La cultura sobrevive tras su fundido a negro

En 2019, por estas fechas, todo hacía prever que 2020 iba a ser un buen año cultural. Los museos valencianos presentaban sus programaciones y confiaban en incrementar todavía más el crecimiento de visitantes nacionales y extranjeros que venían experimentando en los últimos ejercicios. Lo mismo auguraba el Palau de Les Arts y no tanto el de la Música, más pendiente de no perder abonados e ir resolviendo los problemas que habían llevado al cierre de su edificio. Se anunciaban ambiciosas producciones teatrales y grandes conciertos, y tanto los festivales como las salas, los artistas ye l público confiaban en mantener la buena racha de los últimos tiempos.

Pero en marzo se vino todo abajo. Ni exposiciones ni conciertos ni rodajes ni nada. Cancelaciones encadenadas, negocios cerrados, insuficientes ayudas públicas, alternativas «on line» y, una vez iniciada la desescalada, restricciones de horario, aforo y público. Cualquier sector económico se ha visto perjudicado por la pandemia del coronavirus, pero en el caso del sector cultural la hecatombe ha sido, por su propia esencia, espectacular.

A principios de verano, la asociación de promotores Musicprocv publicó un informe en el que se recogía que solo uno de cada 10 organizadores de conciertos confiaba en sobrevivir a la pandemia. Los promotores cifraban en 54,6 millones de euros las pérdidas por la cancelación de 10.695 conciertos este año en la Comunitat Valenciana.

En julio, la Universitat de València presentaba otro informe que indicaba que el 75,37 % de los profesionales de la cultura iba a perder ingresos respecto a lo que había previsto antes de la epidemia de covid, que el 92,93 % consideraba que se verá afectado a largo plazo por las medidas de confinamiento, que el 9 % creía que tendría que cerrar sus negocios y que el 45,85 % tendría problemas de solvencia, lo que les obligará a realizar reducciones en sus plantillas para poder seguir adelante, con la consecuente pérdida de ocupación cultural que esto supondrá.

Para refrendar que estas deprimentes previsiones se iban a hacer realidad, a finales de noviembre el Ministerio de Cultura analizó la Encuesta de Población Activa (EPA) y estimó que el empleo vinculado a la cultura había caído en la Comunitat Valenciana un 16,9 % respecto a los tres primeros meses del año, los últimos antes de la pandemia.

Y pese a tanta oscuridad, el sector cultural valenciano ha luchado por no apagarse garantizando su viabilidad como lugares seguros frente a la pandemia. Los museos han reabierto y han recuperado exposiciones que habían tenido que cancelar. Los auditorios y los teatros públicos y privados han mantenido una programación más que digna. Se han celebrado conciertos al aire libre y las salas han reclamado cambios en los protocolos para garantizar su supervivencia. La mirada ahora está puesta en la vacuna y la esperanza en que en primavera vuelva la normalidad. La supervivencia de muchos depende de ello.