La Comunitat Valenciana ha cerrado el año 2020 con el menor número de incendios forestales y hectáreas desde que se tienen registros, ya que el balance del pasado año mejora las cifras con respecto a 2019, que a su vez ya marcó un primer récord, y deja ahora un registro de 252 incendios forestales, 21 menos que en el año 2019 (-7,7%).

El descenso es todavía más acusado en la superficie forestal afectada por el fuego con 698 hectáreas, un 28 % menos que en el año anterior, donde se logró bajar de la barrera de las 1.000 hectáreas. De estas 698 hectáreas, 240,5 corresponden a superficies forestales arboladas, mientras que 457,2 son superficies forestales rasas, sin arbolado, formadas por matorrales o cañaverales, han informado fuentes de la conselleria.

En cuanto a las causas, un 23,4 % de los mismos se iniciaron por causas naturales debido a descargas eléctricas atmosféricas (rayos) asociados a fenómenos tormentosos.

Entre los incendios por causas humanas, destaca un 37,7 % iniciado de forma intencionada, mientras que un 22,2 % tuvieron origen en negligencias en el uso del fuego y un 6,3 % tuvieron origen en accidentes. Tan solo de un 6 % de los incendios se desconocen sus causas o se encuentran todavía en fase de investigación para determinarlas.

Incremento de la masa forestal

El director general de Prevención de Incendios Forestales, Diego Marín, destaca el crecimiento de la superficie forestal en la Comunitat Valenciana, que ha pasado de las 1.100.000 hectáreas de 1975 a las 1.300.000 actuales, y que se traduce en una sobrecarga de gestión que pasa por ordenar el incremento de la masa forestal, tanto en superficie como en biomasa acumulada, poner en valor los paisajes resilientes al fuego y recuperar el mosaico agroforestal.

La Administración autonómica lanzará este año una línea de ayudas a los ayuntamientos para la ejecución de los planes locales de prevención de incendios forestales aprobados (actualmente ya suman 154 municipios).

A dicha línea se añadirá una orden con el fin de apoyar alternativas a las quemas agrícolas para la eliminación de restos vegetales, así como la modificación de la actual orden de bases de ganadería extensiva que impulse esta práctica en las zonas estratégicas.

Los proyectos de restauración ambiental desarrollados en los montes públicos afectados por los grandes incendios de 2012 y 2013 ya aplican este tipo de tratamientos de la vegetación en combinación con el mantenimiento de los bancales para frenar la erosión.