Si ha habido un hito urbanístico para recordar en València, ese ha sido la peatonalización parcial de la Plaza del Ayuntamiento, una medida que goza de amplio consenso político y social, pero que se ha hecho de una forma -lo que se denomina urbanismo táctico- que no acaba de convencer a todo el mundo.

En realidad, no era una medida prioritaria para el Govern del Rialto, quien tiene en su programa un plan de plazas cuyo objetivo es recuperar para los peatones las más importantes de la ciudad, las del centro, pero también las de los barrios. Pero los presupuestos participativos la pusieron obligatoriamente en el punto de mira y dos concejalías se lanzaron a acometer una reforma táctica, a base de maceteros, pintura y asfalto, a la espera de un concurso de ideas del que salga un proyecto de remodelación definitivo.

La Concejalía de Movilidad se encargo de reordenar el tráfico y lo hizo a base de maceteros que provocaron un rechazo general de la ciudadanía. Y la Concejalía de Urbanismo asfaltó toda la zona peatonal con un tono discretamente rojizo que también generó debate.

Esta actuación, no obstante, ha sido luego bien valorada por el público, que ve la principal plaza de la ciudad liberada de vehículos y abierta a la ciudadanía.