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El Consell avanza en un frente con Cataluña frente a los «abusos» de Madrid

El jefe del Ejecutivo plantea una «alianza» catalano-valenciana que «reinvente» España

El jefe del Consell, Ximo Puig, junto al presidente catalán en funciones, Pere Aragonés, durante el encuentro que mantuvieron ayer en Barcelona. | ANA AVELLANA

El president valenciano, el catalán (accidental) y, entre ambos, un cuadro de Joan Miró, el artista balear más ilustre. Una escena temida por algunos (bastantes en tiempos pasados) y que, a pesar de la vecindad, no ha sido habitual desde la transición. Con carácter formal no se producía desde hace cuatro años (en València, en septiembre de 2016). De manera informal, desde hace tres años (abril de 2017), desde un café rápido en un intento (casi desesperado) por alejar a Carles Puigdemont de la declaración unilateral de independencia.

La escena se produjo ayer en la sede de la vicepresidencia catalana. Solo ella ya tiene un valor. Ximo Puig y Pere Aragonés coincidieron además en «seguir cooperando» en proyectos comunes como el corredor mediterráneo y en trabajar por una relación «fluida», la que no ha habido en los últimos años, contaminada por el procés.

En esto último no se produjeron demasiados avances. El análisis de la situación catalana constató dos opiniones contrapuestas y «claramente diferenciadas». La de quien (en precampaña electoral) insiste en la vía soberanista y la de quien defiende el regreso de Cataluña como aliado para «reinventar» una «España de Españas». Una «España catalana».

Estos fueron algunos de los conceptos que manejó Puig en la conferencia con la que abrió un ciclo en el Cercle d’Economía, rodeado por la cúpula empresarial y una importante nómina política catalana.

La sintonía con Aragonés sí fue total sobre la armonización fiscal que ERC, el partido del presidente interino catalán, ha defendido ante el Gobierno de España. También hay postura común frente a Madrid como «paraíso fiscal» y sus «abusos» como territorio que incurre en «competencia desleal» al reducir los tributos de las grandes fortunas para atraerlos aprovechando el efecto capitalidad.

Ximo Puig, durante su conferencia en el Cercle d’Economia. Frente a él, Ada Colau. | QUIQUE GARCÍA/EFE

Los dos mandatarios abordaron asimismo la pandemia. Existe coincidencia en mantener las medidas restrictivas cuando se acerca la Navidad y en reivindicar el papel de las regiones en la gestión de los fondos europeos para la reconstrucción, que ofrecen una oportunidad para articular transformaciones de calado. Los responsables autonómico se intercambiaron sus proyectos.

«Asumamos una premisa: nadie puede defender sus intereses en Europa de forma individual, ni Cataluña, ni la Comunitat Valenciana, ni Madrid, aunque sus élites piensen lo contrario. Valencianos y catalanes compartimos intereses y retos en España y Europa, en una economía global», había señalado Puig antes del encuentro bilateral, durante su intervención ante dirigentes empresariales y políticos.

En esa misma cita en el Cercle d’Economia, el jefe del Consell lamentó «con dolor» el hecho de que dos territorios vecinos como Cataluña y la C. Valenciana han vivido de espaldas demasiado tiempo. «Primero durante dos décadas el gobierno valenciano no quería saber nada de Cataluña, y últimamente hubo un debate interno en Cataluña que no ha permitido desarrollar con garantías una conversación necesaria», dijo.

Con las elecciones catalanas de febrero a la vuelta de la esquina, Puig reconoció que en estos momentos no hay un terreno sólido para edificar, pero ahondó en la oportunidad de abrir una nueva etapa de colaboración junto a Cataluña para liderar una «Commonwealth mediterránea», evocando la estructura hedera del imperio británico. Un «corredor metafórico» para acabar con la «España macrocefálica», dijo, con el «abuso del efecto capitalidad» que convierte a Madrid en una gran aspirador y con la «acumulación centralizadora de poder».

El president defendió que se puede «federalizar el país sin tener que esperar a un cambio constitucional» complicado por la actual fragmentación parlamentaria, como se ha demostrado con las dificultades para renovar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

En este sentido, apostó por recabar la voluntad política necesaria para avanzar hacia ese proceso federalizante a través de medidas compartidas como la descentralización de las instituciones españolas. Eso sí, Puig dejó claro que las instituciones catalanas han de dar pasos imprescindibles para poder reconstruir puentes, dejando atrás el «bloqueo» del proceso independentista que congeló sus relaciones institucionales y regresando a todos los tableros «en los que está jugándose el futuro», en lugar de -agregó- «mirarse en un espejo deformado que refleja una imagen que poca gente reconoce».

«Los maximalismos llevan a maxifracasos, y estos llevan a maxifracturas», señaló el dirigente valenciano, en una crítica velada al independentismo. Y recordó que, antes de la España radial, valencianos y catalanes ya trabajaban -desde el ámbito empresarial- por «una España alternativa y periférica que se posicionaba en Europa como una Eurorregión con perspectiva transancional».

«Trellat» y «seny»

El president hizo hincapié en que las demandas que unen a ambas autonomías «no van de banderas, de nostalgias o de prosas inflamadas», sino «de derechos, de justicia social, de igualdad de oportunidades y de servicios públicos esenciales», después de poner el foco en la «deriva centralista que se ha acentuado», enmarcada en un «procés invisible de la capital» que «atenta contra la igualdad de los territorios que conformamos España».

«El trellat valencià necesita el seny català» o «los valencianos necesitamos una Cataluña fuerte y los catalanes un país de los valencianos más visible». Son algunas de las frases que pronunció Puig en su repaso a los múltiples lazos que históricamente han unido a ambos territorios.

El presidente del Cercle d’Economia, Javier Faus, elogió la «visión inspiradora sobre el modelo territorial» que mostró el jefe del Consell. «Desde Cataluña tenemos mucho que aprender de València», dijo, antes de reivindicar una España «más descentralizada».

Por su parte, Puig puso en valor ante los empresarios y representantes políticos catalanes la «vía valenciana» de los grandes acuerdos de reconstrucción construidos en base a amplios consensos sociales en todos los ámbitos. «Mientras otros territorios de España han hecho de la confrontación, el caos y la fractura su respuesta irresponsable frente al virus, la sociedad valenciana está proyectando un clima de serenidad razonable en todos los ámbitos», insistió.

El también líder del PSPV recetó «cinco cambios» para España, uno de los cuales pasa por «recomponer los afectos con Cataluña en nombre de la reconciliación comunitaria». También incidió en que la C. Valenciana no quiere ser «un peón en el tablero político español», por lo que reclamó un trato más justo en batallas como la de la financiación autonómica, en la que lamentó haber perdido en los últimos años a un aliado clave como es el vecino del norte.

También puso en valor la potencia económica de la C. Valenciana, apelando a la fusión de CaixaBank y Bankia, al establecimiento de la sede Banco Sabadell o al interés despertado en multinacionales para trasladarse al territorio.

Junts resta peso al encuentro

La trascendencia de la cita entre Puig y Pere Aragonés fue objeto de fricción entre los socios del gobierno catalán. La portavoz del Ejecutivo autonómico, Meritxell Budó (Junts), restó importancia y peso político al encuentro, que limitó a una «reunión por cortesía, de cordialidad, aprovechando que Puig está aquí por otra cosa». En ese sentido, Budó rebajó de categoría a Aragonés (ERC). «Cataluña no tiene presidente. Puig se encuentra con el vicepresidente», dijo.

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