EEUU comenzó ayer a administrar las primeras vacunas, un hito que fue celebrado como el principio del fin de una pandemia que ha matado a 299.000 estadounidenses y ha contagiado a otros 16 millones. Sandra Lindsay, una enfermera neoyorquina, fue la primera persona en recibir la inoculación creada por Pfizer y BioNTech en tiempo récord y aprobada el pasado viernes por las autoridades federales. «Me siento esperanzada y aliviada. La sanación está de camino. Espero que este sea el principio del fin de una época muy dolorosa», dijo Lindsay.

El inicio de la mayor campaña de vacunación desde los años 50 se escenificó con una retransmisión por videoconferencia desde el Centro Médico Judío de Long Island no exenta de simbolismo. Se puso en marcha en Queens, uno de los epicentros iniciales de la pandemia en EEUU, y la primera dosis fue para una enfermera negra, en un reconocimiento implícito del impacto desproporcionado que el virus ha tenido entre las comunidades de color. «Creo que esta es el arma que pondrá fin a esta guerra», afirmó el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, durante una breve ceremonia en la que todo fueron sonrisas y mensajes de esperanza.

Siguiendo con la tónica que ha marcado la gestión, la campaña de vacunación se llevará a cabo de forma descentralizada, siendo los estados los que marquen las pautas. Inicialmente se vacunará a los trabajadores sanitarios, así como a la población de las residencias de ancianos. No se espera que el grueso de la ciudadanía empiece a recibir las vacunas hasta la primavera de 2021.