En la calle Mestre Guillem de Manises los vecinos están acostumbrados a las manchas de cava sobre el asfalto. Allí está la administración de loterías número 3 donde ya cuentan con un manual en el manejo de las botellas ante una celebración: la de repartir millones de euros a quienes se acercan a su establecimiento.

Ayer en las fotografías entre propietarios y trabajadores del local estaban los carteles del primer y segundo premio de la Lotería de El Niño, el 19570 y el 3436 que han salido de sus almacenes para alegrar la cuenta de hasta once afortunados. En total, esta administración ha vendido una serie completa del gordo, es decir, diez décimos con premios de 200.000 euros cada uno por ventanilla y uno del segundo, de 75.000 euros, por internet. En total, más de dos millones de euros.

«Este año ha sido espectacular», señala Rafa Sanchis, regente del establecimiento abierto en el año 2000. Porque los dos premios celebrados ayer no son los primeros que obligan a empapelar con números y galardones las paredes del local. En la pasada Lotería de Navidad vendieron cinco premios mayores: un segundo, dos cuartos y dos quintos. Más de un millón y medio de euros.

El baile con la fortuna tiene especial ritmo en unas navidades cubiertas de malas noticias por la covid. «Este año es más especial todavía si cabe, hay muchas familias que lo están pasando mal de una forma u otra y dar una alegría en estos momentos es una satisfacción», indicaba Sanchis.

Pero la alianza con la fortuna no se queda en una cuestión de este año sino que viene de años atrás en una confabulación que desafía las estadísticas. «No es normal que repartamos primero y segundo premio, tenemos bastante volumen de venta, pero no tanto porque estadísticamente no nos debería tocar ni un premio, y sin embargo, hemos dado primero y segundo igual que el año pasado, estamos en racha», dice el lotero.

Tal es la racha que no duda en calificar a Manises como «el pueblo de la suerte». «Nos estamos afianzando en ello», expresa con alegría. Esta fama hace que las ventas sean «a gente de toda España que viene y pide un décimo porque damos suerte». Hace también, por otra parte, que la alegría no se celebre entre loteros y afortunados en el momento del premio.

«No sabemos a quién le ha tocado, pero confiamos que le sirva, que le ayude en estos momentos tan complicados», sentencia Rafa. La suerte ya tiene su pueblo.