Erasmus+ no son solo las movilidades de los universitarios ni los proyectos en los colegios. El programa europeo es mucho más y supone una oportunidad para que jóvenes de otros ámbitos, como los asociativos o las enseñanzas no formales, conozcan a ciudadanos de otros países de sus mismas edades y con quienes comparten los valores fundacionales de la Unión Europea.

Así se expuso en la última edición de «Café amb projectes», un acto de aforo reducido organizado por la Fundació General de la Universitat de València (UV) en el Colegio Mayor Rector Peset, dentro del ciclo «Desembre europeu 2020». Como explica Alfonso Moreira, documentalista del Centro de Documentación Europea de la fundación, que ha impulsado el ciclo, esta fue una de las excepciones de esta edición, mayoritariamente telemática, y que contó con representantes de la Generalitat, el Ayuntamiento de València, la Cámara de Comercio y el IVAJ.

El ponente Jeff Alberghi, presidente de la asociación EuropImpulse, explicó a Levante-EMV que, pese a que la movilidad se ha reducido por la pandemia, para el próximo periodo de Erasmus+ (2021-27) se esperaba que Europa llegara a duplicar los 17.000 millones de euros actuales, que finalmente se han quedado en 34.000, como se aprobó la semana pasada. «Es el programa comunitario estrella, el más conocido, y hay voluntad de apoyar a la juventud, por eso se ponen medios», explica Alberghi, que cree que habrá un «boom» de propuestas cuando pase la covid-19, pues muchas de ellas han quedado paralizada por la pandemia.

Según apunta, la línea más conocida para los estudiantes —la de cursar algunas asignaturas en otros países— representa «una parte del presupuesto, pero hay un montón de acciones distintas».

En concreto, también hay fondos para las que van más allá de la educación formal, por ejemplo para asociaciones, entidades, ONG, fundaciones o instituciones (como ayuntamientos o conselleries) que desarrollen proyectos por y para la juventud en grandes alianzas. Así, se fomenta el aprendizaje en entornos no formales y participe de los cambios sociales, para «desarrollarse como personas y profesionales», afirma. «Es donde los jóvenes desarrollan muchas de las habilidades sociales conocidas como las soft skills —trabajar en equipo, creatividad, iniciativa...— que después les sirven en la vida profesional».

Pero en Erasmus+ «no se financia solo movilidad, otra prioridad es la digitalización para desarrollar sistemas y herramientas digitales», destaca Alberghi. Un ejemplo de esto es un proyecto encabezado por la cooperativa valenciana Redtree, con el que se creó hace un año una plataforma online de cursos para voluntarios y personas refugiadas en la que participaron miembros de la Asociación de Jóvenes Musulmanes de València (AJMV).

Crear redes

Esta entidad, con larga trayectoria social en el ‘cap i casal’, además, también ha liderado dos Erasmus+ con asociaciones homólogas de Noruega, Italia, Alemania, Hungría e Inglaterra, y ahora tiene en marcha otro proyecto. Como explica a este periódico Chayma Bouchafra, tesorera y responsable de relaciones internacionales de AJMV, los erasmus les ha permitido «realizar reuniones transnacionales y crear redes» con otras entidades juveniles musulmanas, aunque asegura que en un futuro quieren trabajar con entidades de todo tipo y diferentes ámbitos. «Conocemos a otros jóvenes y compartimos vivencias sobre diversidad, inclusión... y la preocupación por crear una sociedad más justa y tolerante», expone, al tiempo que señala que en este caso también realizaron movilidades antes de la pandemia.

Además, en este caso, los proyectos Erasmus+ también les sirven para «romper estereotipos» pues, como recalca Bouchafra, «los valores europeos también son los del islam». De hecho, ahora trabajan sobre varios de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la ONU, explica, y antes han desarrollado programas sobre inclusión e integración de personas refugiadas, que también participaron, así como la Comisión Española de Ayuda al Refugiado (CEAR). «Es muy importante concienciar, y que no se quede en lo teórico», defiende la joven valenciana.

Cuerpo Europeo de Solidaridad

Por otro lado, el Institut Valencià de la Joventut (IVAJ), también destaca el Cuerpo Europeo de la Solidaridad (CES), que incluye proyectos en diferentes ámbitos como la inclusión, la integración de refugiados y migrantes, de personas con diversidad funcional o necesidades especiales, la lucha contra la discriminación y la intolerancia, el medio ambiente y la protección de la naturaleza.

El CES incluye actividades de voluntariado, prácticas y empleo en otros países, a los que las y los jóvenes valencianos pueden optar. Generalmente, la duración de las actividades de voluntariado, es de dos meses a un año, apuntan desde el IVAJ; mientras que los periodos de prácticas y empleos tienen una duración máxima de un año y los proyectos de solidaridad, de dos a 12 meses; todo dirigido a jóvenes entre los 17 y los 30 años.

En la última convocatoria, la Comunitat Valenciana obtuvo 11 proyectos, seis de voluntariado y cinco de solidaridad, que se desarrollarán en Silla, Gandia, Godella y València.