«Prepararse», «nuevas medidas» o «esfuerzo extraordinario». Estas son algunas de las expresiones que lanzó ayer el president de la Generalitat, Ximo Puig, al ser preguntado por la situación epidémica y la consiguiente respuesta por parte de la Administración valenciana. Unas frases que están medidas al milímetro ante la sombra cada vez más alargada de un posible nuevo confinamiento domiciliario.

De momento, este nuevo confinamiento, a diferencia de la petición del homólogo asturiano de Puig, el también socialista, Adrián Barbón, está descartado para la Comunitat. Mejor dicho, aparcado a la espera de cómo evolucionen los datos tras las medidas impulsadas hace menos de 10 días. «En función del devenir y de cómo avancen los distintos parámetros se tomarán nuevas medidas», fueron las palabras exactas del jefe del Consell.

En estos medidores, además de la incidencia del coronavirus, destaca el valor que muestre la presión hospitalaria. Puig señaló que la Comunitat no está «en un momento de estrés», pero llamó a «prepararse para que cualquier ciudadano que se vea afectado tenga la mejor respuesta posible». Las hospitalizaciones no han dejado de crecer en el último mes hasta superar las 1.100 personas ingresadas y algunos centros médicos, como el Clínico o el Hospital de Elda, sufren datos preocupantes de saturación según cuenta este diario.

Margen de maniobra

Sin embargo, la Generalitat no tiene prisa por ampliar las medidas que han de estar sujetas a la necesidad, es decir, al fracaso o acierto de las actuales limitaciones del toque de queda o las restricciones a reuniones de más de seis personas. Los datos respecto al resto de España siguen siendo un escudo. La Comunitat continúa como la autonomía peninsular con menor incidencia por 100.000 habitantes en los últimos 14 días y eso le permite un margen de actuación, aunque tampoco es un cheque en blanco porque el empeoramiento es claro en las últimas semanas.

Fuentes cercanas a Presidencia de la Generalitat trasladan precisamente esta ausencia de premura en la necesidad de tomar decisiones drásticas. Ese margen ya lo jugó el ejecutivo de Puig para implantar otras medidas como la prohibición de fumar en la calle o el cierre perimetral de la comunidad la semana pasada. De hecho, esta medida, más que una actuación que naciera del convencimiento absoluto de Puig y Barceló, acabó precipitándose como una respuesta disuasoria a la posición de Ayuso y la Comunidad de Madrid.

La Comunitat continúa como la autonomía peninsular con menor incidencia por 100.000 habitantes en los últimos 14 días y eso le permite un margen de actuación, aunque tampoco es un cheque en blanco porque el empeoramiento es claro en las últimas semanas

El objetivo de la Generalitat es, por tanto, esperar y leer los datos. Todavía quedan podrían quedar días en los que no se notará el efecto de las medidas y seguirá la escalada que se inició tras el puente de octubre. En esta espera, mientras tanto, se apela a la «corresponsabilidad» y se evita un daño mayor a la economía, ya de por sí mermada por la situación pandémica.

Otra de las bazas con las que deberán hacer malabares desde Presidencia y Sanidad es con la posible presión del resto de autonomías. De momento han sido países del entorno como Francia o Gran Bretaña los que han apostado por el confinamiento domiciliario. La petición de Asturias ayer, denegada por el Gobierno, podría haber provocado lo que ocurrió con otras barreras normativas: una serie de adhesiones que acabasen en un efecto dominó. Los datos permiten ser la última, pero siempre está el riesgo de quedarse en la foto a solas con Madrid.

De pedir cautela para esperar nuevos datos a señalarlo como un «fracaso social». Los expertos no apuestan de manera decidida por un confinamiento domiciliario, aunque tampoco descartan su implementación para los próximos días. «Nos movemos en una zona de grises complicada, es difícil encontrar el equilibrio, hay mucha incertidumbre», resume el investigador del Centro Superior de Investigación en Salud Pública, Salvador Peiró.

Los expertos no apuestan de manera decidida por un confinamiento domiciliario, aunque tampoco descartan su implementación para los próximos días: "Nos movemos en una zona de grises complicada, es difícil encontrar el equilibrio"

Para este doctor en Medicina, esta semana es «clave» a la horade saber si las medidas implantadas hace 10 días funcionan. Y, como indica, «si no funcionan, tendríamos que pasar a palabras mayores». Estas «palabras mayores» irían encaminadas a un confinamiento domiciliario «que no creo que sería como el de la primavera pasada».

Para José María Martín Moreno, catedrático de Medicina Preventiva de la Universitat de València y asesor de la OMS para Europa, el aplicar el confinamiento domiciliario por segunda vez en esta pandemia supondría un «fracaso social» y la constatación de que las cosas no se han estado haciendo bien, ni por parte de la sociedad ni por parte de los gobiernos. «Es la opción de vamos a escondernos en una alcantarilla a esperar que pase», ilustra el experto que critica que se hubiera trabajado poco en los puntos base, «en lo que sabemos que funcionan: más inversión en Atención Primaria, en mejores test con resultados en 24 horas y en mejorar la trazabilidad, es así como se cortan las cadenas de contagio». Con todo, según el preventivista, los indicadores de presión hospitalaria y situación de las UCI todavía no habían llegado al nivel para tener que optar por esta salida del confinamiento domiciliario.

Aplicar el confinamiento domiciliario por segunda vez en esta pandemia supondría un «fracaso social» y la constatación de que las cosas no se han estado haciendo bien, ni por parte de la sociedad ni por parte de los gobiernos

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La catedrática de Salud Pública y vicedecana de la Universidad de Alicante, Carme Vives, descarta valorar sobre un confinamiento ya que, asegura, «no contamos con los datos suficientes sobre las medidas que se acaban de implementar». Por su parte, para el también catedrático en Salud Pública, Carlos Álvarez-Dardet, «la debilidad de los servicios de salud pública nos lleva irremediablemente al confinamiento domiciliario». «El problema es que existe una gran politización, los datos son los que son, pero el relato político de cada partido los emborrona», sentencia.

Los expertos piden equilibrio antes de llegar al «fracaso social» del encierro


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