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César Muñoz-Fontela: "Hay un ‘nacionalismo vacunal’ que no es nada bueno. Esto no son las olimpiadas"

Coordina un grupo de la OMS para el desarrollo de vacunas de la covid-19.

El virólogo Muñoz-Fontela, en su despacho en el BNITM de Hamburgo (Alemania). | LEVANTE-EMV

¿En qué punto se encuentra la investigación?

Ahora mismo tenemos más de 200 investigadores de todo el mundo en el grupo, que en cada reunión comparten ideas, experimentos que aún no están publicados, etcétera. Esta es una colaboración internacional sin precedentes y ha ayudado inmensamente a acelerar el desarrollo de vacunas.

¿Con qué modelos animales están trabajando y qué ha aportado cada uno hasta el momento?

Los modelos más comunes para la covid-19 son los macacos, hámsteres, hurones y ratones. Ninguno es perfecto, pero la combinación de todos los modelos ha servido para entender mejor la patogénesis y la transmisión de la enfermedad, y, como digo, para el desarrollo preclínico de vacunas y antivirales.

¿Qué papel juegan los modelos animales en las investigaciones de vacunas?

Los modelos animales aportan información acerca de si las vacunas son seguras y si generan una buena respuesta inmune. Además, permiten saber si los animales vacunados resisten la infección experimental. Es un paso fundamental para que las entidades reguladoras puedan decidir si una vacuna debe entrar en ensayos clínicos en humanos o no. Lo mismo podría aplicarse a los antivirales.

El mundo se ha volcado en la búsqueda de una vacuna y algunos dirigentes políticos aseguran que estará lista antes de que acabe este año. ¿Pecan de optimistas?

Pecan de políticos probablemente. Hay un ‘nacionalismo vacunal’ que no es nada bueno. Esto no son las olimpiadas y aquí debería jugar todo el planeta como un solo equipo. Es bueno ser positivos, pero hay que pensar en estrategias que permitan terminar, o al menos disminuir significativamente, la transmisión del virus a nivel global, no en un país en concreto.

¿Puede lograrse una vacuna en un tiempo récord y conseguir que sea eficaz y segura?

Sin duda. Creo que algo que no se entiende aún bien es la diferencia entre lograr una vacuna en el ámbito científico y en el regulador. Con respecto al científico, con los medios y las técnicas que tenemos ahora y que permiten, por ejemplo, analizar una gran cantidad de datos en un tiempo muy corto, podemos tener una vacuna lista para ser probada en humanos en seis meses. La parte reguladora que viene después, los ensayos clínicos que son tremendamente caros y las diferentes fases de validación del producto por las agencias es lo que suele llevar años. La vacuna del ébola, por ejemplo, llevaba hecha diez años antes de que se aprobase su uso en humanos.

¿Por qué no se aprobó antes?

Porque no había mercado. Ahora no vamos a tener ese problema.

¿Se pueden acortar los plazos sin saltarse ninguna fase y tener un fármaco eficaz y accesible?

La velocidad de los ensayos y procesos reguladores cuando la vacuna sale satisfactoriamente de la fase preclínica depende mucho de la urgencia. La accesibilidad para todos depende de otros factores. Depende, por ejemplo, de cómo de fácil sea producir y almacenar la vacuna. Por ejemplo, la vacuna atenuada de la gripe o de la fiebre amarilla se produce amplificándola en huevos de gallina. Generar miles de millones de dosis así es complicado. Hay otras vacunas basadas en ácidos nucleicos (ARN) que necesitan conservarse a -80 °C, con lo cual su distribución en países que tienen dificultades para conservar la cadena de frío (la mayoría del planeta, por cierto) es complicada. Vamos a necesitar varias vacunas y un gran trabajo en equipo para que las carencias de unas vacunas se puedan suplir gracias a otras. Es un ejercicio de solidaridad global.

El mundo mira hacia la vacuna como el fin de la pandemia. ¿Lo será por sí misma?

Si como decía, las vacunas que se generen se distribuyen global y equitativamente, sí que creo que supondrían el final de la pandemia. Aquí me refiero al significado estricto de pandemia como transmisión del virus incontrolada a escala global. La erradicación completa del virus me parece ya mucho más complicada por varios factores. Primero, depende de la cobertura de las vacunas. Si hay territorios donde la vacuna no llega por problemas de tipo político o fanatismos, seguiremos teniendo parte de la población que mantenga el virus. Este es el problema que existe para la erradicación de la polio. Sospecho que además no vamos a tener que irnos muy lejos para encontrar estos problemas, ya que una parte importante de la población (un 30%) de los países desarrollados parece que rechazará la vacunación. Otro factor a tener en cuenta es si hay transmisión de humanos a animales domésticos o peridomésticos como gatos o visones que también sirvan para mantener focos de infección.

¿Puede haber una vacuna universal que sea eficaz?

Existen muchos ejemplos de vacunas universales como la de la polio, la difteria, el sarampión o la rabia. El problema no va a ser de tipo científico; va a depender de si estamos dispuestos a una cooperación internacional sin precedentes o no.

Ante un virus, ¿qué es más ‘sencillo’, encontrar una vacuna eficaz o un tratamiento que no sea tóxico?

Depende del virus. Conseguir una vacuna contra el virus del sida (otra pandemia global, por cierto), que se ‘esconde’ en las mismas células que coordinan la respuesta inmune es claramente muy complicado. Sin embargo, hay combinaciones de antivirales excelentes. Contra la fiebre amarilla tenemos una vacuna muy efectiva, pero no tratamientos. Realmente, depende de cada caso.

Se habla de anticuerpos monoclonales, de la importancia de la inmunidad por células T ante la covid-19 ¿Dónde puede estar la clave?

En el caso de enfermedades infecciosas, generalmente no hay una sola clave que explique por qué unas personas responden bien a la infección o al tratamiento y otras no. Hay factores genéticos, inmunológicos, epidemiológicos. El tratamiento con anticuerpos monoclonales es prometedor para controlar la replicación viral y las células T juegan un papel clave eliminando las células infectadas. Hay otras posibles estrategias, como medicamentos que ataquen componentes del virus o que impidan su unión a las células humanas. Lo primero que se intentó fue reutilizar antivirales aprobados para otras infecciones. Esta es una estrategia inteligente porque si alguno funciona, ya sabemos que no es tóxico y que no tiene efectos secundarios relevantes. Desafortunadamente, esto no ha funcionado muy bien, como se ha visto en el caso de la hidroxicloroquina y el remdesivir. La estrategia ahora es utilizar terapias más dirigidas a este virus y que en muchos casos, como los anticuerpos monoclonales, ayuden al sistema inmune a eliminar la infección.

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