Las tormentas del pasado viernes suscitaron escenas bélicas casi hollywoodienses. Los rayos impactaban con el suelo emitiendo truenos estremecedores, mientras la lluvia caía con fuerza, en ocasiones acompañada de proyectiles de hielo, el abundante pedrisco, que se encargó de deshojar los árboles ya casi pelados por las inclemencias del otoño. Esto no ocurrió en toda la Comunidad Valenciana, pero allá donde acertaron a descargar los fenómenos tormentosos la situación, por momentos, fue sobrecogedora. En ese contexto de guerrillas, se pusieron en marcha los ‘tanques’ de tormentas que se reparten por ciudades como Valencia o Alicante. No hablamos de carros blindados, sino de depósitos de aguas pluviales que sirven para disminuir la presión en el alcantarillado. Una vez pasado el chaparrón, el agua retenida se conduce a depuradoras para quitar parte de la suciedad arrastrada de las calles y devolverla limpia al cauce natural. También se puede destinar a otros usos, como el riego.

Si usted es un seriéfilo, probablemente habrá visto la última temporada de ‘La Casa de Papel’, donde el personaje del Profesor, Álvaro Morte, se cobija en una cueva de cemento subterránea en Madrid. Si se acuerda de las escenas, estará visualizando el tanque de tormentas en Arroyofresno, el más grande del mundo con 400.000 metros cúbicos de capacidad. Maquinaria pesada para combatir la fuerza aérea meteorológica.

En Valencia, el barrio del Cabanyal acoge uno de estos depósitos subterráneos con capacidad para cerca de 20.000 metros cúbicos de lluvia, que equivalen aproximadamente a 10 piscinas olímpicas. La ciudad de Alicante tiene otro de 60.000 metros cúbicos, el de ‘José Manuel Obrero’ ubicado en el barrio de San Gabriel, y en Castellón el municipio de Onda construyó uno de menor envergadura, de 500 metros cúbicos, cuya función principal es la de retener las aguas más sucias que se cuelan en los imbornales con los primeros compases de los chaparrones, para después depurarlas y verterlas al río Sonella.

En los últimos meses un buen número de consistorios ha metido la construcción de estas infraestructuras en sus futuros planes de prevención ante lluvias intensas. Gandía hace poco aprobó el proyecto del depósito en el Clot de la Mota, lindando con la playa, con tal de dar cabida a 11.000 metros cúbicos y así tratar de solucionar el problema de las inundaciones en el casco antiguo. El Ayuntamiento de València también anda en la misma campaña para construir hasta seis nuevos depósitos subterráneos, casi los mismos que la ciudad alicantina de Elche, con siete proyectados. Los últimos aguaceros han evidenciado que hay mucho trabajo pendiente en nuestras ciudades para hacer frente a un clima mediterráneo cada vez más extremo.