«Uno de los retos más grandes es empezar a gestionar el agua como un recurso escaso y estratégico». Así de contundente se mostró José Claramonte, director general de Facsa, el pasado miércoles durante el desayuno informativo que acogió las instalaciones del Club Diario Levante en el marco de los encuentros que organiza el periódico en torno a los Objetivos de Desarrollo sostenible (ODS) aprobados por la ONU bajo el patrocinio global de Facsa, Caixa Popular y la Autoridad Portuaria de València. En este caso, la cita giraba alrededor del ODS número 6, sobre agua limpia y saneamiento, y contaba con la colaboración de la Entidad Metropolitana de Servicios Hidráulicos (Emshi).

«Hay que plantearse cuál es la mejor forma de garantizar su supervivencia y calidad», aseguró Claramonte en referencia al agua. El cambio de paradigma pasa por una planificación estratégica a largo plazo, la reutilización, evolucionando de un modelo lineal a uno circular, en el que se apueste por la descentralización de las depuradoras para reducir la huella de carbono y se garantice el seguimiento y control de los servicios prestados. Todo ello, alineado con el principio básico de la Unión Europea de «quien contamina, paga». A grandes rasgos, son las principales características para un nuevo modelo de gestión del agua en el que todos los participantes coincidieron.

La edila del Ciclo Integral del Agua del Ayuntamiento de València ya apuesta por un plan a 15 años para el que se van a destinar cerca de 170 millones. «Hay que ser valiente en las directrices políticas, las empresas agradecen esa claridad», aseguró la concejala Elisa Valía, también presidenta de la Emshi. Valía considera como prioritario contar con objetivos comunes y concretos para que todos trabajen en la misma dirección.

«Ni de lluvia ni depurada. El agua es agua, sin apellidos y hay que apostar por reutilizarla», apuntó Augusto Montamarta, gerente de la Epsar. Y es que, «todavía tenemos los mimbres de un modelo lineal», indicó Francesc Hernández, director de la Cátedra de Economía Circular de la UV, que puso de manifiesto la necesidad de tomar decisiones para conseguir un modelo de economía circular. «Algo no está funcionando, pues las cifras de reutilización no avanzan». El catedrático puso el foco en el inmovilismo de muchos gobiernos, que justifican su postura alegando el alto coste económico de estas medidas.

Para desmontar este mito, desde la Universitat de València han desarrollado un indicador que calcula el coste de no actuar. Hernández y su equipo de trabajo llevaron un informe detallado hasta Naciones Unidas demostrando que sale más caro no hacer nada que emprender acciones. Desde entonces, muchos gobiernos han tomado partido en este asunto crucial.

«Mucho de lo que hoy es etiquetado como residuo puede ser recurso». Con estas palabras defiende Claramonte la circularidad del agua e insiste en que «para que estas etiquetas cambien hacen falta cambios de visión y de legislación».

Elisa Valía: "La mayoría no diferencia el agua del grifo del agua embotellada"

Descentralizar depuradoras

Además, en este nuevo modelo es muy importante la sostenibilidad. Por ello, Augusto Montamarta apuesta por la descentralización de las depuradoras para reducir tanto costes como la huella de carbono. «Tenemos que ser capaces de coger el agua usada junto al punto donde se produce ese uso y reutilizarla cerca de ese punto», explicó Montamarta.

Asimismo, los asistentes pusieron de relieve la importancia de la coordinación público-privada. En busca de la mayor calidad, abogan por aprovechar el conocimiento y la especialización de las empresas privadas y valerse de la capacidad de seguimiento y control de las administraciones.

«El agua desalada, depurada o regenerada tiene un coste de tratamiento adicional» explicó Claramonte. Por tanto, ¿cuánto estamos dispuestos a pagar por un intangible como es el futuro? En este punto, todos coinciden en la importancia de la pedagogía, ya que «no se puede cambiar de modelo si la ciudadanía no nos acompaña en este reto», explicó Valía.

Desde el Ayuntamiento de Torrent se ha demostrado que con acciones concretas y prácticas se puede concienciar a la población. De hecho, el sistema que dispuso en sus instalaciones deportivas para evitar el despilfarro de agua hasta que sale caliente ha hecho que ahorren un 40 % del consumo en dichos establecimientos públicos. Así lo ejemplificó su concejal del área de Estrategia, Innovación y Economía, Andrés Campos.

Además, apostar por este tipo de proyectos cuenta con el respaldo de Europa, que «está movilizando recursos y financiando modelos realistas», apuntó el gerente de la Epsar. Las cifras son convincentes. Una familia de cuatro miembros paga aproximadamente 500 euros por la compra de agua embotellada al año, lo que equivaldría, si consumiera agua del grifo, a poco más de 100 euros al año, según los datos aportados por los ponentes durante el desayuno.

Tasas más justas

«Es necesario revisar las tasas», indicó Hernández. También Montamarta se mostró muy tajante con este tema. «Sale muy barato contaminar» y, por ello, anunció que desde la conselleria están impulsando una ley de vertidos que sirva como herramienta a los ayuntamientos para sancionar las conductas irresponsables y premiar a los que lo hagan bien. Benjamín Pérez, director general de Medio Natural y de Evaluación Ambiental de la Generalitat apoyó esta postura, ya que considera que son muchos los abusos que se hacen con el agua y defiende «unas tasas más justas por impopulares que sean».

Durante el coloquio, moderado por el periodista Julio Monreal, salieron a relucir tanto los avances como los retos. «Se ha mejorado mucho en cuanto al saneamiento a lo largo de estos años, aunque todavía hay mucho por hacer», señaló Pérez. Por su parte, el catedrático Francesc Hernández prefiere ser inconformista: «somos líderes en potencialidad, pero no en realidad. Hay que pasar a la acción», insiste.

Paco Sanz, representante de Ecologistas en Acción, también mostró su preocupación y puso el foco en los problemas que sufre la zona mediterránea respecto al agua, como «el deterioro de los sistemas de regadíos, de los humedales, la escasa reutilización del agua y el peligro de la supervivencia de muchas poblaciones en riesgo por nitratos». Sanz exige que se tomen acciones que reviertan esta situación.

«La mayoría no diferencia el agua del grifo de la embotellada»

El Ayuntamiento de València apuesta por los filtros de carbono para corregir el sabor


«El agua del grifo de València es de muy buena calidad», señaló Elisa Valía, presidenta de Emshi y concejala de Ciclo Integral del Agua de l’Ajuntament de València. Desde su departamento se promovieron catas de agua en los mercados municipales de la ciudad. Esta campaña de concienciación tuvo como objetivo demostrar a la población que «si está un poco fría, la mayoría no es capaz de diferenciar la del grifo de la embotellada».

Aún así, en València bebe agua embotellada casi un 70 % de la población. Insistió: «¿cuál es el problema? ¿el sabor?». Para solucionarlo, plantea instalar filtros de carbono. Hay que apostar por el agua del grifo y por la reducción del plástico. De hecho, el hemiciclo es ya un lugar sin plástico y las tres fuentes de agua filtrada instaladas en las calles han resultado todo un éxito.