La monumental chimenea de tres metros de altura que Mariano Benlliure esculpió en 1900 inspirándose en «El Infierno de Dante» ha dejado de formar parte del paisaje decorativo que envuelve al presidente de la Generalitat en la solemnidad de los grandes anuncios institucionales. El grupo escultórico, que ayudó al artista valenciano a alzarse con la medalla de honor en la Exposición Universal de París, ha abandonado el patio gótico del Palau después de seis décadas integrado en el complejo.

La valiosa pieza de bronce no se marcha muy lejos. Para encontrarla en su nuevo hogar apenas habrá que recorrer a pie los 110 metros que separan la sede de la Presidencia del Consell de las dependencias centrales de la Diputación de València, al otro lado de la plaza de Manises. La corporación provincial es la propietaria de la escultura desde que la adquirió en 1957, pero «El Infierno» se quedó en el palacio con entrada por la calle Caballeros cuando en 1982 -tras la aprobación del Estatut d’Autonomia- la Generalitat desembarcó en el edificio, hasta ese momento en manos de la diputación.

La decisión de trasladar la obra -extremando al máximo su protección para evitar desperfectos- ha partido de la Administración autonómica y se enmarca dentro de los trabajos de remodelación del patio gótico del Palau, que en los últimos meses han renovado la iluminación, reparado las goteras del lucernario y limpiado el acristalado por primera vez en muchos años. La idea era encontrar a la pesada escultura una ubicación más adecuada donde pueda tener más visitantes.

Aunque en el Museo de Bellas Artes de València existe una colección dedicada íntegramente al artista valenciano, de momento la diputación ha dejado la chimenea en manos de su unidad de patrimonio para proceder a su restauración antes de instalarla de manera definitiva en el patio del Palacio de la Scala, donde compartirá espacio con otras piezas de Benlliure que engrosan el fondo artístico de la institución provincial, como el grupo en mármol «Canto de amor», que, como «El Infierno de Dante», fue esculpida a raíz de un encargo del banquero Gustavo Bauer para decorar su residencia de Madrid. Este acabó rechazando la chimenea por su excesivo tamaño, pero el escultor la remató y la presentó a la exposición universal parisina, que le abrió las puertas de la fama: poco después fue nombrado hijo predilecto de València, ingresó en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid y ocupó la dirección de la Academia de Bellas Artes de España en Roma.

La obra terminó integrada en el estudio de Benlliure en Madrid hasta su muerte, en 1947. Diez años después, la diputación se la adquirió a su hija Leopoldina. Una escultura de Andreu Alfaro podría suplir ahora su vacío en el patio gótico del Palau.

Testigo de parlamentos históricos

Benlliure se inspiró en la Divina Comedia para componer el grupo escultórico, donde aparecen decenas de cuerpos contorsionándose alrededor de una chimenea coronada por Dante y Virgilio. Una visión apocalíptica que en la última década ha sido testigo de comparecencias históricas como la dimisión de Francisco Camps o el anuncio de restricciones sin precedentes por la pandemia.