Desde que hace tres años, el president decidió abandonar la moqueta del Palau de la Generalitat para dirigirse a los valencianos en el clásico mensaje de Fin de Año, Puig ha pasado por la casa natal de Miguel Hernández en Orihuela, por la reserva de la bioesfera del Valle del Cabriel y por el claustro de la sede histórica de la Universitat de València, presidido por la escultura de Lluís Vives.

Este último enclave ha sido escogido para acoger el discurso de cierre de 2020 sobre todo por el simbolismo que encierra la figura del humanista, precursor de la Europa unida en cuyas manos reside la reconstrucción postpandemia. Puig quiso transmitir la importancia de la ciencia que ha traído la vacuna, de la educación y de Europa, en tiempos tan complejos como los actuales.

Dentro de la escenografía del mensaje se incluyeron dos libros de Lluís Vives que forman parte de los fondos de la Biblioteca Histórica de la UV: «Tratado del socorro de los pobres» (una edición de 1781 de la que el jefe del Consell reprodujo una frase en su intervención) y «De concordia y discordia» (edición de 1532).