Levante-EMV

Levante-EMV

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Análisis

Empezar a despejar incógnitas

El desarrollo de la herida entre Puig y Oltra marcará un año político de congresos y de inicio de la pospandemia

Oltra, Puig y Dalmau, en la puerta del Palau. Al fondo, guerrero del Centenar de la Ploma. | LEVANTE-EMV

Suena el teléfono en la redacción, desierta y helada a primera hora en tiempos covid. «¿Es periodista?» Según para qué, pienso y callo. «Dad caña a Ribó y Puig, que son igual de corruptos que los de antes y al menos aquellos hacían algo y tenían la ciudad limpia. Ribó solo da dinero para Cataluña y Puig, con lo de sus hermanos». Pasado el desahogo, cuelga. Lo que queda es un regusto ácido sobre el poder del ruido, uno de los rasgos sembrados para el futuro en el subsuelo del vencido 2020: la resonancia del tumulto mediático y los bulos.

El año de la pandemia no ha dejado de ser un año de vida política, diferente pero la ordinaria. Políticamente, 2020 ha sido un año de transición hacia muchas incógnitas que deben empezar a resolverse en este 2021. Algunas quedarán abiertas. La vida parlamentaria ha mantenido su calendario hasta una casi nueva normalidad, con debate del estado de la C. Valenciana y toda la mecánica de tramitación de presupuestos, los sextos del Botànic, un logro, aunque mostraran la hondura de la fractura interna en la coalición gobernante.

El desarrollo de esa herida entre PSPV y Compromís, entre presidente y vicepresidenta, marcará el ritmo del nuevo año. Ximo Puig y Mónica Oltra alcanzaron a primeros de diciembre una solución de compromiso para la etapa pandémica. Está por ver lo que venga después. Puig deberá mostrar si es capaz de una forma de presidir que dé más protagonismo a los socios. Oltra tendrá que demostrar si el objetivo es la cogobernanza real o una posición guerrillera que sitúe políticamente a su formación, en la línea de la acción de Pablo Iglesias en el Gobierno de España.

El territorio político valenciano se demostró en 2020 más sano, no obstante, que el que rodea el Congreso de los Diputados de Madrid. El nivel de crispación y radicalidad no es equiparable. Ha tenido que ver en ello el giro de Ciudadanos, que empezó la legislatura con el rostro más arisco de Toni Cantó, pero la fuga de Albert Rivera tras la debacle del 10N, el reposicionamiento hacia el centro clásico con Inés Arrimadas y la pandemia han propiciado la vuelta a un partido que se asemeja más al de 2015, capaz de entenderse con la izquierda con facilidad, salvo por la presencia ahora de Cantó, político de perfiles variables. El cambio de brújula de Cs y la posición más débil y desdibujada de la ultraderecha en comparación con la madrileña hacen de la vida parlamentaria valenciana un lugar menos inhóspito.

En la posición de Cs en 2021 será clave lo que suceda en las elecciones catalanas. La huida al PP de Lorena Roldán amenaza el porvenir naranja. El 14F dará algún indicador de si la formación puede resistir o encarrila un proceso de descomposición. Cantó dio el salto desde UPyD en el último minuto y siempre ha sido próximo a Rivera. En las Corts es ahora tercera fuerza, muy cerca del PP en escaños. Ha coqueteado con el PSPV en los últimos meses, podría jugar un papel en un hipotético cambio de alianzas de los socialistas valencianos, pero todo ello se diluye si el partido entra en caída libre.

Con este panorama, lo lógico en 2021 sería el rearme del proyecto compartido de izquierdas, que se ha resentido con la serie de desencuentros públicos de los últimos dos meses. Pero dependerá de los procesos internos de cada parte del tripartito.

Puig tendrá congreso y ya ha mostrado sus cartas: quiere seguir, pese a lo dicho en 2017. Lo debería tener fácil, asentado como presidente (hiperpresidente, según los socios), con un papel protagonista entre los líderes autonómicos y alineado con Pedro Sánchez. Pero nada está dicho antes de un congreso del PSPV.

El futuro de Oltra es quizá la pieza clave del devenir del Botànic. Debería empezar a verse en 2021 por donde caminan Compromís y Oltra, ya que llegará el aplazado congreso del Bloc, el partido de más peso en el proyecto pero no el de Oltra. Se verá si opta por un liderazgo fuerte, lo que sería un mensaje interno. La vicepresidenta tiene tres puertas políticas abiertas: seguir optando a presidir la Generalitat, jugarse el todo o nada en la alcaldía de València y la posición más conservadora (y rentable mediáticamente) de ser la voz de Compromís en Madrid.

Podemos tiene su congreso hecho, pero su presente y futuro siguen siendo el de dos actitudes internas, con el vicepresidente segundo, Rubén Martínez Dalmau, en minoría hoy internamente con Pilar Lima. Puede pasar de todo, desde un movimiento de poder de esta en el grupo parlamentario hasta alguna despedida. No deja de ser importante, porque de la consolidación de los de Pablo Iglesias depende bastante el futuro del Botànic.

Y el PP debe decidir este año si continuar con el camino que de momento solo le ha servido para mantener las constantes vitales o cambiar a Isabel Bonig por Carlos Mazón, un viejo nuevo rostro del zaplanismo cada vez con más agenda en València y arropado por Génova, pero que parece que solo quiere apostar sobre seguro.

La corrupción ha ido perdiendo fuerza como argumento político. Estará presente en 2021 con los retazos de Gürtel, Erial y Alquería, pero la tendencia es a la baja. Este hecho ya situaba a la izquierda hace un año, tras la victoria electoral en 2019, en la tesitura de comandar un proyecto nuevo, ya no a la contra de lo heredado tras 20 años de poder absoluto del PP. La pandemia ha supuesto un lapso en esta urgencia y la pospandemia dará un cúmulo de argumentos a la izquierda para liderar un proyecto de modernización real de la economía y la administración. La oportunidad del dinero europeo es única. Es el reto fundamental de este año y de los dos próximos. De cómo salga de él la alianza de izquierdas dependerá posiblemente el resultado de las elecciones de 2023.

Si se llega hasta entonces. Comenzada a superar la emergencia (podría suceder tras el verano, con la inmunidad de grupo), Puig deberá decidir cómo afrontar lo que viene: con el proyecto actual, con un gobierno renovado (Oltra ya le ha pedido cambios) o considera que es momento de que los valencianos hablen en las urnas. Lo que suceda en Madrid será determinante. Socialistas de peso sostienen que si en algún momento Sánchez decide adelantar elecciones, Puig irá al lado, como ya pasó en 2019. A la espera de repetir éxito estratégico.

Año para consolidar el giro en la financiación autonómica

El Consell no ha tenido en 2020 los problemas de liquidez de otros ejercicios. Ha contado con la complicidad del Gobierno progresista de España, que asume la infrafinanciación valenciana y ofrece paliativos. El reparto de fondos covid y las inversiones en los presupuestos del Estado de 2021 subrayan un cambio de tendencia. Falta la reforma del sistema de financiación. 2021 ha de ser clave para al menos tener una propuesta oficial de nuevo modelo más justo. No deben caber excusas. 

Compartir el artículo

stats