La cuesta de enero va a ser este año más empinada que nunca: 29 municipios confinados con bares, restaurantes, parques y jardines cerrados; toque de queda a las diez de la noche; la hostelería echando la persiana a las cinco de la tarde y sin poder salir de la Comunitat Valenciana salvo causa justificada.

La Generalitat volvió ayer a dar una vuelta de tuerca más a la ya larga lista de restricciones de movilidad y aforo para intentar pararle los pies a la pandemia de coronavirus cuando es ya más que evidente que las tres provincias —al igual que el resto de España y buena parte de Europa— han entrado de lleno en un repunte descontrolado. En esta ocasión y, como se esperaba, el aumento de casos está planteando serios problemas a los hospitales con cifras que casi rozan los máximos de marzo y disparando aún más el listado de víctimas: 196 en la última semana y 128 en los que llevamos de esta.

Según lo anunciado ayer por el president de la Generalitat, Ximo Puig, y la consellera de Sanidad, Ana Barceló, —y que entrará en vigor esta medianoche— con carácter general el cierre perimetral de la C. Valenciana se prolonga hasta finales de mes y no se podrá salir o entrar sin causa justificada. También hasta final de mes se prolonga el toque de queda, que aumenta en una hora: de 10 de la noche a 6 de la mañana no se podrá estar en la calle salvo causa justificada. Los comercios tendrán que rebajar su aforo del 50 % actual al 30 % salvo alimentación, farmacias, ópticas, veterinarias y peluquerías, por ejemplo y se suspenden las competiciones deportivas de Infantil y Primaria.

El sector de la hostelería vuelve a sufrir un nuevo revés después de que se autorizara a los locales de ocio nocturno a abrir en horario diurno: hasta el 31 de enero al menos bares y restaurantes tendrán que echar la persiana a las cinco de la tarde, no se podrán sentar a una misma mesa más de cuatro personas y se prohíbe tajantemente fumar en las terrazas de los bares. Además, hasta 29 municipios de toda la C. Valenciana quedarán confinados perimetralmente y con medidas más severas durante 14 días ya que tienen unos parámetros críticos dentro del nivel de alerta muy alto que tiene toda la comunidad.

«Irresponsabilidad» de algunos

Puig y Barceló volvieron a dar ayer la cara para anunciar el listado de nuevas restricciones y para justificar que éstas se imponían cuando era necesario y no antes ya que estar donde estábamos ahora, en el desastre de cifras que los expertos estaban vaticinando tras las navidades, no era cuestión de falta de medidas previas sino del incumplimiento de las que ya había. De esta forma, Puig defendió que no se había llegado tarde, ya que habíamos sido de las comunidades «con medidas más restrictivas antes de Navidad», los primeros en cerrar bares y en abrazar el toque de queda y los únicos que habíamos prohibido viajar para ver a familiares en estos días festivos.

La cuestión, para Puig y Barceló, radicaba más bien en la falta de compromiso personal y de los incumplimientos individuales de las medidas durante el pasado diciembre, en gran parte achacables a la fatiga emocional. «Hemos hecho un sacrificio enorme pero siempre hay la irresponsabilidad que termina colocándonos en la realidad que no queremos», resumió la consellera Barceló.

Esa «realidad» a la que hizo referencia Barceló se resume en un repunte descontrolado de casos que ya está ofreciendo peores indicadores que los últimos de noviembre y que podrían equipararse a los de la primera ola, al menos, en presión hospitalaria. Así, la incidencia acumulada de casos ha subido un 16 %, las hospitalizaciones lo han hecho un 52 % y la última semana los muertos llegaron casi a los dos centenares.

Positivos por llegar

Y todo, cuando todavía no se ha visto el efecto real que esos «incumplimientos» durante las fiestas pueden haber provocado. Normalmente, los positivos en covid se detectan pasados 10 o 15 días desde que se produjo el contagio por lo que las reuniones sociales en las que no se respetaran las medidas de prevención de la Nochevieja y Reyes —en entornos privados es donde más se están dando los contagios— aún están por dar la cara y , de hecho, Sanidad reconoce que la tendencia es a seguir creciendo. Así lo apunta el número de reproducción básica, que marca cuántos contagios provoca cada persona enferma: se sitúa en el 1,09, por encima del límite de 1 en el que se establece que una epidemia está controlada. Además la positividad, el porcentaje de pruebas que dan positivo sobre el total de las que se hacen, ha subido casi el doble: si el 16 de diciembre estaba en el 18 % ahora está en el 29,57 %. Es, además, uno de los más alto de España ya que la estrategia de la Conselleria de Sanidad ha sido desde el principio a hacer pruebas tras el rastreo de casos y no de forma indiscriminada.

También la bajada de pruebas PCR en estos días festivos por el cierre parcial de centros de salud está de alguna manera enmascarando el verdadero impacto de la pandemia, que sí se está dejando notar ampliamente en los hospitales. La bajada de temperaturas de estos días tampoco está ayudando, y hay centros que están al borde de la saturación, término del que la consellera volvió ayer a renegar insistiendo en que «todos los hospitales tienen camas» y que casos como los pacientes en los pasillos del hospital de la Ribera de este fin de semana eran algo puntual.

Hospitales de campaña sin usar

Así, aseguró que pese a que los casos en UCI están escalando —ayer eran 331 cuando el máximo de la primera ola estuvo en 386- era alto pero «asumible» y se podía llegar a tener 1.200 camas de críticos con los planes de contingencia trazados en verano y hasta 19.000 en planta, según puntualizó el president. El llegar a esa cifra de camas pasa, indefectiblemente, por utilizar los tres hospitales de campaña levantados y que están teniendo un discreto uso salvo para servir como punto de realización de pruebas diagnósticas.

En las próximas semanas y a no ser que esta ola superara todas las expectativas, parece que su papel va a seguir siendo testimonial ya que, como reconoció ayer la consellera Barceló, primero se está contando con los hospitales privados y sus camas para hacer frente a los momentos de saturación puntuales «y los hospitales de campaña los usaremos si son necesarios» y si el sistema sanitario público y privado quedara desbordado.

Los sanitarios, los siguientes en vacunarse

De forma paralela a la contención de nuevos casos, el Consell quiere dar un impulso a las vacunaciones. Según el Ministerio de Sanidad, por ahora se han puesto el 14 % de todas las dosis recibidas: 8.586. Aunque según dijo ayer la consellera, había un «retraso» en la notificación de esas cifras. En una semana se quiere haber vacunado a todas las residencias sin brotes activos, más de 200 para empezar ya la semana que viene con los sanitarios de Atención Primaria y los de «primera línea» de hospitales, ya que el resto dependerá de la llegada de más vacunas como la de Moderna, pendiente de aprobación.