Una red de policías y guardias civiles voluntarios, buena parte de ellos psicólogos, trata de frenar de forma altruista y desde dentro la lacra del suicidio en las plantillas de las fuerzas de seguridad del Estado, cuyos miembros llegan a triplicar la tasa nacional de este tipo de muertes; son los Ángeles de Azul y Verde, y su asociación acaba de cumplir dos años.

Según los datos que maneja su vicepresidenta, la psicóloga y policía ilicitana Mónica Blasco, en lo que va de año se han suicidado en España al menos 27 policías: diez guardias civiles, ocho policías nacionales, cinco policías locales, tres mossos d’esquadra y un ertzaina, según el recuento.

De estas muertes, dos se han registrado en la Comunitat Valenciana. El resto, seis se han producido en Cataluña, cinco en Andalucía, cuatro en Madrid, dos en Baleares, Canarias y Murcia y una en Castilla y León, País Vasco y La Rioja, según los datos.

«Los policías duplicamos e incluso triplicamos la tasa nacional de suicidio. Si en España este indicador se sitúa entre 7 y 8 personas por cada 100.000 habitantes, en el caso de las fuerzas de seguridad es de 16 o 17 personas; algo más alto en el caso exclusivo de la Guardia Civil», lamenta Blasco. Hay factores de riesgo evidentes como el hecho de ir armados, pero alerta de otros como la escasa formación en reducir conflictos o la complicada conciliación.