La Navidad se está viviendo de forma especial este año en los centros de personas mayores, uno de los lugares más castigados por la pandemia del coronavirus dada la vulnerabilidad de sus residentes. Tras meses de confinamiento y con grandes medidas restrictivas por la salud de los ancianos, los 327 centros de la Comunitat celebraron ayer de forma bien distinta, —aquellos con brote activo o los que no dependiendo del grado de incidencia del virus en su zona—, aunque en todas con un objetivo común; hacer que durante estas fechas se sientan lo más vivos y activos. «Tratamos de que no acusen en exceso el no poder reunirse con sus familiares y combatir con videollamadas o visitas controladas el sentimiento de perdida de libertad que arrastran desde hace meses», explica la psicóloga Macarena Machín, directora de una residencia de Savia en Castelló.

Cecilia saluda a su nieto desde la distancia en Picassent. | LEVANTE-EMV

En algunos centros, como en la residencia Savia del Puig, los familiares que lo solicitaron sí que pudieron ayer hacer visitas. Eso sí, manteniendo la distancia y tras una toma de temperatura previa. «Es muy duro el querer abrazar a tu familiar y no poder hacerlo», reconocen, a la vez que se muestran agradecidos por, al menos, haber podido ver a su madre unos minutos. «Estoy muy contenta, aquí se preocupan por nosotros, hacemos actividades y cantamos villancicos, yo soy muy buena», bromea Matilde, de 85 años, residente en otro centro de Savia en Paiporta que también pudo recibir ayer visitas de familiares al encontrarse en nivel dos dicho municipio. «Ver y hablar con su familiares les da vida», apunta Salvador Moreno, responsable de cuidados.

«Ver y hablar a sus familiares les da vida»

Un impacto muy positivo

Además de las visitas, a lo largo de todo el día estuvieron recibiendo llamadas . «Fomentar la interacción social con los que más quieres genera un impacto muy positivo en el residente, que ellos sientan ese cariño y ese apoyo de su familia minimiza el sentimiento de soledad y tristeza que algunos pueden desarrollar en estas fechas», señala la psicóloga de Savia.

En otros centros situados en municipios como Picassent, con un nivel de riesgo alto, los familiares tuvieron que conformarse con felicitarles la Navidad desde la distancia y con una valla de por medio. Es el caso de Marc, un niño de siete años que acompañado por sus padres fue a ver a su abuela Cecilia, de 78. «No paramos de hacer cosas; que si el bingo, ..., y anoche nos dieron una cena de tres pares de narices, con gambas y brownie de postre, pero los echamos de menos», reconoce la septuagenaria.

«Estas Navidades son muy raras, siempre nos juntábamos 16 en la comida de Navidad y este año solo vamos a ser dos, pero hay que hacer un esfuerzo, lo importante es que podamos celebrar otras Navidades todos juntos», explica Pilar, quien junto a sus tres hermanas acudieron ayer a llevarle unos regalos a su madre de 91 años. «Los fines de semana estaba con nosotros, pero desde marzo no la hemos podido sacar porque tendría que estar luego aislada 14 días en su habitación y no queríamos hacerla pasar por algo así».