Hace 30 años desde que Jadu naciera en una jaima en mitad del desierto. Y en el mismo momento de llegar a la vida ya era refugiada en una tierra que no era la suya. La suya, a donde ella pertenece, estaba al otro lado del muro más largo del mundo, el que construyó Marruecos en el Sáhara ocupado. De allí tuvo que huir su madre a los 6 años para instalarse en el campamento de El Aaiún en la provincia argelina de Tinduf, que lleva en pie casi medio siglo. En ese lugar se crió Jadu, refugiada saharaui, y a los 9 años emigró a València. Hoy trabaja de enfermera en un hospital.

Ahmed tiene 26 años y nació en el campo de Auserd. Pudo venir a España a los 3 años y se crió en Llosa de Ranes, un pueblo cercano a Xátiva. Hoy en día es trabajador social. El pasado 11 de noviembre su tía le mandó un vídeo cocinando pescado cerca del paso del Guerguerat. Al día siguiente, en ese mismo lugar, Marruecos y el Frente Polisario dieron por roto el alto el fuego firmado en 1991, comenzaron los enfrentamientos armados y los saharauis declararon la guerra.

Su hermano, como muchos jóvenes de su generación, está en el frente. Desde València, Jadu y Ahmed ven el conflicto con miedo por sus familiares que siguen allí, y explican que la juventud del desierto siente una gran rabia e impotencia tras 29 años en busca de una salida política para poder, por fin, abandonar los campos de refugiados donde no hay futuro para ellos.

Problema eternizado

«La vida en los campamentos no ha cambiado mucho. Antes teníamos una jaima, un cuartito para el baño, una cocina pequeña y un salón. 45 años después las condiciones siguen casi igual, y es una vida muy dura», cuenta Jadu.

Ahmed, que tiene a toda su familia en los campamentos, añade; «la juventud saharaui ha estado 29 años esperando otra salida que no fuese la guerra y que se ha dado cuenta, 29 años después, de que no había otra solución ¿Qué vías nos quedan?».

Ambos se enteraron de los combates a través de su familia y las redes sociales. «El Sáhara es una olla a presión. Ha habido un empuje masivo de jóvenes que quieren ir al frente. Piensa en que tienes 20 años, has vivido toda tu vida en un campamento sin oportunidades, en condiciones durísimas, y sabiendo que tu tierra es muy rica. El Sáhara tiene el tercer banco de pescado más grande del mundo, además de minerales. Pero la mayoría de los saharauis no saben lo que es una dorada porque Marruecos expolia nuestros recursos», denuncia Jadu.

Ahmed cuenta que hace tiempo que no sabe nada de su hermano, ahora en el frente, y dice que la juventud está muy movilizada porque busca mejorar sus condiciones de vida. «Solo quieren dignidad. Vemos muchas personas que fallecen por enfermedades evitables, solo por estar en campos de refugiados. El único objetivo es vivir en dignidad en nuestro territorio». El padre de Ahmed conserva el libro de familia español, y los abuelos de Jadu el DNI de la época colonial. Aún así, y a pesar de que España sigue siendo según la ONU la potencia administradora del Sáhara, Jadu y Ahmed aseguran que el Gobierno no ha mostrado «ningún apoyo». «Todo lo contrario, se posicionan con Marruecos» dice Jadu.

Mientras tanto, el primo de Jadu, que es médico, se ha alistado para ir al frente y le manda el siguiente mensaje de wattsap de camino a la frontera. «Estamos escuchando fuego y la tierra está temblando».