Peligro de extinción’ en las Listas Nacional y Regional de Especies Amenazadas: 33 aguiluchos laguneros, dos malvasías cabeciblancas (especie también clasificada como ‘En Peligro’ por la UICN), cuatro cercetas pardillas, tres milanos reales, un avetoro y una focha moruna. Además, 32 de esas 44 aves fueron encontradas en cuatro humedales protegidos, lo que evidencia un problema con el control y vigilancia de la caza ilegal en estos espacios: el Prat de Cabanes-Torreblanca, l’Albufera, el marjal de Pego-Oliva y El Fondo d’Elx.

Pero ingresar en un ‘hospital de fauna’, a pesar de los grandes esfuerzos que los veterinarios realizan por salvarles la vida, no siempre significa recuperación y regreso a la naturaleza, muchos casos son irrecuperables: «Del total de aves no cinegéticas ingresadas por disparo en los centros de recuperación, menos de una cuarta parte pudo ser rehabilitada y finalmente devuelta de nuevo al medio natural», según el estudio.

Los autores destacan que «a lo largo del periodo de estudio se registraron episodios de caza ilegal durante todos los meses del año, aunque los máximos tuvieron lugar en la temporada cinegética oficial». Y subrayan que «siguen teniendo lugar ingresos por disparo de especies protegidas, si bien es cierto que con el paso de los años se ha registrado una disminución, en paralelo al descenso en el número de licencias de caza expedidas en la región».