La nueva ley de Educación -denominada también ley Celaá por el apellido de la ministra de Educación-, encontró ayer un nuevo foco de polémica en las palabras del cardenal arzobispo de València, Antonio Cañizares, quien durante la eucaristía dominical aseguró que esta «no educa, no está al servicio de los otros» ya que, en su opinión, «niega realmente el que los demás puedan ser libres, conscientes, con sentido y puedan también amar y descubrir ese amor con el que son amados».

Tras esta palabras, pronunciadas en la Catedral en la misma jornada en que el religioso daba a los profesores de Religión de colegios e institutos públicos valencianos la ‘Missio Canónica’ -encargo para impartir la enseñanza de esta asignatura durante el curso 2020-2021-, Cañizares quiso también agradecer «su tarea en una sociedad que tanto la necesita».

Una norma con polémica

El mensaje del cardenal arzobispo llega tan solo unas jornadas después de que las formaciones conservadoras se mostraran muy críticas con el texto que plantea la nueva norma, que llegará para su debate al Congreso este jueves.

Uno de los puntos de la ley señala que la asignatura de Religión, aunque seguirá presente en los colegios, ya no será -como sucede con la actual Lomce impulsada durante el mandato de Mariano Rajoy- computable a nivel académico y no tendrá una alternativa. En su lugar, aparece una asignatura obligatoria de «valores cívicos y éticos» focalizada en los derechos humanos y cívicos, la tolerancia y la no discriminación. Además, en otro de sus apartados, se indica que no habrá financiación pública para las escuelas que segreguen niños y niñas.